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'La dama duende': un último regalo lleno de vida de Miguel Narros

  • La versión y montaje potencian la vitalidad de la obra
  • Chema León y Diana Palazón encabezan un reparto con magníficos secundarios
  • Hasta el domingo 15 en el Teatro Español y después... gira nacional

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Doña Ángela pretende conquistar a Don Manuel, íntimo amigo de uno de sus hermanos.
Doña Ángela pretende conquistar a Don Manuel, íntimo amigo de uno de sus hermanos.

Una de las más divertidas comedias de capa de espada del teatro español. Eso es La dama duende (1629) de Pedro Calderón de la Barca. Podemos aún ver en Madrid, hasta el 15 de septiembre en el Teatro Español, en homenaje a Miguel Narros, su último e interesantísimo trabajo sobre esta obra que llegó a dirigir dos veces en su vida. Y después, de Madrid (y antes Alcalá y Almagro), en el resto de España.

Hace pocos días, conversábamos en RTVE.es con el responsable de la versión utilizada en este montaje, Pedro Víllora, quien cumplió su sueño de trabajar mano a mano con una de las figuras más destacadas del teatro español del siglo XX, el desaparecido Miguel Narros.

Pedro nos hablaba de su visión de la obra. Una comedia de enredo con mucho trasfondo filosófico. "Hemos intentado en todo momento", nos explicaba "que haya un equilibrio entre el vodevil y el peso filosófico del texto". Hacía referencia a asuntos abordados por el texto como el intento de la mujer por hacer su vida o la importancia del azar y sus consecuencias.

Y es cierto. Una y otra cosa, enredo y trasfondo, van perfectamente ligados.

Mandan las damas

Las mujeres, y especialmente Doña Ángela –la joven viuda a la que sus hermanos quieren mantener alejada de los hombres y de la vida- y su criada y confidente –Isabel- manejan en todo momento los hilos de la historia. Y manejan también sutil e inteligentemente a quiénes según las normas de la época, deberían mandar, los hermanos de Isabel, Don Luis y Don Juan.

A esos papeles de señora y criada, Diana Palazón y Mona Martínez prestan desparpajo, coquetería, picardía, y en definitiva resolución femenina para llevar a los hombres, sin que ellos se percaten, hasta donde ellas quieren.

En el otro lado, el masculino, encontramos a dos hermanos. Don Juan (Emilio Gómez), un simpático anfitrión. Y Don Luis, un pesado hermano que aparece cuando menos conviene, que es quejica, llorón y no consigue más que ahuyentar a las mujeres. Un papel que borda, sacándole todo el provecho posible, Marcial Álvarez.

Pero la pareja que se convierte en contrapunto simétrico de de la de Doña Ángela-Isabel es la de Don Manuel (Chema León) y su criado, Cosme, un borrachín permanentemente atemorizado por los desmanes de la dama duende que entra en la habitación de su señor, y encarnado por Iván Hermes.

'Que una vez sea el demonio mujer'

Chema León presta a su personaje audacia y agilidad, mientras que Hermes le da al suyo, con toda la gracia del mundo, la “simpleza” del criado que se asusta ante las aventuras que exceden lo terrenal, algo parecido a Sancho Panza respecto a Don Quijote.

Y hablando de simetría, no podemos olvidar la que existe entre la habitación de Don Manuel y Doña Ángela, gracias a un sencillo pero genial artefacto, la alacena que comunica, sin que casi nadie lo sepa, ambas alcobas.

La alacena es la generadora de todo el argumento. Sin ella, no existiría ni dama duende, ni mensajes entre él y ella, ni en definitiva historia de amor.

Ni Cosme se asustaría de una mujer que cree demonio ni Don Manuel con un duende que le parece desde el primer momento un ángel. Ni Don Manuel, después de verla por primera vez, en el acto II diría: “Como sombra se mostró, fantástica su luz fue. Pero como cosa humana se dejó tocar y ver”.

Ni Cosme le habría replicado: Que es mujer diablo, Pues que novedad no es, pues la mujer es demonio todo el año, que una vez, sea el demonio mujer.