'La calambre', vampiros argentinos que sobreviven vendiendo cartón y comiendo morcilla
- Es obra del dibujante y guionista argentino, Angel Mosquito
- "En Argentina sigue habiendo gente que vive de vender cartón", asegura
Angel Mosquito (Buenos Aires, 1976)
Forma parte del amplio abanico de autores criados en el movimiento independiente de los años 90. Es autor de los libros 'Moron Suburbio', 'Tesei', 'El otro', 'El granjero de Jesu' y, en colaboración, 'Vitamina potencia', 'Carne argentina' y 'La mueca de dios'. Actualmente publica caricaturas, historietas e ilustraciones en Diario registrado.com, 'Tiempo argentino', 'un caño', 'Les Incorruptibles' y 'Fierro'. Su trabajo puede verse en su blog www.granjerodejesu.blogspot.com
Olvidáos de los vampiros glamurosos y guapos de las series y las películas americanas; los chupasangres argentinos son feos y pobres y sufren la crisis como todos. Están controlados por el gobierno y sobreviven vendiendo cartón y comiendo morcilla. Ese es el escenario que refleja el dibujante argentino Angel Mosquito en el cómic La Calambre (Ediciones La Cúpula). Por cierto que La Calambre es el dolor que estos vampiros sienten en el estómago cuando tienen hambre, que es casi siempre.
"La calambre -nos cuenta Angel Mosquito- es una historia que cuenta cómo dos vampiros que buscan reinsertarse en la sociedad, se ven envueltos en un lío complicado cuando roban un auto. En el auto hay un bebé. El contexto es el de una sociedad que está intentando salir de una profunda crisis socioeconómica, que tiene muchas carencias. No es una historia de corte social, es una especie de aventurita policial grotesca. Hay otras dos historias que se van entrelazando: un policía corrupto enamorado de la kioskera de una escuela, y un vampiro albino milenario atrapado en el cuerpo de un niño de 11 años que también esta enamorado de esa misma chica. Al final todo se cruza".
"Los protagonistas son vampiros porque una vez escuché a una nena que decía que en su barrio, cuando caía la noche, salían a la calle "los hombres lobo", que tenían los ojos rojos. Eran chicos que estaban metidos con sustancias complicadas, pero esa visión de la nena fue un disparador. En vez de hombres lobo, fueron vampiros. Y siempre quise hacer una de vampiros, porque me dan muchísimo miedo. Los vampiros reales no existen, pero si la pregunta es sobre los que toman recursos de la sociedad, bueno, los hay de todos los tipos y en todos los rubros. Con el tiempo uno logra identificarlos. A veces no".
"Mis vampiros son parias"
"Físicamente, los vampiros que dibujé son bastante feos -comenta Angel-, no tienen el glamour clásico de algunas historias del género. Me los imaginaba con la piel fea, marcada, pálida, huelen muy mal y tienen los ojos oscuros. Los dientes no son dos colmillos inmaculados, sino que son como los de un fumador compulsivo: oscuros, y también rotos. Y probablemente se les caigan".
"Se relacionan como pueden con la gente. Si existieran me imagino que a un humano le parecerían algo extraños pero podrían confundirlos con alguien desmejorado pero nada más. En general, me imaginaba que no pueden acceder a los servicios básicos de toda sociedad, por lo que se ven empujados a vivir en la marginalidad, como lo hacían muchas personas en esos años y aún lo hacen hoy, por desgracia. Pero los vampiros no tienen posibilidad de recibir nada del Estado. Son parias".
"Los dos principales son Larry y Mogul. Larry es un vampiro viejo, que vivió su esplendor en los años 60 y 70, cuando podía aprovecharse de humanos desprevenidos y comérselos. Luego, el obvio control social (para bien o para mal) le complicó la existencia y tuvo que buscar otras formas de subsistir, cada vez más en los márgenes de la sociedad. Mogul (Mogul es el nombre de una golosina argentina, unas pastillitas de goma) es una especie de hijo adoptivo de Larry. Un bebe abandonado cerca del río al que Larry encuentra y cría, y eventualmente convierte en vampiro. Larry tiene calle, Mogul es bastante ingenuo".
