Liberan al primer ministro libio tras ser retenido por su colaboración en la operación de EE.UU.
- Ali al Zidán dice que se encuentra bien y que sus captores querían que dimitiera
- El grupo de exrebeldes que lo detuvo depende del Ministerio del Interior
- Le acusan de atentar contra la seguridad del Estado por colaborar con EE.UU.
El primer ministro de Libia, Ali Zidán, ha sido liberado tras haber estado retenido durante varias horas este jueves por un cuerpo de seguridad vinculado al Gobierno y formado por exrebeldes.
Zidán fue secuestrado esta madrugada en un hotel del centro de Trípoli, donde reside, por hombres armados del cuerpo denominado "La lucha contra el crimen" -dependiente del Ministerio de Interior- y de la "Oficina de Operaciones de los Revolucionarios de Libia", -que responde a las órdenes del Ministerio de Defensa-. Lo acusan de atentar contra la seguridad del Estado por su colaboración en una operación antiterrorista de EE.UU. el pasado fin de semana.
Nada más ser liberado, Zidán ha aparecido en televisión y ha dicho en un mensaje de Twitter que se encuentra bien y que sus captores querían que dimitiera. Posteriormente, Zidán ha regresado a la sede de la jefatura del Gobierno rodeado por un amplio dispositivo de seguridad y acompañado de numerosos miembros del Ejecutivo.
"Disputas políticas internas"
"Hay muchas cuestiones que necesitan ser solucionadas" en Libia, ha subrayado Zindan, quien también ha resaltado que lo ocurrido responde a "disputas políticas internas" dentro del país. "Deseo que se solucione este problema con sabiduría y discernimiento, lejos de tensiones y de escaladas de violencia", ha añadido el primer ministro, con claras muestras de fatiga, ante los miembros del Ejecutivo en la sede de la Jefatura del Gobierno.
El primer ministro libio ha querido mandar un mensaje de tranquilidad a las misiones diplomáticas y a los residentes extranjeros en el país asegurando que "los extranjeros no son el blanco" de estas disputas internas, informa Efe.
El gobierno interino libio ha calificado lo sucedido como un "secuestro" y un "acto criminal". "Los secuestradores tienen que asumir la responsabilidad legal, moral y nacional de la seguridad personal del primer ministro y la obligación de liberarlo inmediatamente", decía en una rueda de prensa el ministro de Justicia, Salah al Margani, arropado por el resto del gabinete.
Operación de EE.UU. contra Al Qaeda
En un comunicado en Facebook, la milicia aseguró haber "detenido" al primer ministro "de acuerdo con el código penal y por orden del juez".
En declaraciones a Reuters, un portavoz del grupo armado ha relacionado el secuestro con la operación en la que militares de EE.UU. detuvieron en Libia al presunto dirigente de Al Qaeda Abu Anas al Libi.
"El arresto [de Zidán] se ha producido después de que dijeran que el Gobierno libio estaba al tanto de la operación", declaró este portavoz a Reuters.
“No vamos a ceder al chantaje de nadie“
Zidán pidió el martes a EE.UU. que Abu Anas fuera devuelto a Libia para ser juzgado, aunque aseguró que la operación no dañaría las relaciones bilaterales. El viceprimer ministro, Abdel Salam al Qadi, ha advertido al grupo de exrebeldes en un comunicado que el Gobierno está "unido" y que "no va ceder ante el chantaje de nadie".
Además, ha asegurado que "la situación de seguridad está bajo control", después de que el pánico cundiera entre las misiones diplomáticas y las empresas extranjeras al enterarse del incidente. Las compañías aereas Alitalia y Lufthansa han cancelado sus vuelos a Trípoli, según ha confirmado una fuente del aeropuerto a la agencia France Presse.
El último y más grave episodio contra la seguridad
La OTAN, la Liga Árabe o el Reino Unido han sido algunos de los organismos internacionales y países que se han dado prisa en condenar el secuestro. "Es vital que se mantenga el proceso de transición política en Libia. El Gobierno y el pueblo de Libia tienen todo nuestro apoyo en este momento preocupante", ha comentado el titular del Foreign Office británico, William Hague, tras conocerse el secuestro.
Por su parte, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, ha asegurado que la situación en el país aún está en evolución y ha subrayado la necesidad de reforzar las capacidades del país.
La OTAN dirigió una operación militar multinacional que condujo a la caída del régimen de Muamar al Gadafi en octubre de 2011. Desde entonces, el poder nominal en Libia se encuentra en manos de un gobierno interino central que no controla un vasto territorio, donde campan las milicias que aún no han sido desarmadas.
El secuestro de este jueves ha mostrado una vez más la incapacidad de las autoridades de asegurar la estabilidad del país, dos años después de la caída de la dictadura de Muamar al Gadafi. El secuestro de Zidan se ha convertido en el último y quizá más grave episodio contra la seguridad registrado en el país en los últimos meses, donde una inestabilidad crónica se ha impuesto en gran parte del país.
El problema de la violencia afecta con especial virulencia a la ciudad oriental de Bengasi, antiguo bastión de los rebeldes y donde más de 60 personas, en su mayoría miembros de los cuerpos de seguridad, han sido asesinados a sangre fría o en atentados con bomba. Los últimos seis asesinatos se han registrado en la primera semana de octubre.
El pasado agosto, la organización Human Rights Watch (HRW) ya advertía sobre el peligro de que esta situación continuase. "Si el Gobierno no toma medidas urgentes para hacer realidad sus propias promesas y no convierte en una prioridad la creación de unidades de policía y de investigación criminal, existe un riesgo real de una nueva ola de violencia", anunció HRW en un comunicado.
Dos años de inestabilidad
Al deterioro de la situación en Bengasi, donde el 11 de septiembre del año pasado falleció el embajador estadounidense en Libia Chris Stevens y otros tres norteamericanos en el ataque contra el consulado de su país, se suman los ataques y los enfrentamientos tribales en distintos puntos del país.
La semana pasada, dieciséis soldados murieron en un asalto armado contra un puesto de control del Ejército entre las ciudades de Beni Walid y Tarhuna, situadas al sur de Trípoli. Hace casi un año, en diciembre de 2012, la incapacidad de controlar las fronteras meridionales, forzaron a las autoridades a cerrar los puestos fronterizos con Níger, Sudán y Chad y a declarar todo el sur del país zona militar cerrada a los civiles.
El propio Zidán ha reconocido en más de una ocasión que la proliferación de armas y la existencia de milicias fuera de la ley son las principales causas de esta situación. Este descontrol y la incapacidad de mantener a raya a las milicias ha provocado recientemente la paralización del sector petrolero, cuyas exportaciones suponen el 95 por ciento de los ingresos de divisas en el país.
El pasado abril, grupos de milicianos mantuvieron asediados los ministerios de Asuntos Exteriores, Justicia y Finanzas y acosaron durante varias semanas a los diputados para forzarles a aprobar la "Ley de Aislamiento" político, aprobada el 5 de mayo, y que estipula la inhabilitación por 10 años de los antiguos responsables del régimen de Gadafi.