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La Justicia reconoce a la hija de una criada como heredera de un terrateniente fallecido

  • La mujer fue fruto de la relación que mantuvieron en la década de los 40
  • El propietario de la finca El Coronil, Sevilla, dejó una herencia de 15 millones
  • Emprenderá un segundo juicio para reclamar la herencia que le corresponde

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Un juzgado de Sevilla ha dictado una sentencia en la que declara demostrado que un terrateniente, ya fallecido y con una herencia valorada en 15 millones de euros, tuvo una hija con una criada tras una relación que mantuvieron en la década de los 40 en una finca de El Coronil (Sevilla).

La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, señala que Sofía R.H. es hija de un acaudalado ganadero, hijo único y que murió en 1970 con 47 años, quien mantuvo con la criada una "intensa relación de amor".

La hija de la criada ha manifestado a Efe su satisfacción por la sentencia, y ha explicado que su abogado Fernando Osuna emprenderá ahora un segundo juicio para reclamar la herencia que le corresponde, que se puede centrar en unos 15 millones de euros.

Esta sentencia se ha dictado después de más de cinco años de juicio y numerosas pruebas a testigos y documentales, pero principalmente la del ADN con el otro hijo del ganadero, ya que éste fue incinerado, algo que el juzgado ha entendido que se hizo para dificultar la averiguación de los hechos.

La mujer, que murió hace siete años, trabajaba en las faenas agrícolas desarrolladas en la finca de la familia en El Coronil, donde se inició el idilio, que duró más de cuatro años y que se rompió porque los padres del hombre se oponían a que continuara la relación, ya que no querían que se casara con una persona sin su posición económica y social.

La familia convenció a la criada para que volviese a su pueblo a dar a luz, con la promesa de que en breve volvería a vivir con ellos como la legítima esposa de su hijo junto a su descendencia.

Concertó el matrimonio con otra mujer

Tras el abandono de la finca por parte de la criada, la familia concertó el matrimonio de su único hijo con una mujer de su misma clase social, de cuyo matrimonio sólo nació un hijo, actual y único heredero de sus bienes.

El ganadero mostraba su descontento por la forma de pensar y de actuar de sus padres, pero transcurrido un cierto tiempo desde el nacimiento de su hija, desatendió las necesidades de la niña por la presión que ejercían sus padres.

Sin embargo, el deseo que tenía por ver a su hija hacía que fueran frecuentes las visitas a la salida del colegio para verla y, en ocasiones, que llevara una cámara de fotos para hacerle fotografías, una presencia que era llamativa en El Coronil, ya que se trataba de un señor de familia rica.

Además, hubo muchos intentos del padre del demandado de ayudar económicamente a su hija, lo que puso de manifiesto en cartas que mandaba a la criada y en contactos personales.

La demandante siempre ha sostenido que la historia de amor de su madre y el terrateniente nunca se interrumpió, ya que él siguió viendo a la criada a escondidas durante muchos años y mantuvo interés por su hija, aunque nunca llegó a reconocerla como tal debido tanto a su pronta muerte, acaecida en 1970 con 47 años, como a la presión familiar.

El juzgado entiende que existen muchas pruebas de las que se extraen "vestigios inequívocos de la relación amorosa o sentimental", como son las fotografías que se hicieron a la hija, el nombre que se le puso, las declaraciones de testigos o que se incinerara el cadáver del hombre para evitar la prueba de ADN.

Ahora comenzará un segundo juicio para reclamar al hijo la parte que le corresponde de la herencia.