Armani, Margiela y Elie Saab mezclan historia y costura en París
Los desfiles de Elie Saab son ajenos a las tendencias y esquivan los cambios. La misma puesta en escena, los mismos vestidos y la misma idea; eso sí, todo enmarcado con buen gusto y aires de elegancia clásica.
Sus diseños repiten esos patrones que tanto gustan a su legión de fans. Vestidos lady con bolsillos en la falda para el coctel, vestidos de manga larga con falda hasta los pies y vestidos sin manga con escote en V y con falda larga.
En esta ocasión, por fin, se desprende del tono nude y tinta su moda en perla, plata, azul oscuro (que reemplaza definitivamente al negro), verde noche y rojo intenso. Siempre en tejidos muy ricos, con falsas transparencias y juegos de bordados en cristal que forman paisajes estelares.
Historia y costura
Frank Sorbier mezcla historia y costura en un desfile que revisa y reinterpreta líneas, siluetas y formas de la Edad Media. Su aguja es pura poesía y está al servicio de prendas que juegan con su identidad.
Vemos minivestidos que recuerdan a la vestimenta masculina de la época y diseños de fiesta y coctel que recrean un barroquismo contenido, siempre en tejidos muy trabajados y colores poco efusivos.
La Maison Martin Margiela combina con desgana chaquetas-joyas con pantalones vaqueros y apuesta por vestidos patchwork formados por la unión de retales, flores, piezas de pasamanería y plumas.
Vemos abrigos ligeros y vestidos de línea trapecio un tanto infantiles pero lo único que salva son los vestidos de corte batín en seda y lamé con mezclas de teselas que recuerdan a los mosaicos de la Grecia clásica.
Vestidos para bailar
Quizá sea por el huracán Gatsby pero la moda de los 20 sigue en plena actualidad. Giorgio Armani recupera colores, formas y tejidos para realizar una colección de lujo clásico, glamour excesivo y tintes cinematográficos.
El pantalón se cuela en los grandes salones como hizo en esa década y lo vemos en múltiples acabados y patrones. Destacan los conjuntos de chaqueta y pantalón pijama en tejidos de aire oriental que recuerdan a los que, a principios de los 20, lanzó Poiret y que para muchos son los precursores del esmoquin de Yves Saint Laurent.
Los vestidos de baile de entonces se hacía con bordados, pasamanería, brocados, lamé y reflejos de oro y plata, muy al gusto art decò, y ahora son la base de vestidos de noche y coctel que llevan finos tirantes, faldas evasé o siluetas sirena.
En encaje se adueña de la pasarela y vemos vestidos en cremas, coral, perla y pétalo que tienes toques románticos y aires vintage. Otros, en negro, se muestran más juveniles y más cercanos a una descafeinada estética rock.
Antes hemos visto las colecciones de Alexandre Vauthier, con una fuerte carga de sensualidad y patrones de estilo lencero, y las de Stèphane Rolland, que ha contado con la modelo española Nieves Álvarez y el bailor Rafael Amargo