Piña, el genio que se fue demasiado pronto
- Fue uno de los imprescindibles de la Movida Madrileña
- La modelo Helena Barquilla le recuerda
- 'Manuel Piña, vestir la propia tierra', por Juan Duyos
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Han pasado más de 25 años de aquel fenómeno que se conoció como Moda de España, una corriente brutal de creatividad y locura que caminaba de la mano de la famosa Movida Madrileña. El talento de las gentes de la música, la fotografía y el cine se vestía con las creaciones de los diseñadores más vanguardistas, entre ellos Paco Casado, Adolfo Domínguez, Pepe Reblet, Toni Miró y Francis Montesinos. Francis Montesinos celebró un desfile a finales de los 70 en la Plaza de las Ventas, un espectáculo que rendía homenaje a Picasso, Sorolla y Camarón de la Isla. Lo vieron 15 mil personas y entre ellas un joven que salió impresionado del coso. Era Manuel Piña. Hasta entonces, un vendedor en unos grandes almacenes. Desde entonces, un creador con personalidad propia, un genio.
La Ciudad de los Muchachos
Comenzó a hacer colecciones que llegaron a venderse en Marbella y Nueva York. En 1983 hizo un desfile en la carpa de la Ciudad de los Muchachos, en Madrid. Ese desfile es, para muchos, su puesta de largo en la moda. Cuatro años después pisaba con fuerza la Pasarela Cibeles, y en 1988 abrió tienda en Madrid. Pero dos años después, los problemas económicos, le obligaron a pisar el freno e instalarse en un modesto atelier.La mala racha profesional dio paso a la enfermedad y en 1992 se retira a su Manzanares natal, donde ahora está su museo. Dos años después murió. Tenía 50 años.
Piña murió en 1994
De esos 50 años, los comprendidos entre 1944 y 1994, habla Manuel Piña, Diseñador de Moda, la exposición que inaugura ahora el Museo del Traje. Sus salas acogen 72 piezas realizadas entre 1980, las más antiguas, y 1991, las últimas. La muestra, ordenada cronológicamente, se articula en cinco áreas: Introducción a la vida y obra de Manuel Piña, Del éxito al estrellato, Puro espectáculo, Últimas colecciones, y Piña y el Arte.
Destaca la bata de cola de blonda de algodón con triple cola y volantes que recibe, faraónica, al visitante. También, el vestido en punto de seda con largas mangas arrastradas con los colores de la bandera de España, el vestido de tubos de plástico y el vestido con tres volantes superpuestos recorridos por aros. No faltan sus abrigos en punto de aguja, de factura artesanal, el vestido-insecto y la impresionante cola de cuatro volantes en abanico pintada por los Costus. La iluminación, tenue, acentúa el dramatismo y la teatralidad de las piezas, que se suceden como en un desfile evocador, que habla de la vida, la obra y el legado de este genio inimitable.