'Plot for Peace' o la conspiración de un hombre para cambiar el rumbo de la Historia
- Cuenta la historia del "misterioso francés", un hombre clave para Sudáfrica
- Su mediación en el conflicto regional fue esencial para liberar a Mandela
- Entre el thriller político y el documental histórico, entrevista a líderes clave
- RTVE.es estrena en exclusiva un clip del documental de Carlos Agulló
Ficha técnica
Título original: Plot for peace
Año: 2013
Duración: 84 min.
País: Sudáfrica
Director: Carlos Agulló,Mandy Jacobson
Guion: Stephen Smith
Reparto: Jean-Yves Ollivier, Winnie Mandela, Thabo Mbeki, Denis Sassou Neguesso, Pik Botha, Joaquim Chissano, Chester Crocker, Jorge Risquet, Chester Crocker
Género: Documental, Histórico, Thriller
Productores: African Oral HistoryProductores: African Oral History
ESTRENO: 3 de diciembre de 2013
Hay hombres destinados a escribir la historia con mayúsculas. Y Sudáfrica es ese país donde una sola persona puede causar un gran impacto, incluso cambiar el rumbo de un continente. Pero no, no hablamos de Nelson Mandela.
Revisando el amplio archivo de African Oral History, un proyecto dedicado a difundir la Historia contemporánea de Sudáfrica sin la lente de vencedores ni vencidos, Mandy Jacobson, descubrió a un “misterioso francés” conocido como monsier Jaques. Y, junto al joven director español Carlos Agulló, decidió sacar su historia del anonimato con un documental disfrazado de thriller político, Plot for Peace (Complot para la paz), que ha entusiasmado a crítica y público en los festivales internacionales donde se ha exhibido.
“Me estoy preparando para que la gente me conozca”, reconoce Jean-Yves Ollivier a RTVE.es, con una mirada inteligente y aires sencillos. Tenía una deuda con la Historia que no le ha dejado jubilarse.
Ollivier es el "misterioso francés". El hombre que sembró una semilla de confianza en medio de una guerra regional que fructificó, años después, en la liberación del preso más famoso del mundo.
Una lección de Historia
Audaz visionario o espía –según a quién se pregunté– él se define como un hombre “comprometido y apegado a la paz”, al que la independencia de Argelia en 1962 le enseñó a comprender las razones del otro. Luchó contra ella como adolescente hasta que el estallido de la guerra civil le llevó a abandonar su tierra natal con su familia y otro millón de franceses. Años después, convertido ya en un exitoso hombre de negocios, decidió que esa historia no podía repetirse.
África entraba en la década de los 80 como el campo de batalla de los dos gigantes de la Guerra Fría. Angola era el epicentro de esa devastación, mientras la violencia del apartheid consumía Sudáfrica. En Luanda y Pretoria se jugaba la paz del continente. Fue entonces cuando apareció este empresario francés de materias primas que tenía los contactos y la habilidad para mover las fichas adecuadas en ese gran tablero de ajedrez regional. Y ganó la partida.
“El apartheid iba a morir, la cuestión era si lo haría en paz o con un baño de sangre“
Con el régimen sudafricano cada vez más asfixiado por el embargo económico y la campaña mediática internacional para liberar a Mandela, el apartheid –ese sistema de segregación racial implantado en 40 años antes- mostraba las primeras señales de implosión.
“No podía ser un testigo pasivo del drama que se iba a desatar. Vi que tenía capacidad de actuar y reaccioné ante ese peligro. Estaba claro que el apartheid iba a morir, pero había que ayudar a que muriese en paz y no con un baño de sangre o una guerra civil”, afirma Ollivier.
Entre el thriller y el documental
Monsieur Jaques se ganó la confianza de presidentes de gobierno, diplomáticos y generales con intereses enfrentados. Organizó el intercambio de 250 presos entre nueve país y varios movimientos armados. Después, en 1988 consiguió que Cuba y Sudáfrica retiraran sus tropas de Angola. La semilla del diálogo estaba plantada. Dos años más tarde, Soweto recibía extasiado al preso que se convertiría en el presidente de todos los sudafricanos en las primeras elecciones democráticas del país.
Cuando Mandela conoció su providencial intermediación le condecoró como Gran Oficial de la Orden de la Buena Esperanza, la más alta distinción. Años antes, lo había hecho el Gobierno del "gran cocodrilo" P. W. Botha. Es la única persona que tiene una distinción de estos Ejecutivos antagónicos.
"Inicialmente buscábamos una dialéctica contradictoria. Tratamos de encontrar testimonios enfrentados a la versión de Ollivier, pero no los encontramos", explica a RTVE.es el codirector de la cinta, Carlos Agulló.
Su experiencia en películas de ficción y como ayudante de montaje en grandes títulos como Mar Adentro de Alejandro Aménabar ha conseguido que Plot for peace conserve el equilibrio casi perfecto entre el thriller político y el documental histórico.
“Queríamos enseñar, pero que la gente no tuviera la sensación de que le estás aleccionando. Conseguir que se emocionaran. Que la aventura del héroe no simplificara las implicaciones políticas de su historia”, asegura. Títulos como Argo, Michael Clayton o El jardinero fiel han sido sus referentes.
Dos años y medio de viajes por cuatro continentes, entrevistas a exjefes de estado –Thabo Mbeki de Sudáfrica, Joachim Chisssano de Mozambique, Denis Sassou Nguesso del Congo-, al ministro de Asuntos Exteriores del apartheid, Pik Botha, al icono de la resistencia sudafricana Winnie Mandela, a los hombres de Cuba y EE.UU. en África –Jorge Riquet y Chester Crocker–… Un recorrido en varias lenguas por uno de los períodos más oscuros del siglo XXI que no despeja todas las sombras. Porque la figura de Ollivier, sin duda, sigue siendo un misterio que deja muchas preguntas por responder. Aunque también –y esto es lo mejor de todo– una lección de inspiración y triunfo personal.
“Cómo un individuo puede tener un margen de acción en la vida política y cambiar la historia”, resume Agulló. Y añade Ollivier: “Que el otro soy yo bajo circunstancias diferentes. Por eso debo tratar de comprenderlo en lugar de destruirlo”.