Claves del golpe de Estado en Egipto
- El golpe ha contado con apoyo de sectores políticos, sociales y religiosos
- La crisis económica y la deriva autoritaria han socavado la credibilidad de Morsi
- El Ejército, que lleva 60 años gobernando del país, deberá liderar otra transición
La esperanza revolucionaria ha derrocado, otra vez, un Gobierno en Egipto. La misma plaza, el mismo júbilo y los mismos fuegos artificiales. Con nocturnidad, una insistencia implacable y en nombre de los ideales de la "revolución", los egipcios han expulsado a un presidente pero esta vez, a uno elegido democráticamente en las urnas, y con la ayuda de un Ejército que entonces fue un actor impasible y esta vez ha tomado la iniciativa.
La eterna pugna entre los militares y los islamistas se ha saldado, de nuevo, con una victoria para el Ejército. Y ya son 60 años bajo la mano de los uniformados. El golpe de Estado contra el Gobierno islamista de Mohamed Morsi ha sido ampliamente apoyado por actores políticos, sociales y religiosos del país árabe más poblado y estratégico.
En esa foto fija del jefe del Ejército anunciando el fin de Mohamed Morsi como presidente no solo estaban los militares, sino también el reconocido político liberal y Nobel de la Paz, Mohamed al Baradei, el papa copto, el líder de la influyente organización suní Al Azhar y representantes del movimiento Rebelión, líder de las movilizaciones.
¿Cómo ha llegado Egipto hasta aquí?
1. Orígenes: economía y autoritarismo
Morsi ha cavado su propia tumba, según los expertos, por no haber sido capaz de recuperar la economía y aunar las diferentes sensibilidades políticas.
“Queremos un presidente de todos” es la frase más repetidas por los manifestantes que han protestado contra el Gobierno de los Hermanos Musulmanes. Morsi, que ganó las elecciones en 2012 con un escaso 51% frente al candidato de los militares Ahmed Shafiq, no ha sabido satisfacer las demandas de un pueblo ávido de libertad y reformas políticas tras 30 años bajo el puño de hierro de Hosni Mubarak.
"La situación económica era un desastre y eso ha colocado al país al borde del abismo", señala a RTVE el profesor experto en estudios árabes de la Universidad de Alicante Ignacio Álvarez Ossorio.
La economía apenas creció el año pasado un 1,8% (frente al 5% del período entre 2006 y 2010), el déficit fiscal se duplicó hasta el 11%, la deuda pública representa ya el 85% y las divisas están casi agotadas. Pero sobre todo, los egipcios no pueden pagar ni el pan ni la gasolina, entre otros productos. La inflación ha escalado hasta el 11% mientras casi la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Los cortes de agua y electricidad son frecuentes.
Y además el préstamo de 4.800 millones de dólares que el Gobierno islamista negoció con el FMI para desatascar el colapso de la economía se quedó en suspenso ante el temor de Morsi a que las duras contrapartidas -recortes en subvenciones de productos básicos- a cambio del crédito incendiaran las calles. No ha hecho falta. El pueblo ha dicho basta antes.
2. Las demandas: Pan, libertad y justicia
“Queremos el pan, la libertad y la justicia por las que nos levantamos contra Mubarak y en un año las cosas en lugar de mejorar han ido a peor. Se tenía que ir”, afirma a RTVE.es Karem Al Hassan, un joven que se siente afortunado por haber participado en la caída de dos Gobiernos tan sólidos en tan poco tiempo. “Creemos que esta será la vencida... Y si no, seguiremos protestando", advierte.
En 2011, los manifestantes eran una masa heterogénea compuesta por una incipiente clase media, jóvenes, laicos e islamistas. Ahora, en ese mismo grupo hay que intercambiar a los islamistas por grupos afines a Mubarak y a los militares.
Las razones de la revuelta son claras y se encuentra recogidas en el manifiesto de 'Rebelión', el movimiento que las ha liderado: “Porque nuestras calles todavía no son seguras, porque los pobres todavía no tienen espacio, porque la economía está colapsada y se basa en pedir limosnas, porque los mártires de la revolución todavía no han visto justicia, porque nos han privado de dignidad, porque Egipto todavía está subordinado a Estados Unidos... No te queremos", señala.
El grupo consiguió 22 millones de firmas que pedían la dimisión de Morsi y la celebración de elecciones anticipadas. “La gente siente que no se han hecho progresos en la consecución de ninguno de los objetivos de la revolución desde que Mohamed Morsi llegó al poder. Estos objetivos eran el pan, la libertad, la justicia social, la dignidad humana y la independencia nacional. Morsi ha fracasado en todos los aspectos y ha demostrado ser incompetente para gobernar un país del tamaño de Egipto”, señala el grupo.