"En Argentina sigue habiendo cartoneros"
Aunque la historia sea muy graciosa no olvidemos que se basa en hechos reales muy duros: "En Argentina sigue habiendo cartoneros -asegura Angel-. Cada noche en la estación Chacarita hacen fila para tomar el tren blanco, o tren cartonero. Sobreviven vendiendo el cartón, el papel, el plástico a los reducidores. No sé si es buen o mal negocio, pero se está intentando darle un rango legal a la actividad como recuperadores urbanos o trabajando en centros de reciclado. De todas formas, hay mucha marginalidad en el asunto, para desgracia de las personas que tienen que dedicarse a cartonear, uno lo puede ver en la calle, no es necesario hacer un estudio del tema para darse cuenta".
La historia transcurre en un lugar auténtico: "El conurbano -nos cuenta Angel- es toda la extensión urbana y periurbana que hay más allá de la avenida que divide al distrito federal (la ciudad de buenos aires) de la provincia de Buenos aires. Es el suburbio, pero un suburbio gigante y muy urbanizado. Hay diferentes zonas: algunas muy lindas, otras muy feas. Viven más de 13 millones de personas de todas las clases sociales. Hay asentamientos de extrema pobreza y barrios cerrados de extrema riqueza, a veces pegados uno al otro".
"Entre esos extremos, se encuentra el resto del espectro social que vive en esa zona. Está dividido en municipios con su propio gobierno. Algunos son gigantes y deciden elecciones nacionales, y otros son pequeños. Hay muchos estudios sobre esta zona que el interesado puede buscar en internet. La historia transcurre en uno de estos municipios, San Miguel, que es donde yo vivo hace 12 años. Todo lo que se ve en la historieta son lugares reales: la plaza, la escuela, el barrio del final, la autopista, el galpon del gordo brasil y el taller mecánico. Es más fácil sacar de la realidad que imaginarse las locaciones".
"La policía bonaerense tiene una larga historia de corrupción"
"Los dos policías que controlan a los vampiros son un invento -comenta Angel-, obviamente no existe esa división de la policía bonaerense, pero se me ocurrió que seria divertido que a los vampiros los controle el Estado para que no hagan cagadas. Eso habla bien del Estado en todo caso. Pasa que los que llevan adelante al Estado no siempre son aplaudibles o transparentes".
"En el caso de la policía bonaerense, tiene una larguísima historia de corrupción, fusilamientos, torturas y demás ilegalidades. Hace unos años se está intentando sanearla, con mayor o menor éxito. En la época en que transcurre La Calambre (2003), el saneamiento no venia siendo muy exitoso. Y es una fuerza del orden a la que la gente le tiene miedo, no respeto. Se intentó darle un tono descontracturado con programas de televisión, etc, pero el pasado oscuro me parece a mí que es indeleble. Yo los detesto. Toda mi adolescencia la pasé con terror a la policía, porque había razzias, detenciones sumarias y ejecuciones (los tristemente famosos casos de gatillo fácil). Son sensaciones que no puedo olvidarme. Ahora soy grande y no les tengo miedo, pero no puedo salir a la calle sin mis documentos".
"No habrá nuevas historias de estos vampiros"
Angel asegura que no habrá nuevas historias de los protagonistas de La Calambre, pero proyectos no le faltan: "Ahora mismo trabajo como dibujante de notas periodísticas en un portal de internet, como dibujante de historietas semanales en un diario y también colaboro en revistas de música, de deportes y en dos diarios regionales haciendo dibujos e historietas autobiográficas. Todo esto se puede ver también en mi blog (www.granjerodejesu.blogspot.com)".
"A veces hago encargos para el extranjero y cada tanto colaboro en una revista de historietas local. Dentro de mis proyectos está hacer un libro de historietas por año, solo o con mi socio el guionista Federico Reggiani. Queremos editar Tristeza (post-apocalíptica), una serie que terminamos hace poco y que salió en la revista 'Fierro'".
"También queremos hacer la segunda parte de Vitamina Potencia (una de luchadores de catch, de la cual salio un libro ya) y actualmente estamos trabajando con Fede en un nuevo libro sobre una invasión extraterrestre. Mi proyecto más ambicioso es que me inviten a todos los festivales de historieta del mundo, pero no sé si vengo bien encaminado. Gracias!"