Los hospitales islámicos de Egipto huyen de la política para salvarse
- Una sentencia prohíbe todas las actividades de los Hermanos Musulmanes
- La Asociación Médica Islámica maneja una treintena de centros en Egipto
- El movimiento islamista busca proteger sus proyectos ocultando lazos
Durante décadas, han llegado a zonas donde el Estado no alcanzaba a ayudar a los más necesitados de Egipto. Ahora, los islamistas prefieren enterrar la política cuando se trata de salvar su red asistencial de una posible purga.
Todavía se desconoce el alcance real de la sentencia de esta semana por la que quedaban prohibidas todas las actividades de los Hermanos Musulmanes y sus grupos vinculados, dentro de la campaña de las autoridades por acorralar a los islamistas desde el golpe militar del pasado julio.
Pero mientras el Gobierno espera el fallo definitivo para tomar medidas, el movimiento islamista busca la fórmula de proteger sus proyectos de base y eso pasa, en muchos casos, por camuflar sus lazos.
Fuentes de la cofradía admiten a Efe tener relación con la Asociación Médica Islámica, que maneja una treintena de centros en Egipto y solo el año pasado atendió a unos dos millones de pacientes, que pagan por los servicios mucho menos de lo habitual.
"Atención y profesionalidad"
El director del grupo, Medhat Asem, niega que la asociación pertenezca a los Hermanos, aunque en ella trabajen algunos de sus miembros. "No hemos recibido ninguna presión ni nos afecta la prohibición judicial, ya que no tenemos ningún lazo con la política", destaca a Efe.
No hay nada que muestre lo contrario en el modesto hospital Al Faruq, que ofrece distintas especialidades y está administrado por la asociación en el barrio cairota de Maadi.
"Me gusta el hospital por la atención y la profesionalidad de los doctores", señala a Efe Yasmin Um Mariam, quien sufre fuertes dolores en la espalda.
Ni ella ni Doha Mohamed, que ha acudido por molestias en una muela, saben quiénes manejan el sitio. "Solo sé que los médicos son buenos y que la consulta me cuesta veinte libras egipcias y no cien (unos quince dólares)", afirma esta última.
El director del hospital, Magdi Abdelaziz, subraya que en el centro "se guían por el islam", por lo que sus profesionales deben cumplir requisitos como "ser honestos y no discriminar a nadie".
Rechaza cualquier implicación en política e insiste en que nunca pregunta a los empleados a qué grupo pertenecen, algo que -dice- tampoco hace con quienes realizan donaciones.
Preocupación ante el gobierno golpista
No obstante, el clima de tensión en el país no se puede esquivar y Abdelaziz reconoce que muchos de sus subalternos "están preocupados por el gobierno golpista, que puede hacer lo que sea porque no tiene líneas rojas".
Ese temor lo comparte el cirujano vascular Mohamed Lotfi, que no descarta la posibilidad de que lo detengan como les ha ocurrido a otras personas, pese a que él "no es de los Hermanos y solo cumple su trabajo".
Al igual que otros compañeros, compagina su trabajo en el hospital islámico con otro en uno público, que es más grande y está desbordado de pacientes, lo que -en su opinión- hace que la atención sea peor.
Los Hermanos Musulmanes aprovecharon el hueco dejado por la administración para tender sus redes de servicios sociales. Vivieron entre la clandestinidad y la tolerancia bajo el régimen de Hosni Mubarak (1981-2011), interesado a su vez en que los islamistas le ayudaran con esa carga y extendieran su labor educativa, sanitaria e incluso caritativa por todo el país.
Los Hermanos Musulmanes alcanzaron el poder tras la caída de Mubarak, pero fueron desbancados por el Ejército, que ha arrestado a sus principales líderes acusándolos de incitar a la violencia.
Está por ver si, tras el reciente fallo judicial, las autoridades desean ir más allá y poner coto a las actividades asistenciales de la cofradía. En ese caso, los islamistas no tendrán más remedio que llevar también esos asuntos en la sombra.