'La Chelita', la espa'La Chelita', la española que cooperó con la Comisión de la Verdad para El Salvador
- Charo Borreguero recoge su experiencia, en 1992, en un cómic
- Es obra de Ruma Barbero, que también ha hablado con otros cooperantes
En 1992, la psicóloga salmantina Charo Borreguero viajó a El Salvador para formar a maestros y ayudar en la recuperación de un país que iniciaba el difícil camino hacia la paz tras una cruenta guerra civil. Sin embargo, impresionada por lo que se encontró en un país devastado, acabó trabajando para la organización pro-derechos humanos Madeleine Lagadec, colaborando en la elaboración del Informe para la Comisión de la verdad para El Salvador de las Naciones Unidas. Ahora, el dibujante asturiano Ruma Barbero recoge sus experiencias, y las de otros cooperantes, en el cómic La Chelita. El Salvador 1992 (Dolmen Editorial).
"La Chelita es una novela gráfica en la que hay muchos retazos de autobiografía -asegura Charo-, no sólo míos, sino también de los otros dos protagonistas: Marcelo y Txaparra. Es una mirada a experiencias pasadas en un contexto y un tiempo determinados; no pretende ser ni un ensayo ni un libro de historia, es mucho más sencillo y a la vez más cercano. "La Chelita" es un apodo cariñoso: la botella de cerveza allí es delgada y finita, la cerveza rubia. Es la chela. Allí fui chela por alta y fina (aquí no doy el pego, pero bueno) y llegó al diminutivo por el cariño de la gente de allí".
Charo nos ha contado cómo surgió su interés por El Salvador: "En mi facultad había un pequeño grupo de alumnos haciendo campañas informativas sobre la realidad de ese país y su conflicto armado. En aquella época se hablaba muchísimo de Nicaragua y El Salvador fue una lucha más silenciada. Comencé a participar en ese grupo, ya lo había hecho anteriormente en otros tejidos asociativos con distintos colectivos o intereses como el de las personas con discapacidad, el medio ambiente, etc".
Colaboró en el "Informe de La Verdad"
"Fui a una tarea concreta que era capacitar a maestros en una zona rural de El Salvador -continúa Charo-. Cuando llegué allí me pareció que era un trabajo que podrían realizar mucho mejor las personas que estaban llegando a colaborar desde la capital. Fue entonces cuando tomé contacto con la Organización de Derechos Humanos Madelaine Lagadec que participaba en la Comisión de la Verdad para el Salvador, organismo creado después de los acuerdos de paz de Chapultepec, para investigar las violaciones más graves a los derechos humanos durante el conflicto bélico. Mi trabajo consistió en recoger los primeros testimonios de las víctimas de las masacres realizadas por el Ejército".
"Las personas que yo conocí, las víctimas, eran desplazados internos, estaban localizados -comenta Charo-. Yo viajaba al campo, a alguna comunidad, iba a su “champa” y les hacía una entrevista durante la cual tenían que relatar la masacre con todos los detalles posibles. En San Salvador realizábamos el primer informe, un resumen de lo narrado. Además de los testimonios recogidos en el campo, en las zonas rurales, había personas que se acercaban a la oficina a denunciar y testificar una masacre. Yo participé en una pequeña fase, luego hubo un trabajo sistemático y riguroso de contrastación de esa información para llegar a elaborar definitivamente el Informe de la Verdad en marzo de 1993".
"Me parecía la mejor manera de aportar algo en ese ambiente de “reconstrucción” y esperanza que se vivía. Porque era un trabajo que suponía mayor peligro para la gente de allí y en aquel momento confié en las personas que me lo propusieron. Porque era una demanda básica de las víctimas y que se anunciaba en las calles, las fachadas, las pancartas en el campo".
"Sólo temí por mi vida en una ocasión"
Charo asegura que: "Sólo temí por mi vida en una ocasión que recoge el libro, cuando después de volver de recoger un testimonio me vi, por despiste, en un campo de fútbol donde había una pequeña celebración de uno de los batallones del Ejército que yo investigaba. Me asustó verlos de cerca, sus uniformes, las armas y pensé que si pudieran ver mi bolso con algún apunte o leer mi pensamiento no iba a durar mucho. Finalmente se quedó en susto pero sirvió para tener una percepción más ajustada de lo que estaba viviendo".
Más de 20 años después, Charo asegura que este libro le ha servido para: "Lo primero, para recuperar parte de mi historia personal y hacerlo con la tranquilidad y la distancia emocional e ideológica que da el tiempo; lo segundo, volver a recordar a los salvadoreños que conocí: Nellis Pastelis, Canales, etc. Que con su compromiso vital y humano me transmitieron el significado de la palabra “dignidad”; y lo tercero, recuperar a las personas con las que trabajé aquellos meses: Txaparra, Carmen y Marcelo".
"También ha supuesto darle valor a esa experiencia, a mi compromiso con un concepto de “justicia social” que me llevó a un país del que había hablado, leído mucho y creía conocer y que me conmovió descubriéndome los horrores de una guerra. Ahora me parece un viaje generoso, impulsivo, comprometido, arriesgado, y muchas cosas más; pero sobre todo “humano”.
"Después de haber presentado el libro por Asturias, me ha servido para conocer a personas que tienen experiencias de viajes al mismo o a distintos destinos geográficos pero cuyo motor es el mismo; la mayoría por más tiempo y con un conocimiento actual mayor ,gracias a los que volví a conectar con aquella realidad" -puntualiza Charo-
"Una vivencia durísima"
Charo asegura que: "Mantuve contanto durante años a través de cartas con un par de personas con las que tuve una relación más personal. Luego interrumpí ese contacto y no volví a buscar información sobre el país hasta que comenzamos a hacer el libro. Sin embargo, hace unos años estuve trabajando durante 10 meses en Perú. La razón fundamental es el origen de este libro: qué supone para una persona joven, ideológicamente marcada, con experiencia en asociacionismo, etc. Llegar a un país y conocer personalmente a las personas y los lugares donde se desarrolla una guerra, y cómo esta se traduce en la vida cotidiana de todas las personas".
"Para mí supuso una vivencia durísima que me marcó y que no supe en aquel momento elaborar. Me costó más volver que marchar, este libro cierra definitivamente esa herida que supone escuchar el horror, de sorpresa y a través de las voces que lo vivieron. Supongo que también es un proceso por el que tienen que pasar fotógrafos o reporteros de guerra, cooperantes en zonas en conflicto, etc. O quizá ellos van más preparados o más conocedores de lo que yo, y otros como yo, íbamos en una época donde no había internet ni guías “lonely planet”.
Un dibujante comprometido
El dibujante asturiano Ruma Barbero de Diego ha sido el encargado de llevar a las viñetas la historia de Charo: "El primer interés surgió al oir una historia que desconocía, de una amiga a la que conocía desde hacía ya unos años. Siempre digo que la sidra asturiana tuvo mucho que ver en este proyecto. Siendo como es una bebida social y muy dada a la conversación, ayudó a Charo a la hora de contarme unas vivencias que habían estado guardadas a lo largo de veinte años y a mi me ayudó a venirme arriba y proponerle llevar a cabo este proyecto. Me interesó mucho el tipo de recorrido personal que llevaba su experiencia, desde la inocencia y las ganas de ayudar hasta la constatación de unos hechos terribles. Vivencias humanas en primera persona con un trasfondo social, político e histórico vertiginoso y muy duro".
Para documentarse, Ruma ha usado otros testimonios, como el de "Jose Rivera, un entusiasta de El Salvador. Lleva veinte años desarrollando proyectos de cooperación con este país centroamericano desde nuestra ciudad, Xixón/Gijón y acude a la comunidad con la que coopera prácticamente todos los años. Tras presentármelo una amiga común, prácticamente apadrinó el proyecto, me prestó libros, películas, música y todos sus archivos fotográficos. Fue mi mayor fuente de documentación, tanto histórica como gráfica. Otros testigos destacados fueron Chaparra y Marcelo, veteranos de la guerrilla del FMLN, que me contaron sus experiencias con el desarme de 1992 y que conforman la última parte del libro".
