María, Elliot, Satpal y Ross ponen nombre a la tragedia en Kenia
- Ross Langdon perdió la vida cuando compraba ropa para su bebé
- Elliot, un niño de cuatro años, se encaró a un terrorista por disparar a su madre
- Policías y ciudadanos como Satpal se arriesgaron para rescatar a la gente
- María, una cooperante española, cuenta a RTVE. cómo escapó del infierno
Ross Langdon compraba ropa de bebé en el centro comercial de Westgate en Nairobi el pasado sábado cuando las milicias de Al Shabab acabaron con su vida.
El arquitecto australiano y su novia Elif Yavuz, en avanzado estado de gestación, son las víctimas que ponen rostro a la tragedia de Kenia. Al menos 61 civiles murieron en el ataque de las milicias islamistas, según el balance oficial. Al Shabab eleva la cifra a 137.
Como esta pareja, decenas de inocentes fueron asesinados a sangre fría por el mero hecho de estar pasando unas horas en un centro comercial, símbolo de la modernidad y el lujo occidentales para el grupo terrorista, que pretendía con el atentado, advertir a Kenia de que retire sus tropas de la vecina Somalia.
Elliot Prior no entiende de conflictos internacionales, pero sabe distinguir el bien del mal y, con tan solo cuatro años, tiene bastante coraje como para enfrentarse a un terrorista armado.
"Tú eres un hombre muy malo", le espetó a uno de los asaltantes después de que le pegara un tiro a la pierna a su madre. Tan sorprendido quedó el miliciano que pidió perdón al niño, le regaló unas chocolatinas y les dejó escapar.
Los héroes
Satpal Singh es otro de los nombres propios de la tragedia. Cuando todo el mundo huía, él entró en el centro para ver si podía ayudar a la gente. Tras ser disparado en un pie, se las apañó para subir hasta la última planta y alertar a los guardias de seguridad, según explica a la BBC.
Consiguió sacar a un grupo que se encontraba en el cine a través de la escalera de emergencia. Y una vez a salvo, en la calle, volvió a introducirse en el caos para seguir rescatando a las centenares de personas atrapadas bajo las balas.
Igual que el policía que aparece en estas imágenes. Cuando el infierno se había apoderado ya del Westgate, reptó hasta alcanzar a una madre y sus hijos, aterrorizados bajo unos mostradores, y les logró poner a salvo.
Finales felices
Una historia con final feliz que también tiene protagonistas españoles. María Martí, una joven cacereña, escapó de la masacre.
“Creí que no saldría viva. Nunca he estado tan cerca de la muerte”, asegura desde Turkana, un área semidesértica del norte de Kenia, a donde ha llegado tras vivir la peor experiencia de su vida.
Esta cooperante española cuenta a RTVE.es que todavía necesita unos días para recuperarse del shock y se emociona al recordar la angustia de aquellas horas. María, que trabaja como cooperante para una comunidad misionera, estaba comiendo en un restaurante del Westgate cuando escuchó una explosión y empezaron los tiroteos. “Mi primera reacción fue salir a la azotea pero también había gente huyendo de los disparos así que nos refugiamos en la cocina del restaurante”, afirma.
Desde allí, sin apenas luz y escondida junto a varias personas, envió un mensaje de teléfono a su hermano para decirle dónde estaba. “Mi familia sabía que estaba en Kenia, pero no que estaba en la capital y mi mayor preocupación era que supieran dónde me encontraba por si me pasaba algo”, señala.
¿Se podría haber evitado?
Durante la hora y media que, calcula, estuvo refugiada en la cocina no dejó de oir tiros. “Venían de todas partes y pensaba que en cualquier momento iban a entrar a matarnos. Que seríamos los siguientes”, recuerda. Entonces, la puerta metálica que les separaba de la calle se abrió. "Nos entró el pánico. Pensamos que había llegado nuestro momento", reconoce.
Un grupo de hombre les ordenó que les acompañaran por una escalera de emergencia. “No sabíamos quiénes eran esos hombres porque no iban uniformados y llevaban rifles AK-47. Nos guiamos por el instinto y nos salvaron la vida”, afirma a RTVE.es.
Cuatro días después del asalto, María se hace la misma pregunta que todos: ¿se podría haber evitado?
“Al Shabab había avisado a Kenia hace tiempo de que retirara a sus soldados de la frontera con Somalia si no quería sufrir represalias”, apunta. “Y es llamativo que los guardias de seguridad del centro comercial considerado más seguro y más frecuentado por occidentales no lleven ni siquiera pistolas”.
Carencias de seguridad
Mientras el Gobierno keniano investiga el asalto en colaboración con el FBI, Scotland Yard y los servicios especiales de Israel y Alemania, el suceso parece haber marcado ya un cambio en la vida de Nairobi, donde el despliegue de seguridad es máximo.
Hoy, los vigilantes de seguridad del Sarit Center, otro de los recintos comerciales más exclusivos de la capital de Kenia, ubicado a pocos metros del Westgate, registran por primera vez las pertenencias de todos sus clientes antes de permitirles la entrada.
“Nunca he sentido miedo en Kenia, a diferencia de la temporada que viví en Sudáfrica, el país más peligroso en el que he estado. Creo que esto ha sido un ataque puntual, pero está claro que las normas de seguridad deberían cambiar”, advierte María.
La joven española no se plantea volver a España porque el proyecto de empoderamiento de mujeres en el que participa en Kenia la necesita. “Ahora solo quiero mirar adelante y pasar página”, dice.