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Retornos industriales, un beneficio en riego

  • El sector aeroespacial español generó en 2011 unos 800 millones de euros
  • En Defensa los retornos por euro invertido se estiman entre dos y cuatro

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El helicóptero Tigre es fruto de la cooperación internacional española y se fabrica en nuestro país.
El helicóptero Tigre es fruto de la cooperación internacional española y se fabrica en nuestro país.

Espacio y Defensa son dos sectores punteros en los que España, desde hace décadas, participa como un actor destacado.

Su actividad ha permitido situar a nuestro país en un puesto relevante en el ámbito internacional y exportar la denominada “marca España”. De ellos, además, obtiene valiosos retornos industriales y empleo cualificado… aunque ambos son de los más afectados en este 2013 por los recortes presupuestarios.

Nuestro país comenzó su carrera espacial hace más de 40 años. En este tiempo se han puesto en órbita decenas de satélites gubernamentales y privados de telecomunicaciones, observación o los nanosatélites científicos desarrollados por diversas universidades, entre otros.

Firmas como Hispasat, Hisdesat, EADS Casa Espacio, GMV, Sener, Tecnobit, Thales Alenia Space o Deimos, entre muchas otras, han puesto a nuestra industria en primera línea internacional y han hecho del sector aeroespacial un mercado "estratégico y rentable" que en 2012 generó unos 800 millones de euros y dio empleo de alto contenido tecnológico y científico a miles de personas, 3.200 de ellas de forma directa.

De las instalaciones de estas compañías salen sistemas de última generación, piezas fundamentales de satélites y estaciones de seguimiento… o aparatos punteros, como el laboratorio meteorológico instalado en el Mars “Curiosity” Rover de la NASA.

España, miembro fundador de la ESA, era hasta ahora el quinto país europeo que más invertía en el sector espacial. Con la reducción presupuestaria impuesta por la crisis financiera ha pasado a ocupar el decimosegundo lugar.

Un mercado en auge

Pese a todo, las contribuciones vuelven en forma de contratos para la industria española y con acceso a tecnologías e investigación para la comunidad científica nacional. Y es que la actividad espacial es, además de beneficiosa, un mercado en auge que fomenta el desarrollo social, económico y tecnológico.

En 2011, según datos de Euroconsult, la actividad espacial mundial generó 54.000 millones de euros y el futuro parece prometedor. Asia, África y Latinoamérica son mercados emergentes que se sumarán a los clientes gubernamentales y privados que ya cuentan con presencia en el espacio.

Las estimaciones de Euroconsult para el periodo 2009-2018 hablan de un negocio de 178.000 millones de euros y del lanzamiento de 1.185 satélites de comunicaciones, meteorológicos, navegación, observación, etc. No estar preparado supondrá perder una parte del pastel que ha costado años ganar.

Caso similar es el de Defensa. La industria militar española está entre las diez mayores del mundo. Sus actividades tienen una notoria repercusión positiva en el PIB con decenas de miles empleos directos y más de 160.000 en puestos indirectos.

Casi todo el negocio de Defensa se concentra en cinco grandes empresas: los astilleros públicos de Navantia, EADS-CASA, Airbus Military, INDRA y Santa Bárbara Sistemas. La mayoría de ellas situadas entre las primeras del mundo.

En un momento de crisis y debilidad económica el Gobierno estudia fórmulas para proteger a esta industria “estratégica” ante posibles adquisiciones no deseadas llegadas desde el extranjero.

Y es que la rentabilidad es elevada. Por cada euro se obtiene casi el doble de beneficios en la actividad económica y se multiplican por cuatro a través de exportaciones y de retornos industriales que se reciben durante décadas.

Además de proporcionar autonomía en áreas críticas de soberanía y de gozar de gran prestigio por su calidad, los productos fabricados en España han permitido obtener contratos de exportación valorados en miles de millones de euros que estimulan grandes polos tecnológicos e industriales.

En ellos se realizan importantes esfuerzos económicos para convertirlos en motor de desarrollo, mejorar la competitividad, aumentar las exportaciones y garantizar la solvente participación española en proyectos internacionales.

Algunos de estos programas son las fragatas F-100 fabricadas en Ferrol que patrullan en aguas del Índico o los aviones de transporte estratégico A-400 M ensamblados en Sevilla, aparatos que permitirán no depender de terceros en los desplazamientos a las misiones en el extranjero como Afganistán o Líbano.

Política de cooperación

Para rentabilizar las inversiones en el exterior, el Ministerio de Defensa aplica desde 1983 una política de cooperación cuyo retorno es de carácter industrial o tecnológico y de un valor igual o similar a la compra realizada en el exterior. Esto se lleva a cabo a través de los denominados Acuerdos de Cooperación Industrial (ACI).

El camino se inició con la compra de 72 aviones F-18 al Gobierno estadounidense en mayo de 1983. Desde entonces España ha desarrollado un modelo muy eficaz de compensaciones y cooperación industrial fuera de nuestras fronteras.

Se hace en forma de colaboraciones bilaterales o multilaterales: como Eurofighter, Meteor, Helios, Pléiades y Vulcano; a través de programas de la EDA (Agencia Europea de Defensa) o de la Organización Conjunta de Cooperación en Materia de Armamento (OCCAR): como el helicóptero Tigre o el avión de transporte estratégico A-400M; o de organizaciones supranacionales como la Unión Europea y la OTAN.

De los retornos generados se han beneficiado cientos de empresas españolas. La ganancia no ha sido solo económica, también se han promovido avances tecnológicos que han permitido a muchas firmas convertirse en nombres de referencia internacional y en una alternativa industrial fiable y eficiente, con un altísimo nivel de tecnología punta.

Gracias a ello las exportaciones de productos nacionales han sido, estos últimos años, un filón. La industria española de Defensa aumentó un 128 por ciento sus exportaciones en 2011 respecto al año anterior y en cartera podría haber grandes pedidos en el futuro, como buques de Navantia o aeronaves de EADS. Otra vía para obtener beneficios y retornos es la diversificación.

Aplicar en la vida civil soluciones en campos como las telecomunicaciones, materiales avanzados, transporte o textiles, por citar alguno, … tiene un retorno “multiplicador”.

Por ello, en esta coyuntura de recortes presupuestarios y crisis económica, invertir en I+D+i e impulsar en nuestro país el desarrollo de una base industrial y tecnológica eficaz y competitiva en el mercado internacional es un desafío al que se debe dar respuesta. Encontrar clientes y programas aeroespaciales y de Defensa asegurará, en las próximas décadas, la supervivencia y rentabilidad de estos sectores y de los empleos que generan.