Enlaces accesibilidad

La gran dama mexicana

Por
La escritora mexicana Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013

Lo de siempre. Hemos vuelto a fallar.  Al menos la mayoría de periodistas culturales. Con esto de las predicciones ya se sabe. Pero poco importa cuando se trata de una escritora que se lo merece por calidad, por carácter y por compromiso.

Elena Poniatowska Amor se suma a la ilustre lista de ganadores del premio más importante de las letras españolas. Pero también, y me permitirán que me mire un momento el ombligo, se suma a la dolorosa lista de escritores que, por aquellas circunstancias de la vida y la profesión,  nunca he podido entrevistar.

De haberlo hecho, le hubiera preguntado sobre cómo se lleva lo de proceder de una familia aristócrata polaca y ser una intelectual de izquierdas; lo que el exilio en México ha podido influir en su producción literaria; lo que esas obras le deben al periodismo y al revés.

También hubiera intentado que me hablara de sus libros de testimonios, esos que tanto prestigio le dieron, como Jesús mío La noche de Tlatelolco, donde narraba la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en 1968.

En fin, que si el destino hubiera tenido a bien ofrecerme la oportunidad de charlar un rato con ella, hubiera intentado iluminarme con su amabilidad, inteligencia y entusiasmo, santísima trinidad contrastada por otros colegas míos más afortunados; y de paso, le hubiera pedido que me recordara detalles de su profunda amistad con la pintora Leonora Carrington, fallecida hace dos años, o que me explicara qué opina de que tanto el Premio Nobel de Literatura como el Cervantes, lo ganen tan pocas escritoras.

Una entrevista por hacer

Si charlara con ella hoy mismo, le recordaría que en estas 38 ediciones, sólo otras tres autoras lo han logrado: María Zambrano, Ana María Matute y Dulce María Loynaz.

Como ven, uno no puede evitar sacar del cajón de las entrevistas inexistentes aquello que suscita su interés. Pero a diferencia de otros escritores con los que sé que nunca podré charlar cara o cara, porque ya no están, como Miguel Delibes o Foster Wallace; porque no quieren, como Milan Kundera o John Le Carré; o porque ya no es posible como Gabriel García Márquez, con esta gran dama de las letras mexicanas aún mantengo la esperanza de que un día, quién sabe si en unos meses, le pida que se plante delante de la cámara de Página 2, y haga el favor de aprobar mi asignatura periodística pendiente. Les aseguro que para mí será un inmenso placer.