Un grupo de astrónomos crea por primera vez el mapa de las nubes de un planeta extrasolar
- Usaron datos combinados del Kepler y el Spitzer
- Se trata de un planeta situado a 1.000 años luz de la Tierra
- Son nubes de silicatos, por lo que en ese planeta llueven rocas
Aunque solo tenemos pruebas de su existencia desde 1992, en estos 20 años las técnicas para la detección y el estudio de planetas extrasolares han avanzado tanto que un grupo de astrónomos ha podido crear un mapa de la distribución de las nubes en la atmósfera del planeta conocido como Kepler-7b.
Kepler-7b es un planeta de los conocidos como 'Júpiteres calientes', situado a unos 1.000 años luz de la Tierra, con un radio casi una vez y media el de Júpiter, el planeta que da nombre a esta categoría, y una masa es algo menos de la mitad de la de este, lo que le da una densidad similar a la del poliestireno expandido, el popular corcho blanco.
Su temperatura, sin embargo, es además de unos 1.100 a 1.300 kelvin, unos 825 a 1.000 grados centígrados, de ahí que sea considerado un Júpiter caliente, y está abombado a causa de los próximo que está a la estrella alrededor de la que orbita.
Las observaciones realizadas con el telescopio espacial Kepler, ahora fuera de servicio, habían permitido determinar que el lado oeste del planeta brillaba más que el este, aunque no había sido posible determinar el motivo solo con los datos proporcionados por Kepler.
Mitad y mitad
Pero combinando los datos de este con observaciones realizadas a lo largo de tres años por el telescopio espacial Spitzer, que trabaja en el infrarrojo, los autores del estudio recién publicado en la revista Astrophysical Journal Letters han llegado a la conclusión de que la mitad oeste del planeta está permanentemente cubierta de nubes, mientras que en la mitad este los cielos están permanentemente despejados.
Otras hipótesis que podrían utilizarse para explicar los resultados obtenidos encajan peor con estos.
Parece, además, que el clima en Kepler-7b es muy estable, pues la distribución de las nubes apenas ha cambiado durante la campaña de observación.
Eso sí, dada la temperatura del planeta sus nubes no son para nada parecidas a aquello en lo que en la Tierra asociamos con las nubes sino que están formados por silicatos, de tal forma que cuando se condensan en Kepler-7b llueven rocas.
Interpretación artística
Es importante destacar que aunque la imagen que abre esta noticia es una impresión artística de como sería el planeta visto desde el espacio, la realidad es bastante más prosaica y se corresponde con la otra imagen que acompaña esta noticia; aunque no está nada mal para tratarse de un planeta que, como decíamos, está a unos 1.000 años luz de nosotros.
Tampoco es desdeñable la cantidad de avances que se están produciendo en el estudio de planetas extrasolares desde que comprobamos su existencia en 1992: de detectarlos hemos pasado a ser capaces de averiguar su radio, masa, densidad, la composición de sus atmósferas, etc.
Y nos está sirviendo para comprobar, una vez más, que el universo es un lugar sorprendente.