El papa Francisco: "Jamás he sido de derechas"
- Bergoglio hace estas declaraciones en una entrevista a una publicación jesuíta
- Invita a reflexionar sobre el papel específico de la mujer en la Iglesia
- También cree que la Iglesia ha estado "obsesionada" con el aborto o el matrimonio gay
El papa Francisco asegura en una entrevista de 27 paginas con la revista de los jesuitas que jamás ha sido de derechas y que tuvo un momento de crisis interior en el pasado. "No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma automática de tomar decisiones la que me creó problemas", asegura el Pontífice, entrevistado por el jesuita Antonio Spadaro en la revista La Civiltá Cattolica.
Bergoglio también rememora la época en la que fue superior de los jesuitas: "Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista", y fue la forma autoritaria y rápida de tomar decisiones la que le ha "llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador", señala.
"Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas (…). Todo esto que digo es experiencia de la vida y lo expreso por dar a entender los peligros que existen. Con el tiempo he aprendido muchas cosas”, ha dicho el papa.
Un “puesto específico para la mujer” en la Iglesia
El papa Francisco considera que la Iglesia tiene el desafío de reflexionar sobre el "puesto específico" de la mujer en la Iglesia de forma que también esté "allí donde se ejercita la autoridad en los diferentes ámbitos de la Iglesia".
La entrevista fue realizada por el director de La Civiltà Cattolica, el jesuita italiano Antonio Spadaro, y en ella recoge un diálogo de más de seis horas que se desarrolló a lo largo de tres sesiones los días 19, 23 y 29 de agosto. En España, la revista Razón y Fe es la encargada de publicarla.
El Papa Francisco apuesta por trabajar más hasta elaborar "una teología profunda de la mujer" y por que "el genio femenino esté en los lugares donde se toman las decisiones importantes". Así, subraya que "no hay que confundir la función con la dignidad" pues María, una mujer, es "más importante que los obispos".
En este sentido, añade que es necesario "ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia", critica los discursos que "a menudo se inspiran en una ideología machista" y dice temer "la solución del machismo con faldas, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón".
"Acompañar" a los homosexuales
Por otro lado, el Papa también declara que es necesario que la Iglesia acompañe a las personas con misericordia independientemente de su condición, pero al mismo tiempo, invita a no hablar tanto del aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos.
"No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar", apunta.
Además, apunta que "urge" que los sacerdotes "curen" con su predicación "todo tipo de herida y cualquier enfermedad" en lugar de dejarse envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Así, recuerda que en Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales, "verdaderos heridos sociales" que le decían que "sienten que la Iglesia siempre les ha condenado" cuando, según explica Francisco, "la Iglesia no quiere hacer eso".
"Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: 'Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿Aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?'. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición", remarca, al tiempo que añade que el confesionario "no es una sala de tortura".
En cualquier caso, el Pontífice defiende que la religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero que, como Dios en la creación ha hecho libres a los hombres, "no es posible una injerencia espiritual en la vida personal".
Ante esta situación, Francisco ve necesario que el anuncio misionero se concentre en "lo esencial", que sea más sencillo, profundo e "irradiante" para encontrar "un nuevo equilibrio" pues "de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio".