'Toilette': un curioso recorrido por el aseo y la belleza en el XIX, en el Museo Cerralbo
- Recrea la higiene a finales del XIX y principios del XX
- Utiliza fondos propios, prestamos privados y cesiones del Museo del Traje
- Del 15 de octubre al 12 de enero en el Museo Cerralbo de Madrid
Si uno entra en un bar de la calle Ventura Rodríguez, 12 de Madrid y se dirige al cuarto de baño, se encuentra con un baño reformado español estándar : baldosas de colores ocre discretas, un lavabo de cristal transparente, y el resto de sanitarios, tradicionales blancos de la tradicional marca española Roca. Pero hubo tiempos en que los baños fueron distintos, peores y mejores. Sigamos...
Si la misma persona sube unos números de la misma calle hasta el 17, se encontrará con el espléndido y desconocido Palacio que alberga el Museo Cerralbo. Sus propietarios, los Marqueses de Cerralbo lo cedieron al Estado, a principios del siglo XX.
Y dentro del Museo podrá como no, visitar el baño o los baños, pero no utilizarlos sólo admirarlos. Nos referimos no a los baños a disposición del público sino las tres estancias de aseo que se han recreado fielmente en este museo para explicarnos cómo eran los cuartos de baño, las toilettes, los excusados, el tocador femenino o el boudoir que no son exactamente lo mismo y que convivieron a lo largo del siglo XIX y principios del XX, en mansiones acomodadas como ésta.
Un retrete superviviente
Desgraciadamente la “sala de baño” de este palacio desapareció en una reforma llevada a cabo en los años 40 del siglo pasado. Pero, milagrosamente también, el retrete de porcelana de marca inglesa Doulton se conservaba en los almacenes del Museo, y hoy podemos verlo en la muestra. En esta ya moderno aseo, podemos ver junto al retrete una fuente (hoy diríamos lavabo) que surtía de agua a todas las estancias de la misma planta.
Es decir que de ella, se sacaban con jarras o jofainas el agua que se necesitaba para cualquier necesidad doméstica.
Hay que recordar, como hace Cecilia Casas, comisaria de la exposición, que este palacio “siempre contó con agua corriente”, ya que fue construido en 1891 y el barrio de Argüelles, en el que está situado, contaba con este servicio desde 1860.
Aunque la muestra es pequeña en extensión está llena de objetos y detalles muy pensados (y fruto de mucho trabajo previo) cuya historia Cecilia nos va contando. “Por los inventarios sabemos lo que nos falta y en exposiciones como éstas de la serie Miradas intentamos completar, aunque sea de modo efímero, lo que faltaría hoy al palacio de su estructura original”.
Fondos propios y prestados
Y para ello, han contando “con los propios fondos del Museo” (es el caso del retrete londinense mencionado) y con préstamos del Museo del Traje, que, recuerda Cecilia “alberga los fondos del desaparecido Museo del Pueblo Español).
Este origen diverso de los objetos expuestos se aprecia perfectamente en la vitrina donde comparten espacio objetos de tocador (cepillos, peines y polissoir para uñas) con las iniciales de los marqueses, con frascos de hueso y marfil o cajas de jabón (Jardines de España de Gal) cedidos temporalmente por el Museo del Traje.
“El donpedro está siendo la estrella de la exposición para los medios”, comenta Cecilia señalando en un tercer espacio un sofisticado retrete portátil. Esta estancia recrea recrea lo que sería un dormitorio masculino, en el que encontramos “sanitarios” no fijos como la bañera de asiento.
Una preciosa escupidera (quien diría que ese fue algún día su cometido) es, confiesa la comisaria su “pieza preferida” de la muestra. La escupidera roja y blanca, colocada en el suelo, es de manufactura española y está fechada hacia 1900. También tuvo un día como el retrete, dueño: el marqués de Cerralbo.