Enlaces accesibilidad

Annette Bening: "Tienes que ser tonta para no darte cuenta de lo expuesta que estás actuando"

  • La actriz estadounidense pone el glamour en Donostia
  • Presenta, en la sección Perlas,  La mirada del amor, de Arie Posin

Por
FESTIVAL SAN SEBASTIÁN
La actriz estadounidense Annette Bening en San Sebastián

Si Juan José Campanella acapara el interés de la sección oficial, los focos y flashes los roba Annette Bening. La actriz está en San Sebastián para presentar La mirada del amor en la sección de Perlas, en principio destinada a proyectar las mejores películas del año, pero que abre la mano y la manga para que la estrella estadounidense visite Donostia.

La ganadora del Premio Donostia en 2004, carismática y calmada, está implicada a fondo con un proyecto del que es la absoluta protagonista encarnando a una mujer madura que pierde a su marido en un accidente y, años después, encuentra un hombre muy parecido (anécdota real acaecida a la madre del director Arie Posin).  Una cinta de romance y duelo con múltiples referencias a Vertigo de Hitchcock y Noslalgia de Tarkovsky pero que vuela mucho más bajo pese a las interpretaciones de la propia Bening, Ed Harris y Robin Williams.

Annette Bening, sentada en una de las suites del Hotel María Cristina, parece, más que una estrella, una anfitriona que prepara una reunión de té y pastas, preocupada porque los invitados estén cómodos o que la luz que filtra la cortina sea la adecuada.

"La película empieza  de una manera muy desnuda. Esta mujer ha perdido su y marido al mismo tiempo está despertando al amor. Es diferente  ya has tenido mucha vida detrás. Lo encontraba muy intrigante", dice para presentar La mirada del amor.

La mujer de Warren Beatty (“Siempre ama mis películas, siempre”), de 55 años, entra en esa fase en la que es consciente de que cada vez será más difícil encontrar papeles protagonistas. "Es cierto que no me he hecho cirugía estética. Trabajando en el cine tienes que amar la cámara porque muchas veces te quedas como desnuda delante y es algo que tienes que aceptar", dice."Tienes que ser  tonta para no pensar que estás expuesta pero ese es el reto. Recuerdo que alguien dijo alguna vez que actuar no es tanto ponerse una máscara como quitarse una máscara. Así que hay  que tratar con tu propia vanidad”.

La madurez y la muerte son temas que flotan en La mirada del amor ."Hay reminiscencias y paralelismos con Vertigo, es verdad, incluso hay escenas que son muy parecidas, pero lo que me preocupaba no era eso sino meterme en mi personaje”, explica la actriz.

Ed Harris interpreta al marido y al sosías, en un registro romántico inusual en su carrera pero que encaja perfectamente con Bening . “La química es tan misteriosa. Es realmente difícil explicar cómo funciona. He hecho muchas películas como para saber que incluso aunque sientas química con una persona no tiene porque  transmitirse en la película y, al revés, pudes tener una antipatía hacia alguien pero funciona en la película. En esta película tuve un maravillosa experiencia con Ed Harris. Es una actor constante, tan generoso en su forma de actuar. Sabe realmente hacerse sentir cómodo a sí mismo”, dice.

La protagonista de American Beauty Los timadores, cuatro veces nominada al Oscarha profundizado en sus experiencias para reflejar la intensidad del enamoramiento. “Es interesante como las relaciones pasadas, incluso en las que era muy joven, son muy intensas y todavía están en mí y siento como puedo acudir a esas sensaciones, pero en este personaje había esta mezcla curiosa de duelo y pasión, así que es algo que ella no controla, cuando tienes esos sentimientos no estás al mando, hay otra fuerza al mando”, desmenuza sobre su trabajo.

Y con tanta mirada atrás, es inevitable preguntar por  las trazas que quedan en su memoria del aquel Premio Donostia de 2004.  “Una cosa que recuerdo son los escalones de la escalinata, que daban miedo. Yo llevaba tacones altos, miraba abajo y pensaba: ¡Me voy  a caer!”, dice mientras ríe. “También recuerdo a la gente del festival y la película riendo, bebiendo y comiendo.  Cuando acababa la proyección había una presentación y cuando encendieron las luces casi no llegamos a tiempo porque lo estábamos pasando my bien. Estaba muy honrada, era como:  ¿Esto me está pasado realmente a mi? ¿Soy yo? Sí, supongo que sí. Fue un gran honor y una sensación de alegría. Con muchas risas, no había mucha formalidad".