Morsi ofrece enmendar la Constitución egipcia ante las protestas previstas para este domingo
- Culpa a "los enemigos de la revolución" de la polarización de la sociedad
- Reconoce haber cometido "muchos errores" pero no detalla soluciones
- El discurso es el preludio a la manifestación convocada para pedir su renuncia
El presidente egipcio, Mohamed Morsi, ha anunciado este miércoles, más como un gesto que como un movimiento político real, la formación de un comité, formado por representantes de todos los partidos, en el que se propondrán enmiendas a la Constitución egipcia.
Lo ha hecho en un discurso televisado que ha durado más de dos horas, para hacer balance de un año de mandato, y que responde al descontento de una población que, tras más de dos años desde la revolución del 25 de enero, no ha visto cumplidas ninguna de sus demandas.
Aunque el presidente ha defendido la actual Constitución -cuya aprobación a finales del año pasado en referéndum creó una brecha entre islamistas y laicos que no ha dejado de aumentar- ha explicado que ha ordenado la formación de un comité independiente que estudie posibles enmiendas a la Carta Magna y un segundo comité para trabajar en la "reconciliación nacional".
Él mismo ha destacado la división en la que está sumida el país. "La polarización y las disputas políticas han llegado a un estado que pone en peligro nuestra incipiente experiencia democrática y amenaza con llevar al país a un estado de caos".
Los "enemigos" de la revolución
Ha comenzado su discurso reconociendo haber cometido "errores en muchas ocasiones" pero, sin entrar en detalles, pronto ha pasado a culpar a "los enemigos de la revolución" de la mala situación por la que atraviesa el país.
Mursi ha cargado contra los "restos" del anterior régimen de Hosni Mubarak que, según ha dicho, quieren destruir la democracia. "La revolución tiene enemigos aquí y en el extranjero", ha destacado y ha acusado a muchos opositores de aliarse con los leales al antiguo régimen.
Sus referencias a la revolución han sido continuas y ha nombrado con nombres y apellidos a políticos, jueces y periodistas, a modo de lista negra, de aquellos que, bajo su punto de vista, están boicoteando los objetivos de la revolución.
"¿Es Ahmed Shafiq un revolucionario?", ha preguntado en referencia al que fuese su rival en las elecciones y exprimer ministro en la época de Mubarak. "Está perseguido por la justicia, ha huído al extranjero y pide que se derroque al Gobierno ¿No es eso un crimen?," ha preguntado a un auditorio que le ha interrumpido en diversas ocasiones con aplausos de sus seguidores.
La misma pregunta ha hecho con el expresidente del sindicato de la prensa y otras figuras públicas. También se ha referido a aquellos que han protagonizado protestas en los últimos meses, a los que ha acusado de incitar a la violencia. "¿Cómo puede ser aceptable que un hombre con un arma se llame revolucionario?", ha clamado.
Frente a las críticas de la oposición, Morsi ha intentado defender el año que lleva frente al poder y ha admitido que es necesario "consolidar la alternancia en el poder" dentro del sistema democrático, si bien no se plantea convocar elecciones anticipadas como le piden.
Mientras, en la plaza Tahrir, centro y símbolo de las protestas que derrocaron el régimen de Hosni Mubarak, miles de egipcios han seguido el discurso entre gritos pidiendo la dimisión del presidente.
Respuesta al movimiento "Rebelión"
Morsi se ha dirigido a la nación días antes de que tenga lugar la manifestación convocada desde hace semanas para pedir que el presidente abandone el poder y se convoquen elecciones anticipadas.
La marcha ha sido convocada por el movimiento Tamarod (rebelión), que es una amalgama de movimientos opositores, así como de ciudadanos decepcionados con el Gobierno de los Hermanos Musulmanes.
Desde hace más de un mes, recogen firmas que piden la salida de Mursi y hace pocos días anunciaban haber conseguido su objetivo: 15 millones de firmas, cifra que supera el número de votos conseguidos por Mursi en la segunda vuelta de las elecciones de hace un año.
Ante las evidencias de una economía que lleva dos años cuesta abajo y el descontento de buena parte de la población, Morsi ha querido defender este miércoles su gestión pero, lejos de convencer, muchos opositores han recibido el discurso del presidente como una muestra de soberbia que, lejos de llevar a la reconciliación, ha enardecido los ánimos.
El domingo se cumple un año desde que Morsi llegara al poder y tanto opositores como leales al presidente saldrán a la calle en una nueva demostración de fuerza, con el riesgo de que se produzcan nuevos enfrentamientos, como los que se han producido en múltiples ocasiones a lo largo del año, los últimos este mismo miércoles en la ciudad de Mansura, en el Delta del Nilo, donde ha muerto una persona.
Ante la certeza de que una buena parte de los que se movilizan contra él son jóvenes, el presidente ha reconocido que "algunas fuerzas, como los jóvenes no encuentran su espacio en los partidos políticos".
Deuda acumulada
Egipto lleva meses negociando con el Fondo Monetario Internacional un crédito de casi 5.000 millones de dólares, necesarios en un momento en el que la falta de liquidez ahoga al Estado.
La crisis económica que atraviesa el país se ha agravado en el último año y afecta a todos los sectores económicos. Ante la evidencia, Morsi ha explicado que los problemas económicos no se pueden resolver en un año debido a la deuda herencia de Mubarak.
La falta de divisa extranjera, un sistema de subsidios insostenible y la desaparición de la inversión y del turismo desde 2011 han sumido al país en una crisis que el Gobierno egipcio trata de solventar a través de créditos provenientes de Cátar o Turquía, a la espera de la inyección del FMI, que a cambio exige recortes en los subsidios y subidas de impuestos.
Egipto importa bienes básicos como el trigo -es el primer importador mundial- o la gasolina y la pésima situación de las cuentas del Estado ha llevado a los egipcios a esperar durante horas frente a las gasolineras para conseguir unos litros de combustible o a enfrentarse a una inflación incontenible.
"Desearía poder esperar en una de las colas de las gasolineras", ha dicho Morsi. "Queremos que el pan subvencionado sea para aquellos que lo merecen", ha apuntado, y ha recordado que hay 20 millones de egipcios que viven en la pobreza, un cuarto de la población.
El presidente también ha lamentado la falta de turistas y ha echado la culpa a las protestas. "¿Cómo van a venir turistas mientras las carreteras están cortadas y los enfrentamientos sean frecuentes?".
"Las continuas convocatorias de manifestaciones han costado a la economía más de 15 millones de dólares el último año", ha indicado. "Si no hubieramos sufrido esta pérdida, no habríamos necesitado el préstamo del FMI".
Sin embargo, la oposición le acusa de seguir la misma política económica que Mubarak y recuerda que las protestas son una consecuencia de su mala gestión e incapacidad de alcanzar el consenso.
La popularidad de Morsi no ha hecho más que retroceder y, frente al 70% que le apoyaba cuando alcanzó el poder en junio de 2012, ahora sólo 4 de cada 10 egipcios le respalda, según las últimas encuestas, que reflejan también la falta de apoyo a los partidos políticos de la oposición.
Los jóvenes liberales que impulsaron la revolución creen que, lejos de haber conseguido el "pan, libertad y justicia social" demandados, estos dos años y medio han sido un retroceso.