Catherine Deneuve llega a los 70 años sin dar un respiro a la gran pantalla
- Alcanzó la celebridad en 1964 con Los paraguas de Cherburgo
- No quiere lucha contra la edad, sino envejecer lo más "graciosamente"
La diva francesa por excelencia, Catherine Deneuve, cumple 70 años, sin dejar de trabajar, apostando por trabajos independientes y sin vivir de las rentas de haber sido musa de Luis Buñuel, François Truffaut o Yves Saint Laurent.
La gran estrella del cine galo celebra su cumpleaños poco después del estreno en Francia de su última película, Elle s'en va, una obra de Emmanuelle Bercot en la que protagoniza a una abuela que, como ella, también rompe los estereotipos.
La actriz, que alcanzó la celebridad en 1964 con el musical de Jacques Demy Les Parapluies de Cherbourg, no se ha contentado con echarse a dormir tras la fama adquirida también junto a directores míticos como Roman Polanski, y no deja de añadir nuevos títulos a su ya extensísima filmografía.
Trazan su heterogénea trayectoria Belle de jour (1967) junto a Buñuel; Indochine (1992), que le valió un César a la mejor actriz y una nominación al Óscar, o Huit femmes (2001), uno de sus últimos y mayores éxitos comerciales y con el que, bajo la batuta de François Ozon, consiguió un Oso de Plata en Berlín.
Con más de un centenar de películas, numerosos premios y varios proyectos en la recámara, nada parece indicar que tenga intención de jubilarse de un oficio al que llegó por casualidad cuando contaba apenas 15 años.
Ahora, más de medio siglo más tarde, Deneuve asegura "no tener consciencia de su edad" y, pese a no desear "luchar contra algo que es inevitable", sí declara su intención de "envejecer lo más graciosamente posible".
Cercana a una edad que relega a muchas de sus compañeras de profesión de la esfera pública, la actriz dice tener "una imagen reconfortante de la vejez" en su propia madre, que, a sus 102 años, se sigue valiendo por sí misma.
La que fue musa de Buñuel, de la que el director aragonés dijo que era "bella como la muerte y fría como la virtud", rechaza ese calificativo afirmando, tal y como sostuvo el pasado septiembre en una entrevista concedida a la revista Paris Match, que la imagen de "mujer sofisticada y glacial" que la gente tiene de ella "es una locura".
Celosa de su intimidad
Extremadamente celosa de su intimidad, según ella misma se encarga de remarcar en sus intervenciones mediáticas, Deneuve no deja de subrayar que la gente la cree más inalcanzable de lo que es en realidad, porque su vida diaria es mucho más sencilla.
Nacida en París en el seno de una familia muy relacionada con la actuación, con una abuela apuntadora, un padre director de doblaje y una hermana también actriz, los dos hijos de Deneuve han seguido también la senda de la representación.
Su rostro no sólo es popular en Francia, sino que se ha convertido, título a título, en un icono del cine francés para el mundo entero gracias a la popularidad de sus películas, premiadas en los festivales de cine más prestigiosos, como Cannes, Venecia o Berlín.
Comprometida con los derechos de las mujeres, con los sin papeles y la desobediencia civil o contra la pena de muerte, Deneuve no ha renegado de su influencia a la hora de posicionarse sobre temas sociales comprometidos, pero no ha querido sentar cátedra desde el palco de su notoriedad.
La "gran dama" del cine francés, en su reivindicación de la normalidad, huye incluso de esa distinción, que encuentra "horrible", porque, en su opinión, es "como si no se esperase ya nada" de una y "como si se hubiera dado ya todo lo mejor de uno mismo".