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El fútbol y las protestas sociales vuelven a encontrarse en choques violentos en Brasil

  • En las afueras del estadio del España-Italia en Fortaleza hubo disturbios
  • Las protestas se sucedieron en Brasil, Río de Janeiro y otras ciudades
  • Seis personas han muerto hasta el momento 

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Los manifestantes vuelven a enfrentarse a la Policía en Brasil con motivo de la Copa Confederaciones

Después de los graves disturbios ocurridos el miércoles en Belo  Horizonte, donde se disputó el partido semifinal entre Brasil y Uruguay, los enfrentamientos más graves ocurrieron esta madrugada cerca del estadio Arena  Castelao, en Fortaleza y donde jugaban España e ItaliaLos manifestantes aprovechan la atención por la Copa Confederaciones para airear sus reclamaciones.

Como en anteriores ocasiones, un pequeño grupo de manifestantes, de entre los 5.000 que participaron en la protesta, intentaron atravesar un bloqueo de la Policía para llegar al estadio.

Derrumbaron parte de las vallas metálicas, arrancaron señales de tráfico y lanzaron piedras y otros objetos a los agentes antidisturbios, que respondieron con gases lacrimógenos y disparos de balas de goma.

El grupo quemó algunos vehículos y dirigió su furia en particular hacia automóviles de la prensa. Unas siete personas resultaron heridas y hubo decenas de detenidos, según fuentes policiales.

La protesta fue organizada por estudiantes y reforzada por militantes de grupos como el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y otras organizaciones sociales.

Protestas por todo el país

En Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, limítrofe con Argentina y Uruguay, un grupo reducido de otros 5.000 manifestantes que participaron en la protesta también se enfrentó a la policía, pero en el resto del país las movilizaciones fueron pacíficas y de menor tamaño que en días anteriores.

En Río de Janeiro otras 5.000 personas se congregaron en el centro con numerosas reclamaciones, entre ellas el rechazo al gasto público por la organización de la Copa Confederaciones y el Mundial de 2014.

Para Paulo Henrique Lima, de 24 años, que lideraba a los manifestantes en un automóvil con altavoces, el objetivo era "llevar a personas para la calle para continuar la lucha", según señaló a la agencia Efe.

En la movilización participaron algunos indígenas que fueron desalojados de un antiguo museo en Río de Janeiro por las obras para el Mundial. También había un grupo de bomberos que pedía una base salarial nacional para profesionales de seguridad pública.

El subteniente Macedo dijo a Efe que los bomberos aprovechaban la insatisfacción popular para presionar al Gobierno para avanzar en ese proyecto de ley. "Tenemos que usar este momento para ver si los políticos nos prestan más atención", dijo.

En Brasilia,  unos 3.000 estudiantes marcharon para exigir que el 10 % del Producto Interior Bruto (PIB) se destine a la educación. También protestaron contra la corrupción, la homofobia y demandaron mejores servicios públicos, entre otros asuntos, reivindicaciones que se han repetido en todo el país desde que las manifestaciones se iniciaran en Sao Paulo el 10 de junio inicialmente por un alza del precio del transporte público.

Un referéndum para calmar los ánimos

Los estudiantes respaldaron la celebración de un plebiscito para forzar una reforma política estancada en el Congreso desde hace quince años, tal como ha propuesto la presidenta Dilma Rousseff.

La mandataria trató el tema en una reunión este jueves con líderes de los partidos de la base oficialista en el Parlamento, según el ministro de Educación, Aloizio Mercandante.

El alto funcionario aseveró que el plebiscito permitirá que la sociedad opine sobre el asunto, pero la "palabra final" la tendrá el Congreso, pues la Constitución dice que las leyes electorales son "de su exclusiva competencia", explicó.

No obstante, consideró que, una vez realizado el plebiscito, "sería impensable que el Congreso se niegue a aceptar lo que el pueblo proponga".

Las manifestaciones ya han tenido efecto en la Legislatura, pues esta semana la Cámara de Diputados rechazó un proyecto de ley que excluía a la Fiscalía de las investigaciones de corruptelas, y además destinó el 75 % de las regalías del petróleo a la educación y el otro 25 % a la salud.

La movilización tuvo su momento álgido el 20 de junio, cuando 1,2 millones de personas salieron a la calle en todo el país, y desde entonces ha perdido fuerza.

Hasta ahora seis personas han muerto. Los últimos fallecidos son un joven que perdió la vida este jueves en el hospital tras caer de un viaducto durante la protesta del miércoles en Belo Horizonte, y un joven de 16 años que falleció en la noche del jueves, tras ser atropellado por un camión durante una manifestación en la ciudad de Guarujá. 

Otras tres personas han muerto atropelladas en protestas y una cuarta sufrió un paro cardíaco tras inhalar gases lacrimógenos.