El tifón Haiyan y el cambio climático: una relación probable, pero difícil de medir
- La ONU advierte del riesgo de que aumente la intensidad de las catástrofes
- La subida del nivel del mar agrava la destructiva oleada de tormenta del tifón
En la comunidad científica hay dos consensos claros sobre los fenómenos meteorológicos y el cambio climático: ningún acontecimiento individual puede vincularse directamente con el calentamiento global, pero este sí aumenta la posibilidad de que ocurran catástrofes como la del tifón Haiyan que ha desolado Filipinas.
De hecho, la tragedia ha marcado el inicio de la conferencia mundial sobre el cambio climático que se celebra estos días en Varsovia. El representante de Filipinas Naderev Sano ha comenzado un ayuno para reclamar medidas concretas contra el cambio climático, al que ha responsabilizado del supertifón. "Podemos tomar acciones drásticas para evitar un futuro en el que los supertifones se conviertan en una forma de vida", ha reclamado Sano, que no tiene intención de volver a comer hasta que no vea avances en la cumbre, informa Europa Press.
Por su parte, un informe presentado en la capital polaca por el instituto alemán Germanwatch señalaba a Filipinas como uno de los tres países más afectacos por catástrofes naturales en 2012. El archipiélago es azotado cada año por una veintena de tifones.
No obstante, la mayoría de científicos advierte de que no se puede establecer un vínculo tan directo con el calentamiento global. “Con los medios que tenemos en la actualidad, es prácticamente imposible atribuir un fenómeno concreto al cambio climático”, explica a RTVE.es Fermín Elizaga, portavoz de la Agencia Española de Meteorología (Aemet).
Pero sí hay algunas certezas, como que la superficie de los océanos se ha calentado. Y esto tiene una influencia en la energía que pueden acumular los ciclones ya que el aire más cálido puede acumular más humedad y generar más precipitaciones.
“Un 5% más grave”
Haiyan, localmente conocido como Yolanda, ha sido uno de los ciclones tropicales más intensos de la historia. Y los efectos tan devastadores han estado fundamentalmente relacionados con la denominada oleada de tormeta, una columna de agua conducida desde la costa por los vientos huracanados y que alcanzó unos cinco metros, aunque la medición varía según las fuentes.
Un meteorólogo que ha publicado constantes informes sobre esta catástrofe en el blog Wunderground, Jeff Masters, ha estimado que aproximadamente un 5% de la altura alcanzada por esa oleada de tormenta se debe al aumento del nivel del mar provocado por el deshielo de los polos, informa Reuters.
Elizaga valora este ejercicio de cuantificación y recuerda que según el último informe (AR5) del Panel Intergubernamental sobre Cambio climático (IPCC), la subida de los océanos es aún es pequeña, unos 0,2 centímetros al año de media en el último medio siglo, aunque la velocidad va en aumento y en el peor de los escenarios puede llegar al centimetro anual. “De cara al futuro va a ser un elemento más a tener en cuenta porque va aumentar la vulnerabilidad de las zonas costeras asociada a fuertes vientos”, concluye el meteorólogo.
Para este fenómeno, las conclusiones de la comunidad científica reunida por la ONU son que la velocidad máxima de los ciclones probablemente aumente, aunque con la misma probabilidad su frecuencia se mantendrá o descenderá ligeramente.
Las conclusiones de Jeff Masters son más claras: “Podemos esperar en el futuro que las tormentas como Haiyan sean más destructivas porque las oleadas de tormenta serán más altas”.
Los expertos del IPCC, que se mueven en una combinación de rangos de certeza y probabilidad para evaluar todos los aspectos del cambio climático, consideran también probable que la frecuencia de lluvias torrenciales aumente en la mayoría del planeta a lo largo de este siglo XXI.
Consecuencias en Europa
En Europa también se prevén consecuencias. Con una confianza mediana, el grupo de Naciones Unidas concluye que las sequías se intensificarán en algunas regiones como el sur de Europa.
Por su parte, la Agencia Europea de Medio Ambiente publicó un informe en 2005 [texto en pdf] sobre las inundaciones fluviales, “el tipo de catástrofe natural más habitual” en el continente. El estudio concluía que el cambio climático, y la creciente intensidad de las lluvias torrenciales, aumentará la frecuencia de grandes inundaciones en algunas zonas, especialmente en el centro, el norte y el noreste de Europa.
En particular, el organismo alertaba de un aumento del número de inundaciones repentinas, “por lo que también es probable que aumente el riesgo de víctimas”.
Además, el IPCC concluye que los fenómenos extremos tendrán un impacto mayor en sectores relacionados con el clima, como el agua, la agricultura, la salud o el turismo.
Otro informe de la oficina de la ONU para la reducción de los riesgos de catástrofes, (Unisdr, por sus siglas en inglés) recuerda que con todo, hay otros factores no relacionados con la meteorología ni el cambio climático que redundarán en que los fenómenos naturales tengan graves consecuencias, como son una mala planificación urbanística, un mal reparto de la riqueza o la degradación de los ecosistemas.
Oleada de tormenta
El supertifón Haiyan tocó tierra con rachas de casi 350 kilómetros por hora. “Si no es la máxima, es una de los dos o tres máximas marcas de la historia”, explica Fermín Elizaga, de la Aemet. En ese momento, en su centro el ciclón tenía una presión de 895 hectopascales.
Esta presión tan baja hace que suba el nivel del mar, explica la jefa de El Tiempo de TVE, Mónica López. Así, cuando el tifón llega a la costa se provoca una marea muy grande y los vientos huracanados arrastran el agua a grandes velocidades. Es lo que se llama oleada de tormenta, conocida como surgencia ciclónica en Centroamérica.
Y eso es lo que provoca más daño, como demuestran imágenes aéreas de zonas con casas inundadas pero con tejados intactos.