'Una noche': el sueño de la emigración hecho realidad
- Los actores cubanos aprovecharon la promoción en USA para desertar
- Lucy Mulloy utilizó a actores no profesionales para ganar autenticidad
- El film se estrena este viernes en las pantallas de Estados Unidos
Hace un año que Una noche, la película sobre la emigración cubana de la británica Lucy Molloy viaja con éxito por festivales como Berlín, Deauville y Tribeca. En este último certamen neoyorquino fue la gran sorpresa al ganar los premios al Mejor Nuevo Director de Ficción, Mejor Cinematografía y Mejor Actor, compartido entre los protagonistas Dariel Arrechaga y Javier Núñez Florián.
Y tras la primera sorpresa, llegó la segunda. Javier Nuñez no estaba allí para recoger su premio, que únicamente recibió Daniel, acompañado por Molloy.
Javier y Analín de la Rua, hermanos en la cinta y pareja en al vida real (se enamoraron durante el rodaje), se habían esfumado antes de tomar el vuelo a Nueva York, en el aeropuerto de Miami. Pedirían asilo político unos días después,
"Me contaron que habían planificado la fuga antes de abandonar La Habana, ha explicado Mulloy a APF. "Ahora viven en Las Vegas, donde reside el hermano de Javier y Analín está embarazada, esperan gemelos", ha añadido la cineasta que esta semana por fin ha vuelto a encontrarse con los actores durante una jornada de promoción en Miami.
Se van en medio de la noche como lo hacen estos personajes en la película. Y así ocurrió. Ni siquiera le contaron a los productores que estaban con ellos. Dejaron sus bolsos y simplemente desaparecieron. Son jóvenes y hacen cosas de improviso, y además tienen mucha personalidad”, comentó recientemente Molloy al Nuevo Herald de Miami.
"Las cuatro personas de la película que vinieron de Cuba se han quedado en Estados Unidos y sus vidas serán completamente distintas a partir de ahora", ha declarado también la cineasta británica. "Es extraño pensar que este film ha cambiado sus vidas. Espero que estén contentos de las decisiones que han tomado"
¡Deja de interpretar!
Ninguna de los intérpretes de esta coproducción anglo-estadounidense, realizada sin financiación del gobierno cubano, se había puesto antes delante de una cámara. "Al principio busqué actores profesionales, pero eran demasiado teatrales", ha explicado Molloy. "Quería gente que no interpretara que viviera su papel y lo sintiera. ¡Deja de interpretar! es la frase que más he repetido en el rodaje", asegura la directora que realizó audiciones por toda la isla,por los que pasaron unos mil jóvenes, para buscar protagonistas.
La película se beneficia de esa "autenticidad" proporcionada tanto por los personajes como por las localizaciones -en tierra y mar- o las situaciones. Posee una precisión y una fuerza cercanas al género documental y narra la historia de tres jóvenes cubanos -un cocinero, su hermana y un amigo- que se embarcan en una balsa, para, poniendo en riesgo su vida, cubrir los 150 kilómetros que separan Cuba de Estados Unidos.
El rodaje, que duró 5 años, fue, según Molloy, ágil pero con muchas complicaciones, y en defintiva "un desafío", sobre todo por las escenas rodadas sobre la balsa (lo que en Cuba llaman una bicicleta acuática) , con varias personas sujetando para conseguir equilibrio.
Molloy, que rodará su próximo proyecto entre Nueva York y Brasil, mantiene una relación estrecha con Cuba, país en el que ha vivido durante diez años. Asegura que no ha querido construir un retrato negativo de la isla sino "mostrar lo que he visto y muchas cosas que me chocaron de la isla".
“Es un país tan fascinante como complicado. Cuanto más tiempo permanecía allí menos entendía la situación política. Cuando llegué por primera vez no me llevó mucho tiempo entender a la gente y su forma de vida. Pero a medida que me fui quedando, empecé a ver más profundamente las cosas y la confusión se fue apoderando de mí", explicó la realizadora a El Nuevo Herald.