La venta de música digital alcanza el 46% en el primer semestre de 2013

• España ocupa el séptimo lugar en el mercado europeo de la música
• El aumento de la venta digital se debe a los servicios de suscripción

Según el libro blanco de la música, las ventas caen un 71 por ciento en los últimos diez años

Las ventas de música en formato físico supusieron en 2012 un 66% del total, mientras que el digital alcanzó un 34 %, un porcentaje que ha llegado al 46 % en el primer semestre de este año, según los datos del Libro Blanco de la Música 2013, presentado este lunes.

La subida del formato digital, cuya cuota de mercado en España está a punto de alcanzar a la de la industria tradicional, la de los formatos físicos, se debe, principalmente, a los servicios de escucha por suscripción.

En lo que se refiere a 2012, pese a la caída de los ingresos del soporte físico (141,1 millones de euros frente a los 148,6 millones de 2011), la tendencia es la estabilización, tras desplomes más abruptos en años previos (de 2009 a 2010 se perdieron 43,5 millones de euros).

El CD sigue siendo el formato preferido

En concreto el CD, que sigue siendo el soporte mayoritario, perdió un 8,1 por ciento de ventas hasta situarse en 11,3 millones de unidades. Por su parte, los formatos digitales aumentaron de nuevo su presencia, aunque respecto a años anteriores también se observa una moderación del crecimiento. En 2011 tuvo ventas por 46,4 millones de euros en 2011 frente a los 48,3 en 2012. En el intervalo previo, de 2010 a 2011, la subida fue de casi 8 millones.

El ascenso del digital, cuyo ritmo de expansión es, en opinión de los responsables de esta publicación, "menor al previsto inicialmente y al observado en países del entorno europeo", es revelador si se tiene en cuenta que en 2004 apenas suponía un 2 por ciento de media del mercado global (1,6 millones de euros).

Las suscripciones, la clave

Los servicios de suscripciones como Spotify y Deezer, aquellos en los que los usuarios acceden a un inmenso catálogo musical sin descarga directa en sus equipos a cambio de una cuota mensual, se revelan como la clave principal del ascenso, con un 38 por ciento de la cuota del mercado digital.

Se convierten así en su principal fuente de ingresos, que prácticamente han duplicado, al pasar de 9,5 millones en 2011 a 18,5 en 2012. Por detrás quedan las descargas de internet a través de tiendas como iTunes, con un 30 por ciento de la cuota de mercado y 13 millones de euros, cifra que también sube, pero menos, desde los 12,6 millones de euros que generaron en 2011.

El "streaming", modalidad gratuita similar a las suscripciones que ofrecen plataformas como Youtube, baja por primera vez, de 16,5 a 11,7 millones.

El 0,49 % del PIB en España

En total, la música representó el pasado año el 0,49 por ciento del PIB español, tras generar unos 5.000 millones de euros, la mayor parte de forma inducida, esto es, por la aportación de la música a industrias y sectores que precisan de ella para desarrollar su actividad.

De forma directa, la música generó 907 millones de euros, lo que supuso una reducción de 61 millones respecto al año anterior. De ese total, el 58 por ciento provino de la música en vivo, que pasó de 530 millones en 2011 a 525 millones en 2012.

Cabe destacar que en 2012 se produjo la subida del IVA del 8 al 21 por ciento para los espectáculos de música en directo, que entró en vigor el 1 de septiembre, así como la supresión del antiguo "sistema de compensación equitativa por copia privada", conocido como el canon por copia privada.

Considerando todos los ingresos (venta física, digital y derechos), España se sitúa en el séptimo lugar en el mercado europeo de la música, por detrás de Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Holanda y Suecia.

El Libro Blanco apela en sus últimos capítulos a la intervención del poder político. Recuerdan que solo un 6 por ciento de las ayudas de fomento del Ministerio de Cultura se destinan a la música y reclaman tanto una mayor contundencia en las acciones contra la piratería como una nueva Ley de Propiedad Intelectual que proteja los derechos del productor como una figura central del proceso