Elecciones europeas 2014, ¿esta vez son diferentes?
- Son las primeras elecciones desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa
- Los europeos votan en plena oleada de eurofobia y escepticismo
- La crisis económica ha convertido la política europea en local
Act. React. Impact. Es un eslogan pegadizo en inglés que la Unión Europea tendrá que adaptar a 28 idiomas para movilizar a los más de 400 millones de europeos que están llamados a votar en las próximas elecciones europeas.
El grito a la participación llega en el momento más crítico de la historia del proyecto común. Desde 2009, cuando solo el 43% de los europeos votaron, el euroentusiasmo se ha convertido en euroescepticismo. Por primera vez la unión monetaria dejó de verse como algo irreversible. La crisis económica se ha llevado por delante a los eslabones más débiles de los ya 28 y ha puesto a prueba los valores de solidaridad y progreso en los que se asienta la Unión Europea, flamante ganadora, por otra parte, del Nobel de la Paz. Entre el 22 y el 25 de mayo de 2014 llega el turno de que los ciudadanos juzguen.
Europa se la juega en estas elecciones que, como dice otro de los lemas de la campaña, “esta vez son diferentes”. Tanto que en Bruselas ya ha puesto la maquinaria electoral a funcionar pese a que quedan aún seis meses para la cita con las urnas. ¿Qué ha cambiado en estos cinco años?
De lo europeo a lo local
La crisis económica ha convertido aún más la política europea en local. “El 80% de las decisiones que se toman en Bruselas tienen un impacto evidente en nuestra vida diaria”, dice Daniela Vincenti, redactora jefe de la página especializada en política europea EurActiv.
El gran reto cara a las elecciones de mayo 2014 es que el debate sea en clave europea y no en clave nacional, como ha ocurrido hasta ahora. “Europa debe ser el debate central. Los ciudadanos deben saber para qué vale su voto en los próximos comicios europeos”, subraya Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo.
La reducción del déficit, la política migratoria, las ayudas al empleo joven, hasta la prohibición de usar bolsas de plástico. Todo eso se decide en Europa. Y hasta ahora, los ciudadanos no habían podido elegir directamente al presidente de la Comisión, un déficit democrático que estas elecciones solventarán, en parte.
Son los primeros comicios elecciones que se celebran desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, que busca dar una mayor legitimidad a las instituciones europeas. El nuevo texto no establece rotundamente que el próximo presidente de la Comisión Europea será el candidato que haya elegido la fuerza más votada. Pero en su articulado recoge que “el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo debe ser tenido en cuenta” por el Consejo Europeo a la hora de proponer a su candidato por una mayoría cualificada. Y los partidos europeos ya están manos a la obra.
Líderes, no solo partidos
“Por primera vez ponemos cara a los candidatos”, señala Daniela Vincenti. “Y esto puede animar a la gente a votar, ya no se vota solo a un partido, se vota a un líder”.
De momento, solo los socialistas europeos han elegido de manera oficial a su candidato a presidir la Comisión: Martin Schulz, el actual presidente del Parlamento Europeo.
Alexis Tsipras, símbolo de la resistencia griega contra la troika, será con toda seguridad el líder de la Izquierda Unitaria.
Los conservadores elegirán al suyo entre el 6 y el 7 de marzo mediante un proceso de primarias para el que el ex primer ministro polaco, Donald Tusk, es el mejor situado. “Buscamos a alguien con experiencia de gobierno”, señalan desde el partido. Es decir, a un exjefe de gobierno, ministro o comisario europeo.
Los Verdes, por su parte, han convocado primarias abiertas en las que podrán participar todos los ciudadanos europeos que superen los 16 años en una votación por Internet entre el próximo domingo 10 de noviembre y el 28 de enero. Y los liberales lo eligirán a finales de este año con el ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, y el actual comisario de Economía, Olli Rehn, en el punto de mira.
La extrema derecha, a por todas
Aunque Bruselas confía en que la elección de rostros reconocibles de la política europea reduzca la abstención y fomente que la campaña gire en torno a temas europeos, persiste el temor de que podamos ver un voto de castigo para penalizar al Gobierno de turno pero, sobre todo, algo más peligroso, “que las elecciones europeas se conviertan en un voto a favor o en contra de la Unión Europea y el euro”, advierte Vincenti.
Al desencanto con los dos grandes partidos tradicionales europeos –populares y que socialistas- se suma una corriente de eurofobia y euroescepticismo que ya ha encontrado eco en los parlamentos nacionales de algunos países. Mientras aparecen nuevos movimientos alternativos antieuro surgidos a raíz de la crisis económica como las Cinco Estrellas de Beppe Grillo en Italia, la extrema derecha ha consumado en estos últimos cinco años un avance generalizado en la propia Italia y Austria, Suiza, Grecia, Hungría, Francia, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega y Holanda.
Con François Hollande en las cotas de popularidad más bajas de la historia de los jefes de Estado de la V República, el Frente Nacional de Marine Le Pen aspira abrir camino en Europa a otros partidos extremistas y ultranacionalistas arrojando una Eurocámara menos europeo que nunca precisamente cuando sus ciudadanos más la necesitan.
Elecciones 3.0
Que esto ocurra dependerá, en buena parte, de la participación de un electorado que se mueve entre la desafección y el enfado. Según los últimos eurobarómetros, las instituciones europeos son mejor valoradas que las nacionales por la mayoría de los ciudadanos. El Parlamento Europeo es la institución más transparente, pero está desconectada del ciudadano de a pie. ¿Cómo comunicar mejor el mensaje europeo?
“Las redes sociales tendrán un importante papel en estas elecciones, las primeras en las que los ciudadanos tienen a su alcance Internet para interactuar con los eurodiputados”, señala el portavoz del Partido Popular Europeo, Kostas Sasmatzoglou.
La Eurocámara facilita las plataformas para el debate con Facebook como su buque insignia con más de 900.000 seguidores. En Twitter tienen cuentas en todos los idiomas y los eurodiputados están con la puesta a punto de sus propios perfiles.
“Es muy importante que la gente no nos vea como algo lejano porque aunque estemos en Bruselas legislamos para ellos. Si no les gusta lo que ven y las políticas que se han aplicado en estos últimos cinco años en Europa, están a tiempo de cambiarlo”, advierte el eurodiputado socialistas, Juan Fernando López Aguilar.