La versión más reposada de Arctic Monkeys aprueba, pero no destaca en Madrid
- Los británicos han dado un gran show, pero sin la energía que les caracterizaba
- Los clásicos de sus inicios y los nuevos éxitos, los preferidos por el público
- The Strypes, los enérgicos teloneros, han dejado un gran sabor de boca
La banda británica de rock Arctic Monkeys ha vuelto a Madrid para presentar nuevo trabajo, nueva estética y nuevo directo.
Con AM, su quinto disco, bajo el brazo, los de Sheffield han vuelto a llenar el Palacio de los Deportes de Madrid. Todos sus miembros, cerca ya de los 30 años, parecen haber dejado atrás de manera definitiva ese aire desenfadado y deshinibido que les caracterizó en el inicio de sus carreras, como ya mostraron en su directo en el mismo escenario, en 2012.
Con un tupé rockabilly, chaqueta blanca y camisa y pantalón negro, el vocalista y líder, Alex Turner, es más claro ejemplo del giro de la banda hacia ritmos más reposados, aunque igual de rockeros.
Concierto de subidas y bajadas
Como el diseño de la carátula de su último álbum, AM, los británicos han ofrecido un concierto en el que han llevado al público a lo largo de picos de intensidad y otros momentos de ritmos más pausados.
Turner y los suyos han comenzado por todo lo alto, con el mismo tema que abre su último trabajo, "Do I wanna know", de tempo lento pero con una batería y un riff de guitarra de lo más contundente. Inmediatamente después y sin tiempo para tomar un respiro, "Brianstorm", tema de apertura de su segundo trabajo, Favourite Worst Nightmare, y el aún más clásico y bailable "Dancing shoes", que ha puesto el Palacio patas arriba.
Tras un breve recorrido por su discografía, allá por el ecuador del concierto, Turner se ha enfundado la guitarra acústica para interpretar "Cornerstone", "Piledriver Waltz" y "Why'd you only call me when you're high". Esta última, extraída de su nuevo disco, ha sido también una de las mejor acogidas por el público.
Por momentos, costaba incluso reconocer a los que fueran una banda cargada de energía, de esas que obligan a mover la cabeza y el resto del cuerpo sin que uno pueda hacer nada por remediarlo.
Así ha ocurrido, por ejemplo, con "I wanna be yours", la canción que cierra su quinto álbum y que ha marcado la nota romántica del concierto. Turner la ha dedicado "a todas las chicas", en un ambiente que recordaba a los bailes de graduación de las películas, con bolas reflectantes de discoteca estrategicamente colocadas para multiplicar los haces de luz y convertir el techo del Palacio en un improvisado cielo lleno de estrellas.
Clásicos y novedades, los más bailados
Aunque este último trabajo gozará, casi con toda seguridad, de gran reputación con el paso de los años, no cabe duda que los dos discos más celebrados por el público siguen siendo su debut Whatever People Say I Am, That's What I'm Not (2006) y Favourite Worst Nightmare (2007).
De esos dos discos salieron algunos de los temas que más han hecho vibrar las gradas del Palacio este viernes, como el arrollador "I bet you look good on the dancefloor", probablemente, el más bailado, cantado y gritado de la noche.
También "Fluorescent adolescent" y "Mardy Bum", esta última interpretada ya en el bis, han entusiasmado al público, a pesar de haber sonado en versiones más cercanas a la balada, menos rockeras que las originales. Pero los "Monos del Ártico" son tan buenos en directo que el público ha sabido apreciar esta nueva faceta suya.
No obstante, una muestra del buen resultado de este último AM ha sido el cierre del show. Un "Are you mine?" que ha resonado por todos los rincones del recinto y ha dejado al público con ganas de más, después de apenas 80 minutos de concierto.
The Strypes, teloneros de alto nivel
Uno de esos conciertos en los que el grupo telonero cumple a la perfección con su función: hacer entrar en calor al personal.
Así lo ha hecho, y ¡de qué manera! la joven banda irlandesa The Strypes, que ha salido a comerse el escenario con una estética a medio camino entre The Beatles y Oasis, pero con un rock&roll portentoso que recordaba a sonidos de los 60 y 70, con reminiscencias de Chuck Berry, Led Zeppelin y The Rolling Stones.
The Strypes, que este mes de septiembre publicaron su álbum debut, Snapshot, se han metido al público en el bolsillo con un rock puro y duro, sin concesiones, de la vieja escuela: riffs frenéticos y una batería potente como una locomotora, aliñados, de manera acertada, con la armónica en algunos de los temas.