El Teatro Real subasta en Madrid más de mil piezas de montajes operísticos
- Reúne creaciones originales y exclusivas realizadas en sus talleres
- La subasta a mano alzada se celebrará el 26 de diciembre a las 20 horas
- Rosa Caballero (caracterización): "Hemos crecido mucho y falta espacio"
- M. J Cepeda (vestuario): "En todos los vestidos, dejamos algo nuestro"
El Teatro Real de Madrid (TR) ha organizado una subasta con más de mil piezas de sus creaciones de escena. Cualquiera, con cierto poder adquisitivo, podrá vestir un traje de Carmen, empuñar la espada del mago Merlín o aparcar en su garage un espléndido coche de época.
Esta iniciativa, habitual en auditorios como la Ópera de París o el Covent Garden de Londres, es pionera en España.
En estos días, quienes acuden a ver la ópera L'elisir d'amore, pueden visitar gratuitamente antes de la función y pujar -rellenando un breve formulario incluido en el programa de mano- por alguna de las piezas, o al menos fotografiarse junto a ellas.
También se puede por internet, a través de la web del TR, consultar las piezas y "proponer" un precio. Si una máscara lleva en la etiqueta el precio de 70 euros, el posible comprador puede ofrecer, por ejemplo, 80.
El 26, puja a mano alzada
El 26 de diciembre los abonados y el público en general podrán participar en la verdadera subasta a mano alzada, en la que el precio inicial de cada pieza será el más alto de los propuestos por formulario en papel o internet.
En la exposición, que ocupa los vestíbulos y espacios comunes de todas las plantas del teatro, hay de todo: trajes, máscaras, pelucas, mobiliario y grandes piezas de escenografía de importantes montajes operísticos estrenados en el teatro.
La mayoría de las piezas que salen a subasta son originales y exclusivas, y han sido realizadas en los talleres del Teatro Real de forma artesanal. Podemos considerarlas pues auténtica "obras de arte" como ha afirmado el director general del Teatro Real, Ignacio García-Belenguer. El Teatro Real cifra en 80.000 euros la valoración inicial de los objetos que saldrán a subasta.
Son creaciones utilizadas en producciones -como Carmen, Macbeth, Don Giovanni, El viaje a Simorgh, Faust-bal o La Dolores- que ya han sido descatalogadas o de prototipos que nunca llegaron a utilizarse, pero que fueron indispensables para el diseño final, y que se han salvado del reciclaje.
Un coche con faros de Ikea
Estas piezas de 27 producciones operísticas tendrán precios de salida desde los 10 euros para un tocado hasta los 7.800 euros de cada uno de los dos coches de época que se realizaron para la ópera Don Giovanni -réplica en madera de un modelo de 1930- que tiene en su interior todos los detalles que podamos imaginarnos.
Lo que nunca imaginaríamos es que los faros fueron realizados con unas lámparas de Ikea.
Los autores se despiden de sus obras
De los vestidos de la almoneda, la mayor "joya" es, según el jefe de sastrería del Real, Ovidio Ceñera, un traje de alta costura en seda y tul de la ópera Merlín, estrenada mundialmente en 2003, montaje del que saldrán a subasta 300 vestidos.
Sin embargo, si le preguntamos a Carlos Palomo, del departamento de vestuario del TR, cual es la pieza de las que se subastan que recuerda con más cariño, no duda: "Me reí mucho haciendo los trajes del coro de El amor de las tres naranjas ".
Los 5 conjuntos que se venden en un mismo lote y que están en la tercera planta son descritos así por el Palomo : "Gregüescos (calzones)de piel de leopardo teñida de colores y cazadoras vaqueras de todos los colores del arco iris".
"Ponte a buscar un leopardo de colores en Madrid, lo tuvimos que teñir todo a mano y el resultado, con los coturnos que llevaban, quedó muy divertido", recuerda.
Su compañera María José Cepeda no sabe qué pieza elegir: "En todos, nos dejamos algo de nosotros".
Ahora mismo casi no tienen tiempo de pensar, están inmersos en cuatro producciónes: Brokeback Mountain, Lohengrin, Alceste y la obra en cartel, L’elisir d'amore.
Lágrimas, sudor y pelucas
Rosa María Caballero, jefa del departamento de caracterización recuerda con emoción otra pieza, el prototipo de peluca de Aida que se remonta "al segundo año de vida del teatro, como teatro éramos muy jóvenes", recuerda.
El trabajo a las órdenes del escenógrafo Hugo de Anna fue muy exigente: "Tuvimos que maquillar y caracterizar a tanta gente que el día del estreno me senté en una escalera y me quedé llorando", recuerda.
Su departamento se ocupa también de las pelucas y posticería. Su compañera Elena García, mientras confecciona una nueva peluca nos cuenta que, al sudar los actores con ellas, hay que lavarlas y si no da tiempo a que sequen, meterlas en una especie de horno.
Son los pequeños grandes secretos de estos grandísimos profesionales que trabajan a la sombra, en los talleres del Teatro Real. Sin ellos, nadie brillaría en el escenario.