Obama y Putin constatan sus diferencias sobre Siria en la cumbre del G8
- Los dos líderes se han reunido dos horas al margen de la cumbre
- EE.UU., dispuesta a suministrar armas a los rebeldes; Putin apoya a Al Asad
Estados Unidos y Rusia han escenificado otra vez sus divergencias respecto a la salida del conflicto en Siria, esta vez en la cumbre del G8 en Belfast, pero han dejado una puerta abierta a que el fin de la violencia llegue mediante una negociación con las partes enfrentadas.
Después de un encuentro bilateral de más de dos horas, los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y de Rusia, Vladímir Putin, han cerrado la primera jornada de la reunión de las potencias del G8, que se celebra en Irlanda del Norte desde este lunes, con unas palabras que confirman que aún están lejos de acercar posiciones sobre Siria.
No obstante, han reconocido la necesidad de "encontrar puntos en común" para acabar con el baño de sangre en el país árabe y que en dos años ha causado la muerte de más de 90.000 personas, así como varios millones de refugiados y de desplazados internos.
La cumbre de Ginebra, en el aire
"He tenido una conversación con Putin sobre la tragedia que se está viviendo en Siria. Compartimos que hay que reforzar la cooperación en este asunto", ha dicho Obama. "(Los dos) queremos parar la violencia y que las dos partes se sienten a negociar", ha dicho por su parte Putin.
Las esperanzas de estas potencias está en la celebración de una nueva cumbre de paz en Ginebra, pero que se está retrasando desde que los jefes de ambas diplomacias la promovieran hace un mes.
No obstante, como ellos mismos reconocieron, sus posiciones aún difieren, pues Washington dice estar dispuesto a suministrar armas a la oposición siria tras asegurar que el régimen de Bachar al Asad ha utilizado armas químicas contra los rebeldes y la población civil.
Putin, por su parte, mantiene su rotundo rechazo a cualquier intento de Occidente de suministrar armas a los rebeldes del país árabe, si bien Moscú continúa justificando su suministro de ayuda militar a Damasco.
También el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha sostenido que "la mejor y única" manera de resolver este conflicto es a través de un proceso de negociación, al tiempo que descartó rotundamente la vía "militar".
Aunque apoyan la solución política, tanto la UE como EE.UU. quieren además un cambio de régimen en el país árabe, mientras que Putin ha reiterado su apoyo a Bachar al Asad, a quien considera uno de sus principales aliados políticos y militares de la región.
El equilibrio que debe alcanzar el G8 respecto a esta cuestión es una misión complicada porque en el tablero sobre el que desarrolla el drama sirio entran en juego otros factores que amenazan con desestabilizar a toda la región.
El G8 reconoce que cualquier negociación futura debe tener en cuenta, por ejemplo, la lucha de poder entre las comunidades musulmanas suníes y chiíes en Siria o el enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí, sin olvidar los propios intereses geopolíticos de EE.UU. y Rusia en Oriente Medio.
Aprovechando que este conflicto está acaparando la atención de la cumbre, el presidente sirio, Bachar al Asad, ha advertido de que Europa "pagará el precio" de armar a los rebeldes, ya que considera que todos son terroristas.