Menna Al Hariri, directora de Asuntos Internacionales del diario Al Masry Al Youm cree también que “los egipcios, todos, tanto los políticos, como la gente y los militares, hemos aprendido la lección y ya sabemos lo que queremos, un presidente que gobierne para todos, no acapare el poder a favor de sus intereses y escuche la voz del pueblo”.
3. El Ejército, ¿guardián de la revolución?
Para Hariri y Al Hassan el Ejército es hoy una opción mejor que el control de los Hermanos Musulmanes, pero los militares que hoy se erigen como guardianes de la revolución son los mismos que han gobernado el país durante 60 años, de golpe en golpe, y los que lideraron con poco acierto y mano dura el primer año de transición tras la caída de Mubarak.
En febrero de 2011, tras la caída del dictador, una Junta mIlitar tomó el poder para liderar una transición democrática, pero las prerrogativas que se quería conceder en la elaboración de la nueva Constitución y su resistencia a dejar el poder tras las elecciones propiciaron las mismas protestas multitudinarias que ahora claman contra los islamistas y les piden que garanticen la revuelta popular.
"El Ejército es una casta que lo primero que hará será asegurar sus intereses. Egipto funciona así. Y los militares no quieren gobernar sino reinar, por eso si Morsi hubiera cedido un poco ellos se habrían resignado. Ahora habrá que ver cómo aplican esa hoja de ruta", señala el analista Jesús Núñez. "El Ejército ha demostrado que ha llevado la estabilidad a Egipto, pero estabilidad no es democracia", añade.
Según el jefe del Ejército, Abdel Fatah al Sisi, las cosas ahora serán diferente. El presidente del Tribunal Constitucional, Adli Mansur, ya está al frente. Su hoja de ruta es pública y consensuada con la oposición: suspender la Constitución, disolver el Parlamento de mayoría islamista, reformar la Carta Magna y convocar nuevas elecciones. La siguiente pregunta es: ¿quién podrá presentarse a esas elecciones?
4. Los Hermanos Musulmanes, ¿derrotados?
Pese a contar con 85 años de historia, una estructura organizada, disciplinada y popular, los Hermanos Musulmanes han dilapidado sus credenciales en un año, el tiempo que han retenido el poder tras ganar por primera vez unas elecciones.
"Nunca han tenido un papel relevante. Siempre han estado excluidos, perseguidos. Y ahora pueden estar fuera del escenario político durante mucho tiempo", advierte a RTVE.
La Fiscalía egipcia ha arrestado al guía espiritual de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badía, y ha emitido órdenes de arresto contra 300 de sus miembros, entre ellos su "número dos", Jairat al Shater, bajo la acusación de instigar al asesinato de manifestantes contrarios al depuesto presidente.
Algunos creen que el movimiento podría, incluso, ser ilegalizado pero eso supondría dejar huérfanos y a expensas de grupos salafistas más radicales a muchos millones de egipcios.
"Es un grupo que existe en Egipto desde hace décadas. No puedes excluirlo. El representante de Rebelión se ha mostrado abierto a que los islamistas estén en el gobierno porque la diversidad enriquece, pero no quieren que gobiernen con sus ideas", opina el experto del Real Instituto Elcano Haizam Amirah Fernández.
"Hoy por hoy los Hermanos Musulmanes son la plataforma más organizada y disciplinada en el país. No hay nadie en la oposición que tenga una estructura política tan sólida, lo que plantea la duda de quién puede ser el relevo”, ha advertido a RTVE Jesús Nuñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflicto y Acción Humanitaria (IECAH).
5. ¿Y ahora qué?
Hoy por hoy, muchos de los manifestantes que han abarrotado las calles y plazas de El Cairo y otras ciudades son conscientes de que no hay una alternativa de izquierdas, progresista, liberal y laica que cumpla con sus expectativas. La joven democracia egipcia necesita un poco más de madurez para pasar de los balbuceos a las palabras. Entonces, ¿no puede haber un gobierno civil en Egipto?
Esta será la primera pregunta que tendrán que responder los egipcios en el futuro inmediato. "El Ejército no está dando signos de querer gobernar el país en los asuntos del día a día, con las dificultades que hay y con un pueblo que está dispuesto a demostrar su descontento ante quién sea", señala a RTVE el experto en mundo árabe del Real Instituto Elcano, Haizam Amirah Fernandez.
Recuperar la economía, hacer frente a la polarización de la sociedad, limpiar la corrupción institucional y mantener el liderazgo en la región son los retos más inmediatos. A ver quién se atreve.