"La forma de narrar la historia -continúa Ruma- me permitió ir documentándome a la vez que iba contándole al lector lo que iba conociendo. Me pasé dos años sin otro tema de lectura, leyendo libros históricos, muchos de ellos de la UCA (Universidad Centroamericana), alguna novela, gran cantidad de webs y por supuesto el "Informe para la Comisión de la Verdad para El Salvador" de las Naciones Unidas. Vi las escasas películas existentes sobre la guerra de El Salvador, documentales y reportajes de la época, varios de ellos a través de vuestra web: http://www.rtve.es/".
Un poco de historia
Ruma comienza el libro haciendo un pequeño repaso de la historia de El Salvador: "La primera parte del libro, parte del desconocimiento casi absoluto que yo tenía sobre el país. Intenté servirme de este desconocimiento como herramienta narrativa, casi como una metáfora de la indiferencia con la que desde occidente miramos al llamado "tercer mundo". Así es que aparecen al principio del relato anécdotas futboleras o una pregunta del Trivial, para remarcar mi proceso de descubrimiento de parte de la historia de El Salvador".
La Quinta Brigada, es la protagonista de algunas de las escenas de más tensión del libro: "Fue una parte más del ejercito salvadoreño -asegura Ruma-, no fue especialmente de las más destacadas a la hora de cometer atrocidades, pero sí que tiene importancia en el momento de mayor tensión del libro. Los batallones, tristemente más famosos por sus acciones, fueron los BIRI (Batallones de Infantería de Reacción Inmediata) y de entre ellos destaca el Batallón Atlácatl. Ejercían la denominada estrategia de "tierra arrasada", sembrando el terror con sus torturas, violaciones y asesinatos en masa sobre las poblaciones campesinas. Toda esta estrategia y el entrenamiento mismo de estos batallones, se desarrollaba en la "Escuela de Las Américas" (Panamá) y en "Fort Bragg" (Carolina del Norte) dirigida por el ejército norteamericano".
El presente de El Salvador
"El mayor problema al que se enfrenta El Salvador en la actualidad -nos comenta Ruma- es la inseguridad ciudadana, ejercida principalmente por "Las Maras" (pandillas que tienen su origen en Los Ángeles entre los hijos de los desplazados por la guerra). La falta de justicia social y las desigualdades económicas son su principal nutriente"
"Aunque el pueblo salvadoreño ha sabido mirar hacia adelante, los dos principales partidos del país son el FMLN, (nacido de la antigua guerrilla) y el ARENA, (fundado por Roberto d'Aubuisson, también fundador de los tristemente famosos escuadrones de la muerte). Supongo que esto hace que los dos bandos en conflicto sigan estando muy presentes. Igual que en el estado español, las exhumaciones y el reconocimiento a las víctimas siguen aún pendientes" -concluye Ruma-.
Ruma nos ha contado en que trabaja después de esta intensa experiencia: "Ahora mismo estoy ultimando la maquetación de un libro en el que recopilo historias cortas que van apareciendo en mi fanzine/blog: http://aguantandocachones.blogspot.com.es/, pegándome con un guión para una próxima novela gráfica y ensayando-rematando los arreglos para el nuevo disco de mi grupo, Felpeyu".
El informe de la Comisión de la Verdad para El Salvador, denominado "De la locura a la esperanza: la guerra de los Doce años en el Salvador" se dio a conocer el 15 de marzo de 1993. Recogía testimonios directos de 2.000 personas en relación a 7.000 víctimas, e información de fuentes secundarias relacionadas con más de 8.000. Además de 23.000 denuncias presentadas a través de otras instituciones. De todas estas denuncias se elaboró una lista de casi 14.000 casos sobre la violencia por todas las partes contendientes (El ejército, los Escuadrones de la Muerte, la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Cinco días después de que la comisión presentara su informe, la Asamblea Legislativa de El Salvador, aprobó una ley de amnistía general que abarcaba todos los hechos violentos ocurridos durante la guerra. Por eso son tan importantes obras como La Chelita, un testimonio del horror, pero también de la esperanza.