Hugh Jackman: "Actuar es aprender a mantenerte emocionalmente desnudo"
- La estrella australiana revoluciona San Sebastián para recoger el Premio Donostia
- Ha paseado en bicicleta por la ciudad a primera hora de la mañana
- Presenta Prisioneros, un thriller llamado a ser una de las cintas del año
“Me sentí humilde, increíblemente humilde”. Así reaccionó Hugh Jackman al repasar la lista de ganadores del Premio Donostia y encontrar a su primer poseedor: Gregory Peck. “Para mí es más que un icono: recuerdo siendo adolescente verle en Matar a un ruiseñor y en todas sus películas y pienso que es increíble. Y Robert de Niro y tantos otros. Me parecía imposible ser mencionado en la misma lista que ellos así que es un gran honor y un tesoro”.
La autocomparación con Peck está bien traída: alto y fuerte, Jackman lleva también el rostro de la honestidad y la determinación. San Sebastián está revolucionado con la presencia de la estrella australiana que esta tarde recoge el Premio Donostia y que presenta Prisioneros, un thriller de Dennis Villeneuve llamado a ser una de las películas del año. En su estreno en EE.UU. este fin de semana ha liderado la taquilla.
El actor ha amanecido en San Sebastián y se ha dado un paseo en bicicleta con el director de Prisioneros. ¿Moraleja? "Si te quieren dejar en paz en España, levántate pronto", dice Jackman.
“Me encuentro en un lugar muy afortunado ahora mismo, en el que tengo diferentes opciones en mi carrera”, dice el actor en una entrevista en el Hotel María Cristina para RTVE.es. En Prisioneros interpreta a un padre de familia resuelto a tomar medidas extraordinarias para recuperar a su pequeña hija secuestrada. Para alguien que tiene a Lobezno por rutina, encarnar la furia no es un problema, pese a la amabilidad, simpatía y pinta de chico divertido y formal que transmite.
“Soy un tipo loco, esa es la verdad”, bromea. “Siempre digo que ser actor es la mejor terapia. Tienes que entenderte a ti mismo, preguntarte cuestiones difíciles a ti mismo, tienes que aprender a mantener emocionalmente desnudo delante de miles de personas. Es una gran manera de entender lo que te ocurre y también entender a otras personas, a las que tienes que habitar. Es un gran trabajo. Y en una película como esta tienes que permanecer muy amable porque tus emociones te gastan”.
La familia, una prioridad absoluta en su carrera, ha sido la fuente de la que ha bebido para interpretar al padre de familia de Prisioneros, tal vez la mejor de su carrera hasta el momento. Un desgaste físico y mental que hace imaginar que al llegar a casa sentiría alivio al comprobar que todos estaban bien.
“Es cierto, eso ocurrió” afirma. “Tras ir todos los días al lugar de un hombre con ese tipo de pérdida, vuelves a casa y es como despertarse de un mal sueño, decir buff, y sentirse liberado y relajado. Cuando volvía a casa abrazaba a mis hijos con más fuerza”.
El Donostia reconoce el trabajo de un hombre que encaja en el drama, la comedia y la acción. Siempre dice que le falta bailar. ¿Hay alguna otra cosa fuera de su zona de confort? “Sí, no puedo hacer bien de carpintero como requería está película”, dice mientras ríe. “Dennis me decía: necesito material tuyo trabajando de carpintero; y yo le decía: no puedo hacer todo, tal vez pueda martillear un clavo. Al final tuvo que hacer 15 tomas para conseguirlo. No soy para nada un manitas. Pero, tratándose de personajes puedo hacer muchas cosas diferentes”.
Jackman defiende que su experiencia en Broadway, y el teatro en general, le prepara para afrontar el trabajo de un modo distinto. “Me gusta hablar ensayar, preparar y luego, cuando llega el día, olvidarlo todo. A menudo encuentras actores y directores que les da miedo ensayar, les da miedo que algo vaya a pasar en la sala de ensayo y que la cámara se lo pierda. Yo sé, por mi experiencia teatral, que los actores pueden ir a un lugar más de una vez. Y, de hecho, lo que pasa es que cada vez son más y más profundos”.
Gracias a su versatilidad, a sus 44 años, los retos para Jackman todavía no han hecho sino empezar. “Hice muchas obras de Shakespeare cuando era joven y no lo he hecho en los últimos 15 años. Así que me gustaría hacerlo otra vez".
Su mujer, Deborra-Lee Fuerness, recibió una Concha de Plata en 1991 por la película autraliana Waiting. Nada le hará más feliz que compartir con ella el Donostia que recibe esta tarde en el Kursaal.