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Valls dice que la polémica por la deportación no le va a hacer cambiar de rumbo

  • "La emoción no puede ser la única brújula de una política" asegura
  • El ministro de Interior francés califica de "generosidad" el gesto de Hollande

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Leonarda Dibrani, la menor kosovar deportada (i) y el ministro de Interior francés, Manuel Valls
Leonarda Dibrani, la menor kosovar deportada (i) y el ministro de Interior francés, Manuel Valls

El ministro francés del Interior, Manuel Valls, ha subrayado que la polémica por la deportación de una alumna de origen kosovar durante una excursión escolar no le va a hacer "cambiar de rumbo", e insistió en que la familia no va a poder volver.

En una entrevista concedida al semanario Journal Du Dimanche (JDD), Valls, en el centro de esa tormenta política desde la expulsión de esa joven de 15 años la semana pasada, recalca que la decisión estaba justificada.

Así lo concluyó el informe encargado a la inspección general de la Administración, y el presidente, François Hollande, cuando este aclaró lo sucedido en una comparecencia televisada y anunció que, dadas las circunstancias excepcionales, se permitiría el regreso a la niña expulsada, Leonarda Dibrani, pero no a sus padres o hermanos.

Detenida durante una excursión

Dibrani se dirigía con sus compañeros de clase y sus profesores el pasado 9 de octubre a visitar la ciudad de Sochaux, cerca de la frontera suiza, cuando fue detenida para, posteriormente, ser deportada a Kosovo junto a su familia.

"Para que la inmigración siga siendo una posibilidad, tenemos que controlar los flujos migratorios. Los extranjeros, incluso en familia o con niños escolarizados, cuando dejan de tener el derecho de estancia, tienen que dejar el territorio", indica Valls en la entrevista.

Para el ministro, permitir la vuelta de Leonarda fue un "gesto de generosidad por parte del presidente", pero a pesar de la conmoción suscitada, principalmente entre el colectivo estudiantil, "la emoción no puede ser la única brújula de una política".

Valls sostiene que nunca se planteó dimitir en caso de que toda la familia hubiera sido invitada a volver, porque siempre ha confiado en que se encontraría una solución "que respetara la fuerza de la ley", e insiste en que la única línea que se debe seguir es la de la aplicación "firme" del derecho.

"Lo que está en juego no es mi persona. Lo que está en juego es Francia", subrayó en JDD, insistiendo en que aunque no le afectan las críticas ni se siente aislado, sí lamenta que algunos reproches procedan de su propio campo, "porque eso nos debilita colectivamente".