El mundo onírico de Cildo Meireles se instala en el Retiro madrileño
- El artista conceptual brasileño reintepreta la modernidad
- El Reina Sofía muestra obras nuevas en el Palacio de Velazquez
- Las instalaciones juegan con la capacidad sensorial del visitante
Vamos pisando tablas de madera recubiertas de goma para no resbalar, y viendo al frente un infinito cielo azul. De pronto somos conscientes de que estamos pisando un espigón y al llegar, al final, contemplamos el mar. Parece surcado por pequeñas olas. Y entonces recordamos que en realidad estamos dentro de un palacio, el de Velázquez, en el corazón del Parque del Retiro.
Recorriendo la muestra que ha organizado aquí el Museo Reina Sofía con bajo el título Cildo Meireles, el nombre del autor de este microcosmos con afán de inmensidad concentrado en un palacio de ladrillo concluido en 1883 por el arquitecto Ricardo Velázquez y que pareciera haber sido concebido para albergar estas obras.
Miramos con más detalle las olas y nos damos cuenta de que son, miles de hojas de papel, fotografías de otros mares. En realidad, según la descripción del artista brasileño, 17.000 libros formando un océano. Él tituló esta obra Marulho (El murmullo del mar). Y además del espigón, y del horizonte que no es otra cosa que las paredes de la sala pintadas de celeste, no hay nada más. Tan sólo el sonido reproducido por altavoces que obviamente traslada sonidos costeros. Sencillez apacible en este paisaje tan bien facturado.
Es tan sólo una de las obras nuevas o menos conocidas de este artista brasileño nacido en Río de Janeiro en 1948 y que ha trabajado "las nuevas posibilidades de redefinición del arte conceptual partiendo de una relación con la experiencia sensorial del espectador, de uso crítico de sistemas de circulación ideológicos y económicos y de una conexión ética con el mundo".
Esa conexión ética con el universo, concluye el folleto de la muestra, es la base de su "permanente interpretación crítica" de la realidad.
Salimos del paisaje marino bajando unas escaleras de metal. Y subimos otros peldaños igualmente grises par contemplar una especie de rueda con imágenes de paisaje marino con gaviotas; aves cuyo sonido escuchamos perfectamente. Pero realmente lo curioso es que mirando hacia abajo vemos a cuatro jóvenes vestidos de blanco que empujan la parte inferior de la rueda, tirando de una especie de remos que sobresalen.
"Es una especie de metáfora de la esclavitud", nos aclara el encargado de información de la exposición acerca de Abajur (Lámpara). Nos cuenta también que los "remeros" descansan de vez en cuando y son remplazados cada cuatro horas por un nuevo grupo de "esclavos".
Velas, huesos...y tu
Estas dos que hemos contado serían quizás las dos instalaciones más curiosas de la muestra pero no son las únicas que sorprenden. Así por ejemplo, observamos atónitos como sobre una superficie rellena de miles huevos de madera pintados de blando un plano del que sobresalen miles de balas se inclina amenazadoramente. Pero la catástrofe no llega a producirse: la instalación Amerikka -finalizada en 2013- es estática.
O la inquietante 'Olvido': una tienda de campaña (como la de los indios de las películas) hecha con 6.000 billetes de países americanos, rodeada de 3 toneladas de huesos (no se especifica la procedencia). La tienda y los huesos están limitados por un muro circular hecho con 63.900 velas de cera.
Y ya en tamaño más reducido, Meireles resalta y "reinterpreta" un sinfín de objetos cotidianos: un fajo de billetes (de reales, moneda de Brasil), un página de de anuncios por palabras o una caja de madera donde ha colocado un mapa y un ovillo de hilo industrial que representa 30 kilómetros de tierra brasileña.
Salimos como de un sueño al exterior donde nos espera una mañana de finales de primavera que podría ser de otoño: sol suave y un poco de viento,