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ENTREVISTA

Antonio Molero y Agustín Jiménez son marido y marido en 'Una boda feliz'

  • Dirigida por Gabriel Olivares, es un vodevil que arranca carcajadas

Se representa estos días en el Teatro Marquina de Madrid

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Antonio Molero interpreta a Enrique, un soltero convencido que se ve obligado a casarse con su mejor amigo.
Antonio Molero interpreta a Enrique, un soltero convencido que se ve obligado a casarse con su mejor amigo.

Ir estos días al teatro y verlo prácticamente lleno es todo un milagro, pero ellos lo están consiguiendo. Antonio Molero y Agustín Jiménez forman una pareja perfecta para quienes quieran pasar un buen rato y reírse mucho, pero no lo logran desde cualquier texto, sino desde un auténtico vodevil dirigido por una máquina cómica llamada Gabriel Olivares (Burundanga, Venecia bajo la nieve, Sin paga nadie paga, entre muchas otras) que logra dar brillo a todo lo que toca.

Una boda feliz cuenta la historia de Enrique (Antonio Molero), un soltero convencido que, para poder cobrar la herencia de su tía recién fallecida, se ve obligado a casarse con Lolo (Agustín Jiménez), su mejor amigo.

A partir de ese momento se empiezan a entretejer malentendidos, rumores, mentiras y pequeñas catástrofes cotidianas que atrapan a un público más ansioso que nunca –o eso parece– de aparcar un rato sus penas.

Para saber cómo estos dos cómicos están viviendo su romance con el público madrileño nos vamos al Teatro Marquina, donde esa misma tarde empiezan con las dos sesiones casi continuadas.

"La gente necesita echar gasolina al alma"

- Me consta que anoche el teatro estaba casi, casi lleno, y tengo la impresión de que en estos tiempos que corren la gente necesita reírse. ¿Es verdad o tan solo una impresión?

Antonio Molero: Pues yo también tengo esa sensación. En estos años de crisis, concretamente estos últimos, la gente parece que necesita reírse más.

Agustín Jiménez: Sí, yo creo que la gente tiene la necesidad de echarle gasolina al alma para poder seguir tirando. Y es que cuando nos reímos perdemos el miedo. Con el orgasmo pasa lo mismo. No conozco a nadie que riéndose o teniendo un orgasmo diga: “Soy mortal, me voy a morir”, por ejemplo.

Antonio Molero: Yo tengo la sensación de que hay una especie de tensión en el público que viene a vernos, porque escucho algunas risas realmente escandalosas. ¡Como cuando tienes una risa nerviosa porque no puedes más! La gente viene harta de muchas cosas y aquí se divierte.

- ¿Os lo pasáis tan bien en el escenario como parece?

Agustín Jiménez: Sí, la verdad es que sí. Aunque, más que divertirme, yo no quiero olvidarme de que mi sueño era estar en un teatro en Madrid. Y lo he logrado. Por otra parte, la convivencia entre los compañeros es fundamental también, aquí pasamos mucho tiempo juntos. Y encima lo que hacemos es crear arte. Así que, por lo menos en mi caso, es más satisfacción que diversión.

Antonio Molero: Sí, hay veces que vienes al teatro con muy pocas ganas, y hay que saber distanciarse… No es fácil.

Agustín Jiménez: Sí, estoy de acuerdo. Pero una vez que empiezas ya te olvidas. Y se te van dolores, se te van catarros.

Antonio Molero: Sí, sí. Porque, aunque tengas pocas ganas, cuando faltan 15 minutos y escuchas a la gente que ya va llegando… Ahí sientes un chute de adrenalina que no se puede explicar.

"Lo más difícil es que quede bien el traje"

- ¿Qué es lo más complicado de vuestros personajes?

Antonio Molero: Bueno, hay muchas cosas. Aunque el público vea la obra acabada, hay un trabajo detrás que siempre tratas de que quede lo mejor posible. Lo más difícil es eso, que te quede bien el traje, y que no te tire de sisa ni te apriete por detrás.

Agustín Jiménez: El ritmo es otro tema complicado. La obra es un vodevil y requiere un ritmo fuerte. El segundo acto es tan potente que no te puedes despistar. La obsesión es mantener ese ritmo durante toda la función.

Antonio Molero: Yo tenía un maestro que decía: “¡Que no se caiga la pelota al suelo!”. Pues es eso… Si uno se relaja y luego lo hace otro y más tarde es un tercero…Ahí vamos mal.

- ¿Y no os agota este ritmo?

Agustín Jiménez: Bueno, estamos entrenados para ello. Yo he hecho funciones más agotadoras físicamente. El apagón, por ejemplo, que era una mudanza, era una obra agotadora. Y lo que pesaban los muebles, oye… Aquí agotan otras cosas, como el vestuario, como bien sabes tú, que has venido a verla. Pero no, cuando acabamos la representación no estamos tampoco destrozados. Sabemos medir las fuerzas.

Antonio Molero: Yo vengo también de una obra dura. Lo que es complicado es tener que hacer dos representaciones en un solo día. Eso sí agota, aunque hay que hacerlas y ya está. Pero es un poco… ¡absurdo! (se ríe) No, es que cuando estás en la segunda piensas: “Pero esto lo he vivido ya…¿no? ¡Y hace poco!”

Agustín Jiménez: (Se ríe) Sí, para el cerebro no creo que sea bueno. Todos somos disciplinados y queremos que salga igual, pero es que el dejà vu… No sé yo.

"La industria se va a quedar en los huesos"

- ¿Qué momento, a vuestro juicio, atraviesa el teatro ahora mismo?

Antonio Molero: Pues hay muchos damnificados. Muchos empresarios de este mundo que cierran y eso hace que tengamos menos trabajo todos. Es matemática pura. Y esto va a suponer que la industria se quede en los huesos. Y para engordar hace falta que pase mucho tiempo. Yo nunca me quejo, de verdad, pero hay momentos en que reconozco que la cosa está mal.

Agustín Jiménez: Pues mira… Cuando nos paramos a pensar que nosotros tenemos el IVA cultural y que el mundo de los toros, por ejemplo, tiene el IVA más bajo, pues hay veces que nos planteamos lo de poner una vaquilla al principio y así la obra es taurina. O sacamos un balón de fútbol y así es fútbol (Antonio Molero se ríe). Pero es que, además, en los momentos más duros es cuando sale el bufón, la sátira. Y el artista es más cruel, y el pueblo está con él. Yo, por ejemplo, soy cómico y la gente me pide que cuente cosas. Pues cuidado, porque a lo mejor me da por contar cosas. Lo que quiero decir es que los políticos deberían llevar cuidado. ¿Es una amenaza? Sí. ¡Pero no es violenta!