Enlaces accesibilidad

La oposición siria lucha por sobrevivir a su propia 'guerra'

  • La supremacía de los Hermanos Musulmanes de Siria divide a la coalición
  • Arabia Saudí y Catar se lanzan a por su control
  • Los rebeldes irrumpen en la arena política ante el vacío de poder

Por
A Free Syrian Army fighter aims weapon as he takes position inside house in city of Aleppo
Un miliciano del rebelde Ejército Libre Sirio lucha en las calles de Alepo

Ocho meses y dos lavados de cara después, la oposición siria continúa en la picota. La Coalición Nacional para las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria (CNFROS) se debate entre una fractura irreversible y el impulso político definitivo para ganarse la confianza de Occidente, cuando se cumplen 28 meses de conflicto en Siria.

El ascenso a la Presidencia de Ahmed Jarba, perteneciente al Consejo Revolucionario de Clanes Sirios, obedece a los mismos criterios por los que se eligió al expresidente, Moaz al Jatib: hombre moderado y respetado, con sólidos vínculos con los comités locales, de perfil dialogante y un líder tribal, en su caso de la etnia ‘shammar’, con profundos nexos en Irak y en Arabia Saudí.

En el Ejecutivo le acompañan tres vicepresidentes, que pretenden reflejar la pluralidad de la coalición opositora. La primera de ellas es Suheir Atassi, hija de un prominente político sirio vinculado al oficialista Partido Baaz. Atassi, la única dirigente que ha revalidado su cargo en estos comicios, pertenece a la rama laica de la oposición siria y es de las pocas activistas que participaron en la Primavera de Damasco de 2005 que aún permanece en el núcleo central de la CNFORS.

El segundo es Mohamed Faruk Tayfur, el poderoso ‘número dos’ de los Hermanos Musulmanes de Siria y que, hasta ahora, ha estado en todas las quinielas para ocupar un alto cargo en la CNFORS. El vicepresidente tercero es Salem Maslat, líder del Consejo Tribal Siria y representante del pueblo kurdo, uno de los sectores más renuentes a la fuerte presencia suní en la oposición siria, aunque con cierta influencia política en el país, especialmente en el noreste.

Por último, al frente de la Secretaría General de la CNFORS estará Bader Jamous, representante del Movimiento Patriótico Sirio, adscrito al Consejo Nacional Sirio del que ocupaba un alto cargo en el Departamento de Educación. El Consejo Nacional es, además, un grupo que guarda estrechos vínculos con los Hermanos Musulmanes y, hasta el nacimiento de la CNFORS, era la gran coalición opositora sira.

El triunfo de Jarba está lejos de traer la paz al seno de la CNFORS. Una diferencia de tan solo tres votos otorgó la victoria de Jarba en la segunda vuelta de las elecciones, en detrimento del entonces secretario general del principal grupo opositor y miembro del Foro de Negocios Sirio, Mustafá Sabbagh.

Injerencia extranjera

Esta elección no solo anticipa meses de inestabilidad en la CNFORS, sino que alienta la particular batalla por la supremacía en la organización que mantienen Arabia Saudí y Catar, los dos principales patrocinadores de la oposición. En este último asalto, los cataríes han salido perdedores. Dos días después de la derrota de ‘su candidato’ en los comicios presidenciales, presenciaban la dimisión de otro de su otro ‘protegido’, el primer ministro interino. Ghassam Hitto renunció hastiado por las trifulcas internas, cuando apenas llevaba cuatro meses en el cargo.

Hitto, afincado desde hacía 30 años en Estados Unidos, contó con el plácet de Doha y Washington, además del beneplácito de los influyentes Hermanos Musulmanes. Sin embargo, no hizo más que ahondar las divergencias. Un grupo de prominentes dirigentes opositores de largo recorrido político en Siria, para quienes Hitto era un auténtico desconocido, salieron en tromba en contra de su nombramiento y abandonaron la votación. Muchos de ellos fueron firmantes de la Declaración de Damasco de octubre de 2005, considerada por historiadores y analistas como la antesala de los levantamientos contra el presidente sirio, Bachar al Asad, que comenzaron en marzo de 2011.

Fue este hecho el que precipitó la salida de Al Jatib -afín a esta camarilla de arraigado acento laico y aversión a la “injerencia extranjera”- y por ende la convocatoria de estas elecciones a la Presidencia de la CNFORS.

Pese al viraje político que ha emprendido la coalición opositora, el discurso de Jarba, en esencia, no diferirá del conciliador de su antecesor. Muestra de ello ha sido el primer gesto: pedir al Gobierno sirio una tregua durante el Ramadán en Homs, una ciudad de gran importancia estratégica, donde confluyen las principales rutas comerciales y de comunicación de Siria, y donde ahora el Ejército sirio redobla su asedio.

Intensos combates en Homs

El poder de las ayudas internacionales

Las divisiones internas también le están ocasionando problemas desde el exterior. Los recelos de la comunidad internacional cada vez son más patentes y más en vistas a la escasa popularidad de la oposición en el exilio entre la población siria. Para suplir esta carencia, los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS), el principal grupo armado de la oposición siria, se han postulado como el principal referente de la oposición sobre el terreno.

Éste fue el argumento de peso que esgrimió el grupo de Amigos de Siria, con Estados Unidos a la cabeza, en la cumbre de abril para confiar la gestión de la ayuda internacional al Consejo Militar Supremo, un órgano que pretende ejercer de nexo entre la oposición política y el ELS. No obstante, su cúpula está compuesta únicamente de altos mandos rebeldes y dos tercios de sus miembros están vinculados a los Hermanos Musulmanes.

En esta tesitura y ante el vacío de poder en la coalición opositora –estuvo desde abril sin presidente-, ha sido el comandante en jefe del ELS, el brigada Salem Idriss, quien ha llevado el ‘tempo’ en las negociaciones con Occidente y con el Gobierno sirio. En febrero secundó al expresidente en su llamamiento al diálogo con Al Asad y supeditó el inicio de las conversaciones al suministro de armas por parte de los socios internacionales.

En cambio, el general Idriss, tras confirmar la entrega del primer envío de armamento, ha rectificado y condiciona el diálogo con Damasco a la salida de Al Asad y el repliegue del Ejército de Damasco, Alepo (la capital económica) y Daraa, el epicentro de las revueltas contra el presidente sirio. Una nueva hoja de ruta, otra voz cantante en este coro.

Con ello, pierde la CNFROS, que languidece en su intento de erigirse como representante del pueblo sirio. Pierde el mismo pueblo sirio, que queda desamparado en medio de una guerra civil con cada vez más tintes sectarios. Arabia Saudí y Catar ganan influencia tanto en Siria como en la región. Pero también ganan los grupos extremistas, que ven en la coyuntura actual la mejor de sus oportunidades para emprender la ‘yihad’ y hostigar la eterna guerra entre chiíes y suníes con la inestimable contribución armamentística de Occidente, que observa, impasible, la masacre que se está perpetrando en Siria.