Los gases nerviosos, los más letales de las armas químicas
- El antídoto solo es eficaz si se administra en la primera hora
- Las víctimas pueden sufrir graves secuelas toda la vida
Las personas que sobreviven a un ataque químico pueden sufrir graves secuelas de por vida y en los días siguientes es posible que el número de fallecidos aumente.
En el contexto de la guerra civil que vive Siria desde hace dos años y medio, es muy difícil comprobar qué tipo de sustancias se han usado (dando por hecho, como ha hecho incluso Rusia, que este miécoles hubo un ataque químico) ni mucho menos el balance de víctimas, aunque fuentes de la oposición hablan de cientos de personas.
Además, se teme que, por las imágenes que se han visto --imposibles de verificar, pero muy verosímiles por la cantidad de testimonios similares--, muchas personas que atendieron a las víctimas sin guantes o máscaras protectoras se vean afectadas posteriormente al haber quedado expuestas a los agentes químicos de forma indirecta.
Atención de urgencia
Por los síntomas descritos, las víctimas fueron atacadas con algún agente nervioso. Existen antídotos como atropina u oxima que deben ser aplicados inmediatamente.
"El daño se hace muy rápido”, explica Ray Zilinskas, biólogo químico y experto en armas químicas del Insistuto de Estudios Internacionales Monterey, de Estados Unidos. “A largo plazo, el mayor riesgo deriva de la dificultad para respirar” tras el ataque, que puede provocar incluso daño cerebral, añade Alastair Hay, profesor de toxicología y armas químicas en la universidad británica de Leeds.
Los gases nerviosos son los más agentes químicos conocidos más potentes y letales, junto al cianuro. "Su efecto letal es rápido y son muy peligrosos por cualquier vía”, dice Sharon Ruetter, del Centro de Química Biológica Edgewood, del Ejército de EE.UU., en Maryland.
En un artículo, este experto dice que es teóricamente es posible liberar estos agentes en concentraciones tal elevadas que una sola inhalación pueden provocar la muerte.
Los gases nerviosos son tabun, soman y sarín, el más conocido y el que según testimonios de varios expertos ha sido usado en Siria. Su efecto consiste en bloquear las transmisiones neuronales, lo que causa gran debilidad o parálisis, incluida la parada de los pulmones o del corazón. También provoca sudoración, la contracción de las pupilas, convulsiones o vómitos.
También existe la duda de si los hospitales sirios tenían medicinas y en ese caso, si disponían suficiente cantidad para administrar a las decenas o cientos de víctimas. La atropina, un genérico, está incluida dentro de la lista de medicamentes esenciales que deberían tener todos los hospitales. Los soldados en intervenciones de riesgos químicos llevan consigo jeringuillas para inyectarse en caso de verse expuestos a estos gases nerviosos.