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'Hannah Arendt', la soledad de la pensadora de fondo

  • Margarethe von Trotta presenta en su película sobre la filósofa
  • El Festival de cine alemán de Madrid dedica una retrospectiva a la directora

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Tráiler de 'Hanna Arendt'

En mayo de 1960, Adolf Eichman, uno de los nazis responsables de transportar prisioneros a los campos de concentración de Polonia, fue secuestrado en Argentina por el Mossad. Un año después comenzó su juicio en Jerusalén, el proceso más importante tras los juicios de Nuremberg. El New Yorker tomó la audaz decisión de ofrecer a la filósofa Hannah Arendt, considerada ya entonces una de las más importantes pensadoras políticas del siglo, una serie de reportajes sobre el jucio. Arendt, judía, alemana, y nacionalizada estadounidense, escribió los reportajes que desembocaron en un libro capital: Eichmann en Jerusalén. Pero la onda expansiva de su teoría sobre el holocausto generó una reacción que desestabilizó su vida.

La directora alemana Margarethe von Trotta visita estos días Madrid con motivo de la retrospectiva que el Festival del cine alemán dedica a su obra. Y para presentar Hanna Arednt, la crónica de aquellos días, que se estrena el 21 de junio en España. Musa de Fassbinder en su época de actriz, exmujer del también director Volker Schlöndorff y con 23 películas tras la cámara, la cineasta huye de ser calificada como especialista en biopics (ha filmado la vida de Rosa Luxemburgo o Hildegarda de Bingen) y se declara encantada con el homenaje.

“No es precisamente que me vea como una directora de biopics. Rosa Luxemburgo iba a ser la última película de Rainer Fassbinder y Hannah Arendt fue un encargo de un productor”, aclara. “Luego es verdad que es como una semillita que plantan en mi cabeza que empieza a crecer a expandirse y ya no me libro de ella”.

Sin embargo, la figura de Arednt encaja su obra y en su vida: Von Trotta también fue considerada apátrida en su infancia y sus filmes están poblados de mujeres fuertes. “Al rodar con personajes reales te sientes menos libre, más responsable. Todos el tiempo te estás diciendo que tienes que ser justa con el personaje”, explica. “En este caso son dos mujeres inteligentes y convives con el miedo de no plasmar con la suficiente grandeza el talento de esa dos personas en la pantalla”, comenta en alusión también al personaje de la escritora Mary McCarthy, amiga de Arednt.

Lejos de la hagiografía, Hanna Arednt describe un momento clave (que resume una vida y gran parte de un siglo) de una figura que se agranda con el tiempo. Su sucesiva denuncia del nazismo, el comunismo totalitario, el sionismo intransigente o el racismo estadounidense, la sitúan, en perspectiva, en una privilegiada atalaya moral.

La banalidad del mal

La teoría de Arednt sobre la ‘banalidad del mal’, considerando a Eichman un mero burócrata que sencillamente siguió las normas porque evitaba pensar como individuo, le granjeó enemistades con el estado de Israel y la comunidad judía neoyorquina. Hanna Arednt, que afirmaba “no amar a ningún pueblo solo a mis amigos”, soportó la presión de ofender a un estado y a una religión, pero no la ruptura de los lazos de su círculo más íntimo.

“Ella no creó el concepto de la banalidad del mal, lo heredó del filósofo Karl Jaspers”, precisa la directora. “No vio a Eichman como una persona que encarnara el mal sino a alguien mediocre. Pero ella no defendió que no fuera culpable, al contrario. Aunque tampoco vale interpretarlo como que todos son culpables, porque entonces ninguno asume ninguna responsabilidad concreta. Fueron interpretaciones erróneas. Probablemente no hubiera pronunciado la expresión de 'banalidad del mal' si hubiera visto cuáles fueron las interpretaciones y reacciones a posteriori”.

Los hechos narrados están protagonizados por un microcosmos de ‘celebrities’ intelectuales zarandeadas por el sionismo y el nazismo. La relación de Arednt con el filósofo Martin Heiddeger (fueron profesor y amante en los 30, antes de que él abrazara el nazismo) ejemplifica los valores de Arednt: veinte años después retomaron el contacto por encima de rencores ideológicos.

Barbara Sukowa es Hannah Arednt

Para documentar el guion, además de apoyarse en los escritos de Arednt, Von Trotta contactó a lo largo de la pasada década con asistentes, alumnos y conocidos de Arednt, aunque la mayoría de ellos ya han fallecido y no han podido ver el resultado final. “Realmente me contaron cosas muy personales y privadas de Hannah que no están presentes en si biografía”.

Y confió la interpretación de la pensadora a su actriz fetiche, una enorme Barbara Sukowa. “Es la sexta película que hacemos. ¡No puedo vivir sin ella!”, dice mientras ríe. “En la próxima también trabajamos juntos pero no es una personaje histórico”.

La película, presentada el año pasado en el Festival de Toronto, ya ha sido estrenada en los países más ‘sensibles’ a su temática: Estados Unidos, Alemania e Israel. “Ha sido muy bien recibida en todos los sitios”, dice. “De hecho, en Israel me esperaba más críticas de las que recibimos, que fueron muy pocas. Eso sí, en Nueva York, publicaciones judías sí que han criticado la película".