Michelle Bachelet, la igualdad como bandera
- Se declara "mujer, socialista, divorciada y agnóstica”
- Fue la primera mujer que se convertía en ministra de Defensa
Abandonó su primer mandato con más de un 80% de aprobación
Michelle Bachelet es una mujer pionera. Nada más llegar a la presidencia en 2006, sus credenciales no pudieron ser más claras: “Soy mujer, socialista, divorciada y agnóstica”.
En un país conservador y tradicional como es Chile, se convirtió en la primera ministra de Defensa, fue la mandataria que estableció el primer gobierno paritario y destacó entre las primeras mujeres que lograron llegar a través de las urnas a la presidencia de una nación latinoamericana.
La gran favorita, incluso antes de postularse
Bachelet era, en estos comicios, la favorita desde el principio. Incluso desde el mismo momento que abandonó el Palacio de la Moneda y emprendió viaje a Nueva York para –en concreto- hacerse cargo de la dirección ejecutiva de ONU-Mujeres y –en general- alejarse.
Siendo imposible presentarse a un segundo mandato consecutivo, dejaba el país en manos del conservador Sebastián Piñera y a la “Concertación”, el bloque de centroizquierda que perdía el poder 20 años después, huérfana de carisma y popularidad.
El amargo final de su primer mandato
Se fue con más de un 80% de aprobación ciudadana y con el país aún temblando por el devastador terremoto del 2010. Recordando aquellos tiempos, me viene a la memoria la imagen de Bachelet en las horas posteriores al seísmo: pegada a un teléfono, rodeada de nerviosos funcionarios en la sede de la ONEMI (“Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior”) y recorriendo en helicóptero, ya compungida, las amplias zonas devastadas por el tsunami.
En Chile, aquella noche del 27 de febrero todo falló en un país acostumbrado a los temblores. Ya no es que los sistemas de alerta temprana se activaran tarde… es que no se activaron. Y sólo quien sabía lo que había que hacer, lo hizo… por su cuenta.
La última comisión (hubo varias) que investigó la sucesión de hechos terminó como se esperaba: en nada, con oficialismo y oposición enfrentados. Unos acusando a Bachelet de ocultar informació. Otros, considerando que el objetivo final era atacar sin razón a la exmandataria.
Todos, eso sí, de acuerdo en que la ONEMI y el SHOA, el “Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada”, cometieron errores imperdonables. Es la certeza con la que Michelle Bachelet abandonó el país que había presidido (2006-2010).
Una biografía, un país
Michelle Bachelet Jeria nace en Santiago en el seno de una familia progresista de origen francés. Tiene 62 años y 3 hijos. Por la profesión de su padre –es militar- vive en diversos puntos de la geografía chielna. También en Washington.
Con 22 años, cursando Medicina y ya militando en la Juventud Socialista, ve a Augusto Pinochet tomar el poder a la fuerza aquel trágico 11 de septiembre chileno, el mismo día que el presidente Salvador Allende se quita la vida en el interior del Palacio de la Moneda. Su padre, el general de brigada aérea Alberto Bachelet, siempre leal a Allende, es detenido inmediatamente. 6 meses después del golpe, muere en prisión víctima de las torturas.
Años después, Michelle Bachelet llegará a decir: “la política entró en mi vida destrozando lo que más amaba. Porque fui víctima del odio, he consagrado mi vida a revertir su garra y convertirlo en comprensión, tolerancia y, por qué no decirlo, en amor”.
Ella y su madre saben lo que es vivir en clandestinidad. Ambas acabarán siendo detenidas por la dictadura para ser… “interrogadas”. En enero de 1975, la DINA -la policía política pinochetista- las traslada a Villa Grimaldi, uno de los lugares del terror que se vive entonces en el país. Logran –a diferencia de otros- salir con vida de la trampa, pero a Michelle le espera el exilio: primero Australia, luego Alemania.
