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Las armas químicas en Siria, una "línea roja" muy difusa para Obama

  • El uso de estas armas es muy difícil de probar
  • Republicanos y demócratas presionan a favor de una línea más dura
  • EE.UU. aún no ha precisado qué tipo de armas enviará a los rebeldes

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, durante un acto en la Casa Blanca, el 13 de junio
El presidente de EE.UU., Barack Obama, durante un acto en la Casa Blanca, el 13 de junio.

"Nuestra comunidad de inteligencia ha determinado que el régimen de Asad ha usado armas químicas, incluyendo el agente nervioso sarín, a pequeña escala, contra la oposición en múltiples ocasiones el último año". Así justificó Ben Rhodes, viceasesor de seguridad nacional del presidente estadounidense, Barack Obama, la decisión de enviar armas a los rebeldes.

Rhodes no dio detalles sobre dichos informes de la "comunidad de inteligencia": ni en qué pruebas se basan, ni si han sido constrastados por institutos o laboratorios internacionales. Tan solo aseguró que las conclusiones ofrecen una "alta confianza" y provienen de "fuentes múltiples e independientes" de información.

Según el New York Times, que cita fuentes anónimas, existe un documento de la CIA que incluye análisis de muestras de sangre, orina y pelo de dos rebeldes sirios, uno muerto y otro herido, que tomaron parte en un enfrentamiento con tropas sirias a mediados de marzo en el noreste de Damasco. Estas muestras revelarían que habían sido expuestos a gas sarín.

Sin embargo Rusia, uno de los aliados internacionales de Siria, cree que dichas pruebas pueden ser falsas, mientras la OTAN y la UE han pedido que una comisión internacional investigue las alegaciones.

Difícil de comprobar

Hasta ahora, EE.UU. había hablado de "indicios" de que el régimen sirio había usado agentes químicos, indicios que ahora se habrían convertido en certezas. Asad habria violado la "línea roja" marcada por Obama: el uso de armas químicas contra su propio pueblo.

El momento actual recuerda a aquel en el que otro presidente   estadounidense, George W. Bush, afirmó sin lugar a dudas que Sadam   Hussein poseía armas de destrucción masiva. El entonces secretario de Estado, Colin Powell, llegó a presentarse en la ONU con un despliegue de   fotografías por satélite, pero tras la invasión las armas nunca   aparecieron.

El uso de armas químicas, así como su atribución a uno u otro bando de la guerra en Siria, no es tan fácil de demostrar. Así lo explicaba el teniente coronel Francisco Berenguer Hernández, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), dependiente del Ministerio de Defensa, en un documento publicado el pasado mayo.

"Las apreciaciones visuales, las muestras obtenidas no se sabe de qué modo que posteriormente llegan a laboratorios situados fuera del territorio sirio, los posibles equipos de inspección independientes que serían dirigidas por las autoridades de uno u otro bando por el territorio bajo su control, y todos los demás intentos de verificación son indignos de confianza en la situación actual", escribe Berenguer.

El analista español señala que las denuncias de uno y otro bando "carecen de crédito (...) incluso cuando incluyen los testimonios de profesionales cualificados, como los médicos sirios, que al declarar sobre la naturaleza de las lesiones de los heridos pueden estar sometidos a coacción o actuar por intereses partidistas".

Berenguer añade que la intervención militar que piden algunos en Washington  tendría en cualquier caso que ser anterior y no posterior a la confirmación, sin ningún lugar a dudas, del uso de armas químicas.

"La utilización de (...) aeronaves convencionales o laboratorios desplegables, que pudieran tomar las muestras y garantizar la cadena de custodia de las mismas hasta su análisis en los laboratorios independientes técnicamente cualificados, requieren del pleno consentimiento y apoyo de las autoridades y total libertad de movimientos en el conjunto del territorio sirio, circunstancia que en mitad de la guerra civil en curso es evidentemente imposible", explica.

Obama, bajo presión

Quizá precisamente por esa dificultad para probarlo, Obama se marcó a sí mismo esa "línea roja" como único motivo que  justificaría una implicación militar.

¿Por qué ahora ha decidido que esa línea se ha cruzado? La supuesta confirmación del uso de gas sarín llega cuando Obama está recibiendo presiones de dentro y de fuera para adoptar una postura más dura frente a Asad.

Dentro de la propia Casa Blanca hay quienes abogan por una implicación más directa, que limite los movimientos del Ejército y la Fuerza Aérea sirias. En el Congreso, los republicanos, encabezados por el excandidato presidencial John McCain, han pedido reiteradamente una campaña aérea.

El último en sumar presión sobre Obama ha sido el expresidente Bill Clinton, en una entrevista esta misma semana, según recoge el diario web Politico.

"La única cuestión es: ahora que los rusos, los iraníes y Hizbulá están desaforados, a toda velocidad, ¿debiéramos intentar hacer algo para ralentizar sus ganancias y reequilibrar el poder para que estos grupos rebeldes tengan una oportunidad decente de ganar?", dijo Clinton.

Sus palabras se refieren a un acontecimiento, este sí muy real, que puede haber inclinado la balanza del lado de los halcones: la caída de la localidad fronteriza de Qusair en manos de tropas sirias y de milicianos de Hizbulá.

En este contexto, como explica el NYT, "designar formalmente al gobierno de Asad como alguien que usa armas químicas hará más fácil para Obama recabar el apoyo de Reino Unido, Francia y otros aliados para medidas más amplias".

Armas y municiones, pero no artillería antiaérea

Hasta dónde está dispuesto a llegar Obama en esta nueva fase, es algo que está por ver. De momento, su administración no ha precisado qué tipo de armas recibirán los rebeldes del Consejo Militar sirio.

Podrían incluir armas ligeras y munición, pero la entrega de artillería antiaéra y armas antitanque, tal y como han exigido repetidamente los opositores, no se ha aprobado de momento. Tampoco hay, por ahora, ninguna intención de establecer zonas de exclusión de vuelos.

Otro asunto que preocupa en Washington y en Europa es de qué manera evitar que estas armas caigan en manos de grupos islamistas que luchan contra Asad y que han declarado su vinculación con Al Qaeda.

En cualquier caso, la entrega de armas podría ser ilegal desde el punto de vista de la legislación internacional, ya que el de Bachar al Asad sigue siendo el gobierno internacionalmente reconocido en Siria.