La crisis fiscal ha costado miles de millones de dólares a EE.UU. y la factura sigue subiendo
- El cierre administrativo ha costado entre un 0,3% y un 0,6% al PIB
- La incertidumbre generada ha encarecido el coste de la deuda del país
- Las alzas de las Bolsas tras el pacto se convierten este jueves en leves caídas
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El acuerdo de última hora entre demócratas y republicanos en EE.UU. ha alejado, de momento, el riesgo de la entrada en suspensión de pagos. Sin embargo, no ha evitado que se hayan perdido miles de millones de dólares por el cierre parcial de la Administración federal y por la incertidumbre creada sobre la credibilidad del país. Y esa cuenta irá creciendo con el paso de las semanas, ya que algunos efectos económicos de la pugna política seguirán pasando factura durante meses, sobre todo, porque el cierre de esta crisis no resuelve el problema de fondo: el desacuerdo de ambos partidos sobre cómo estructurar los ingresos y gastos del presupuesto nacional para reducir déficit y deuda públicos.
Las estimaciones sobre lo que costará solo el cierre administrativo oscilan entre el 0,3% de su PIB del cuarto trimestre de este año (unos 12.000 millones de dólares) calculado por la empresa Macroeconomics Advisers, y el más pesimista del 0,6% de ese PIB trimestral (24.000 millones de dólares), adelantada por la agencia de calificación Standard and Poor's.
Sin embargo, como advierten analistas y medios de comunicación estadounidenses, el coste completo no se podrá conocer hasta dentro de meses, una vez contabilizado el impacto en los ingresos empresariales, el empleo y el encarecimiento registrado en los intereses pagados por el país por obtener financiación de los inversores.
Bolsas aliviadas, pero no tanto
En el corto plazo, las Bolsas han recibido con alivio el acuerdo y su ratificación en el Congreso estadounidense, aunque los inversores no llegaron a creerse del todo la posibilidad de que la suspensión de pagos.
Los mercados bursátiles europeos registraron ligeras subidas el miércoles al recoger ese efecto, ya que los rumores sobre el pacto en el Senado saltaron antes de su cierre. Aunque Wall Street cerró antes de que fuera votado en las Cámaras, la certeza del acuerdo entre los senadores impulsó a su índice de referencia -el Dow Jones- un 1,36%. Después, los parqués asiáticos recogieron el testigo: el Nikkei de Tokio ha cerrado este jueves con un alza del 0,83% y el Kospi de Seúl ha avanzado un 0,29%.
Sin embargo, pasado el alivio del primer momento y, al analizar en frío el acuerdo político, las Bolsas europeas han abierto este jueves con ligeras caídas. Parece imponerse la impresión de que la crisis se ha cerrado en falso y solo se ha pospuesto hasta dentro de unos meses.
Lo que sí puede tranquilizar de momento a los mercados es otra de las consecuencias indirectas de la crisis vivida: la Reserva Federal estadounidense no modificará a finales de este año su plan de estímulos a la economía, tal y como había barajado en sus últimas reuniones.
"La Reserva Federal no va a hacer nada hasta, por lo menos, enero, hasta ver el impacto que ha tenido esta crisis en la economía", ha explicado el analista de Thompson-Reuters Juan Ignacio Crespo en Los Desayunos de TVE.
Una factura creciente
Y esos efectos pueden ir desde las pérdidas sufridas por las empresas que han visto sus importacionesy exportaciones bloqueadas en los puertos, los ingresos que han dejado de percibir los negocios vinculados a la actividad de los funcionarios que han estado 16 días sin trabajar, los viajes suspendidos por el cierre de las mayores atracciones turísticas o el repunte de los tipos de interés pagados en la deuda a corto plazo, la más amenazada por una hipotética suspensión de pagos.
"Vimos enormes consecuencias durante el verano de 2011 [cuando se produjo la primera amenaza de suspensión de pagos], con la confianza de los consumidores de agosto en su mínimo en 31 años y un crecimiento de aquel tercer trimestre limitado al 1,4%", ha recordado Beth Ann Bovino, economista jefe para EE.UU. de Standard and Poor's, en The New York Times.
Ahora, continúa Bovino, dado que esta ronda de negociaciones sobre el techo de endeudamiento se ha producido de forma simultánea al cierre administativo, "el impacto en la economía podría ser incluso más grave".
El cierre administrativo ha provocado la mayor caída de un golpe de la confianza de los consumidores desde el colapso del banco Lehman Brothers en 2008.
Según un directivo de los grandes almacenes Family Dollar consultado por The New York Times, los clientes de sus establecimientos, la mayor parte con ingresos modestos, han recortado sus gastos este mes. "La amenaza del cierre, la incertidumbre respecto a alguna de las ayudas del Gobierno que reciben nuestros compradores, las dudas sobre la creación de empleo están muy presntes en el día a día de nuestros clientes", ha señalado.
A esa cuenta habrá que añadir el efecto que tendrá la paralización de las inspecciones de todo tipo (desde sanitarias a seguridad interior) -que han ralentizado importaciones, exportaciones y muchas otras actividades empresariales- o la ralentización en la concesión de permisos administrativos, como los de construcción o concesión de hipotecas.
La amenaza no se despeja, solo se aplaza
Y, según los analistas, lo peor es que la economía no dejará atrás definitivamente este bloqueo de octubre, debido a que el pacto solo concede financiación suficiente para el funcionamiento del Gobierno federal hasta el 15 de enero y aumenta el techo de endeudamiento hasta el 7 de febrero.
Con esa nueva espada de Damocles sobre sus cabezas, y en previsión de un nuevo cierre administrativo después de las vacaciones y una nueva amenaza de quiebra, los estadounidenses controlarán mucho sus gastos durante uno de los períodos clave para el consumo: Acción de Gracias y Navidad.
Además, en contra de lo que han intentado hasta el final los demócratas, el acuerdo aprobado este miércoles no ha eliminado los recortes automáticos e indiscriminados de gasto gubernamental impuestos por el llamado sequester (traducido como precipicio fiscal), cuya primera fase entró en vigor en marzo pasado.
En aplicación de la misma ley que desencadenó ese abismo, la Budget Control Act 2011, si no hay acuerdo presupuestario global antes de diciembre, empezará a aplicarse el 1 de enero de 2014 una nueva ronda de estos recortes para reducir el gasto en 21.000 millones de dólares. Uno de los efectos de ese sequester será la pérdida de 800.000 empleos el año próximo, según los cálculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso.
Como solución a esa ratonera, el pacto crea un comité con congresistas de ambos partidos y de las dos Cámaras para negociar las grandes líneas presupuestarias a largo plazo y que está emplazado a presentar un acuerdo antes del próximo 13 de diciembre.
En manos de esta comisión quedará la pelea que arrastran demócratas y republicanos desde hace años para tratar de reducir el déficit y la deuda públicos del país.
Los dos partidos saben que el presupuesto (compuesto, en EE.UU. por los "gastos obligatorios" del Gobierno federal) se ha disparado, sobre todo, por el aumento de los gastos de la Seguridad Social (donde se incluyen pensiones y gasto médico de los jubilados, algo diferente a la reforma sanitaria impulsada por Obama). Sin embargo, difieren en cómo solucionarlo: mientras los demócratas apuestan por subir impuestos a las rentas más altas, los republicanos quieren evitar eso a toda costa y exigen recortes en políticas asistenciales.