Regresará a Chile en 1979, donde finalmente se convierte en cirujana. Le impedirán acceder a un puesto de trabajo público, aparentemente por razones política porque no ha abandonado su activismo político, pero gracias a una beca se especializa en pediatría y salud pública. Con la ONG “PIDEE”, que protege a la infancia, se dedica por ejemplo a atender a hijos de detenidos y de desaparecidos.
Vida pública, ya con la democracia
A partir del 90, ingresa como epidemióloga en el Servicio de Salud Metropolitano. Posteriormente, se incorpora a la Comisión Nacional del SIDA, colabora con la OMS y con la Organización Panamericana de Salud.
Desde 1995, ya es miembro del Comité Central del Partido Socialista. Entre 1998 y 2000, integra la comisión política de la formación y asume un papel relevante en la campaña electoral de Ricardo Lagos. Con él en la presidencia, Bachelet se convierte en ministra de Sanidad (2000-2002). Su empeño es reformar el sistema y mejorar la atención primaria. Logra algunos avances. Facilita que los centros receten la “píldora del día después”, pero no sólo se gana el rechazo de la Iglesia Católica chilena. En 2001, la Corte Suprema dicta sentencia en contra de la distribución del fármaco.
Lagos coloca a Michelle Bachelet al frente del ministerio de Defensa (2002-2004) y Bachelet marca otro precedente histórico. Convencida de que las relaciones entre el mundo civil y militar se pueden normalizar, comienza a dirigir las Fuerzas Armadas, las mismas bajo las que fue torturada en los 70. Consigue estrechar lazos de entendimiento entre los uniformes y las víctimas de la represión. Además, entre otras medidas, sitúa la igualdad de género como primordial en las fuerzas de seguridad. Y reforma el servicio militar obligatorio.
En ese tiempo, durante un invierno de graves inundaciones, su imagen montada en tanque para coordinar la intervención militar en ayuda de los damnificados dispara su popularidad.
En 2004, abandona Defensa para preparar su carrera hacia la presidencia como candidata de la “Concertación”. Bachelet se impone, entonces, en primera vuelta con casi un 46% de los votos. El centro-izquierda logra la mayoría en el Congreso, pero además –y por primera vez desde la instauración de la democracia- en el Senado.
La segunda vuelta de aquellas elecciones le otorgaron un 53,49% de las papeletas, ganando a Sebastián Piñera, el mismo que le sucedería –en 2010- desde las filas de la derecha.
La igualdad, uno de sus estandartes
Es su caballo de batalla. En 2006, al asumir la presidencia, configuró –como había prometido- el primer gabinete paritario del país. Este año, nada más pisar tierra procedente de Nueva York, en su habitual cercanía, ya planteó la principal línea de su discurso: "Quiero cambios fundamentales para enfrentar decididamente la desigualdad".
Como cara visible de “Nueva Mayoría”, que aglutina las 4 patas de la “Concertación” –Partido Socialista, Demócrata Cristiano, Partido por la Democracia y Radical-, ha prometido, a instancias del desencanto social, reformar el sistema tributario -para acabar con el abismo existente entre ricos y pobres- y redactar una nueva Constitución, ya que la actual rige desde la dictadura (1981).
Quienes ya se han posicionado en contra de establecer una Asamblea Constituyente, como la candidata oficialista Evelyn Matthei, alegan que se ponen en peligro los positivos datos macroeconómicos que registra el país (desde el 2010, su PIB es del 5’5%).
Y los que, especialmente desde el 2011, han tomado las calles para alzar su voz, como los estudiantes, miran con recelo hacia los grandes anuncios. En todo momento, recuerdan que precisamente la “Concertación” no logró en 2 décadas acabar con un sistema educativo que esclaviza económicamente a las familias chilenas.
Quizás, sólo hacía falta que pasara el tiempo para que otro Chile fuera posible. Sólo quizás.
* José Carlos Gallardo fue corresponsal de TVE en Argentina y enviado especial para América Latina desde enero de 2011 hasta abril de 2013. Actualmente trabaja en Madrid como editor adjunto de la segunda edición del Telediario.