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Cómo unos 'crackers' robaron 45 millones de dólares en efectivo en cuestión de horas

  • Rompieron la seguridad de sistemas financieros para crear tarjetas falsas
  • Sacaron dinero de cajeros automáticos el mismo día a la misma hora
  • Al final acabaron por ser atrapados y juzgados

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Cajeros de ATM
Cajeros de ATM

Desde hace unos meses la ciudad de Nueva York ha sido testigo de algunos espectaculares robos a entidades financieras, en los que un grupo de ladrones llegó a hacerse con nada más y nada menos que 45 millones de dólares en efectivo. ¿Un espectacular atraco a mano armada? ¿A furgones de seguridad? No, algo mucho más sutil: robos a gran escala, perfectamente coordinados, en los que decenas de colaboradores tan solo tuvieron que ir a los cajeros automáticos y sacar el dinero.

Mientras por aquí los atracadores andan con métodos más toscos, al otro lado del atlántico los -en cierto modo- más sofisticados ladrones de Nueva York utilizaron una combinación de alta y baja tecnología para llevar a cabo sus propósitos. Para su desgracia terminaron siendo atrapados y con la ayuda de las pruebas presentadas contra ellos en el juicio se ha podido reconstruir el 'cómo lo hicieron'.

En primer lugar, todo comenzó con un crackeo en los ordenadores de un par de entidades de crédito, una en la India, otra en Estados Unidos, que se dedican a suministrar a Visa y Mastercard tarjetas de débito numeradas. Esta modalidad de tarjetas de prepago es común en aquel país, y son en cierto modo equivalentes a las 'tarjetas regalo' que se usan en España. La principal diferencia es que allí se pueden usar para sacar dinero de los cajeros automáticos. Este ataque se considera muy sofisticado y es por lo que se trató el caso incluyendo a los malhechores en una red internacional.

Los crackers (que a diferencia de los hackers utilizan sus conocimientos informáticos con fines 'malignos') se hicieron con una gigantesca lista de números de tarjetas de débito prepagadas y procedieron a asignarles cantidades de dinero astronómicas. Entonces hicieron llegar esos números a sus socios del hampa, quienes con unos dispositivos especiales llamados skimmers grabaron la información físicamente en tarjetas magnéticas convencionales. Todo estaba listo para el gran momento.

El día en cuestión, y coordinados previamente con las instrucciones de los jefes de la banda, decenas de delincuentes esperaban en las calles para ir a los cajeros y utilizar las tarjetas. La operación era tan sencilla como acercarse al cajero, teclear los números secretos, sacar todo el dinero posible -en varias operaciones, de ser necesario- hasta alcanzar el límite de la tarjeta e irse. Bastaba bajar por la calle, entrar en el siguiente cajero y repetir. El reto era tardar el menor tiempo posible y no levantar sospechas. El relato que ha hecho The Verge es bastante detallado al respecto.

Según se ha sabido recientemente en el juicio, en esta 'operación' se realizaron más de 36.000 transacciones de este tipo, por parte de unas ocho personas en más de 700 cajeros y todo en tan solo un par de horas.  El ataque global duró unas diez horas sin que las alarmas de las entidades de crédito saltaran, o al menos no lo suficiente. Se cree que además se pudieron realizar otras operaciones en más de 20 países. Haciendo un ingenioso juego de palabras, la documentación presentada lo llaman Unlimited Operation (Operación sin límite).

Sin embargo, no todo lo que empezó bien -para los ladrones- acabó tan bien. Un amplio grupo de ellos acabaron siendo detenidos: uno en el aeropuerto y otros tras comprar objetos de lujo con los que pretendían blanquear el dinero. Uno incluso apareció asesinado. Se cree que intentaba escapar a la República Dominicana. En varios casos fueron las imágenes de vídeo y fotografías de los cajeros las que permitieron su identificación.

En el colmo de los colmos la policía encontró en sus teléfonos móvil muchas 'foto-Facebook',  el término cariñoso con el que la gente conoce a las fotos en las que uno aparece "posando para sí mismo". Los cacos no resistieron la tentación de enseñar los billetes, joyas y coches de lujo que habían adquirido con el dinero robado para blanquearlo y ahora son pruebas adicionales en su contra. La tecnología de las comunicaciones instantáneas que les permitió hacerse con el dinero irónicamente se volvió un poco contra ellos al final de la historia.