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Mahler lleva al cómic la novela 'Maestros antiguos' de Bernhard, una reflexión sobre el Arte

  • Nicolas Mahler es uno de los dibujantes alemanes más premiados
  • Es un diálogo contra el arte en general y los pintores en particular

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Fragmento de una página de 'Maestros antiguos', de Mahler
Fragmento de una página de 'Maestros antiguos', de Mahler

Salvo las divertidas obras de Ralph König, en España desconocemos, casi por completo, el cómic que se hace en países del norte de Europa como Alemania o Austria. Por eso, el año pasado, fue todo un descubrimiento el divertido y original libro La teoría del arte versus la señora Goldgruber (sins entido), en el que el ilustrador austríaco Nicolas Mahler nos relataba sus pinitos como falsificador de firmas, su breve carrera como dependiente en un videoclub y varios episodios de su vida como dibujante de cómic. Sobre todo su encuentro con la señora Goldgruber, su agente fiscal, a la que (a pesar de sus reticencias iniciales) conseguía convencer de que un dibujante de cómics es un "artista" y no un simple "dibujante publicitario".

Mahler es uno de los grandes del cómic europeo, que ha recibido numerosos galardones por su obra. Y ahora por fin podemos leer en España otro de sus títulos imprescindibles: Maestros antiguos (sins entido) una adaptación del libro, del mismo título, del austriaco Thomas Bernhard. Uno de sus últimos textos cuando el autor había cedido al pesimismo sobre la raza humana.

Curiosamente los mundos estrafalarios, surrealistas e imposibles de Mahler (poblados por dos tipos de personajes, unos grandes y escuálidos, tan altos como postes de teléfonos; los otros bajos y rechonchos, casi cuadrados, con narices enormes y pies muy cortos) cuadran a la perfección con la comedia negra de Bernhard, en una obra sorprendente, divertida y que nos lleva a pensar cuáles son las cosas realmente importantes de la vida.

El libro propone una revisión de esa obra publicada en 1985, que tiene como protagonista a Reger, musicólogo de fama internacional y crítico del diario The Times. A lo largo de 36 años, Reger ha acudido en días alternos a la misma sala del Kunsthistorische Museum de Viena. En este museo, una mañana sí y otra no, excepto los sábados, día de entrada gratis, Reger ocupa un sitio en el banco situado frente al cuadro El hombre de la barba blanca de Tintoretto.

Un día, esa rutina se rompe y Reger le pide a un amigo que se reúna con él en el museo. Allí, antes de desvelar el motivo de su llamada, Reger desarrolla un diálogo contra el arte en general y contra los pintores en particular.

¿El arte es tan importante?

Bernhard y Mahler aseguran que no hay ningún pintor ni ningún cuadro perfectos, que todos tienen imperfecciones. Y critican a los grandes maestros, sobre todo por su forma de dibujar las manos (lo más difícil). Pero esa crítica esconde una razón más profunda, la de un corazón roto. A la eterna pregunta de ¿qué salvarías de un edificio en llamas, un cuadro irremplazable o a una persona humana?, estos dos autores lo tienen más que claro.

El único pintor que se salva de la quema es Goya, quizá porque su pesimismo y su oscuridad se acercan a las ideas del escritor.

Con ilustraciones en negro y amarillo, y bajo su trazo inacabado pero conciso, Mahler presenta esta adaptación sin perder el humor que sobresale de la obra original, publicada en 1985.

En la actualidad, Mahler trabaja como dibujante y sus ilustraciones se publican en el dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, en el periódico Welt Kompakt y en la revista satírica Titanic.

En 2006 recibió el premio Max und Moritz por su libro La desazón. El autor, además, ejerce de escultor y los coleccionistas pagan unos precios desorbitados por sus mini-esculturas.