Casi la mitad de los jóvenes españoles aceptaría cualquier empleo y en cualquier lugar
- El 80% cree que no mejorará su situación en los próximos dos o tres años
- Los jóvenes piensan que formarse ya no es garantía de empleo y prosperidad
- El 71% de la juventud española culpa a los partidos y al Gobierno de la crisis
- El 40% dice que los derechos no serán los mismos cuando se supera la crisis
Cunden el desconcierto, la fatalidad y la frustración entre los jóvenes españoles, que se ven peor que la generación de sus padres, con pocas expectativas de mejora y abocados a aceptar un trabajo por debajo de su formación y expectativas, como consecuencia de una crisis de la que culpan principalmente a los políticos y a los Gobiernos y que ha quebrado el axioma social de que el trabajo personal tiene su recompensa.
Dicho en cifras, el 90% de los jóvenes entre 18 y 24 años está igual o peor de lo que esperaba antes de la crisis y casi un 80% considera que su situación se mantendrá o empeorará en el futuro. Ante la escasa certidumbre de encontrar un trabajo, casi la mitad (48,6%) estaría dispuesto a aceptar cualquier empleo, en cualquier lugar y con sueldo bajo y seis de cada diez consideran muy probable tener que irse al extranjero para poder encontrar un trabajo.
Son algunas de las conclusiones del estudio 'Crisis y Contrato Social' elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Un trabajo que revela que se ha roto el contrato social tácito que existía en nuestro país generaciones atrás y que llevaba a pensar que con esfuerzo y una buena formación se garantizaba la integración laboral y prosperar en la vida.
En palabras de Eusebio Megías, director técnico de la FAD, los jóvenes españoles hoy en día "saben que si no se preparan no llegarán a conseguirlo, pero también saben que prepararse no es ya ninguna garantía de lograrlo".
Según Megías, estos jóvenes se ven como una "generación de excluidos, sacrificada", que "va a tener que buscarse la vida para sobrevivir" y que, en último término, solo tienen el respaldo de la familia para lograrlo.
Sólo el 15,1% de los que trabajan confía en mantener su empleo un año, el 71% de quienes no lo hacen ve poco o nada probable encontrar trabajo en ese plazo y un 80% está convencido de que dependerá económicamente de sus familiares en el futuro próximo. "Es una visión claramente desesperanzada", ha añadido.
Con todo, también la mitad de los jóvenes, un 53,3%, sigue pensando que los estudios sirven para encontrar un buen trabajo y un 19,3%, que valen para conseguir "cualquier" trabajo. Por eso, el 70% tiene intención de continuar o retomar la formación, en un 61,2% de los casos con la aspiración de alcanzar o mejorar su empleo.
El trabajo de la FAD detalla que ante el desempleo, los jóvenes se dedican más que antes y durante más tiempo a formarse. En 2012, el 44,7% de los jóvenes de 18 a 24 años se dedicaba solo a estudiar, el porcentaje más alto desde 1984, mientras que el 18,5% se dedicaba solo a trabajar, la tasa más baja.
Aceptar "lo que sea" para seguir viviendo
La investigación, basada en un millar de entrevistas y ocho grupos de discusión, revela que los jóvenes se mueven "para que la situación cambie"; sin embargo, ello no impide que terminen aceptando "lo que sea" porque "tienen que seguir viviendo".
Los españoles de entre 18 y 24 años ven extremadamente difícil que en un plazo de dos a tres años puedan conseguir o mantener un empleo de su agrado (61,7%), comprar o alquilar una casa (59,2%), encontrar o tan siquiera mantener cualquier trabajo (50,2%) y llegar a ser autosuficientes (52,5%).
De este modo, a medida que se desvanecen las expectativas, las exigencias son menores. "Esta visión de futuro hace que cambie la actitud de los jóvenes en relación a lo que piden y a lo que están dispuestos a hacer", ha explicado Megías.
“Antes el trabajo se valoraba por lo que daba; ahora se valora por el hecho de tenerlo y eso cambia toda la perspectiva“
De esta guisa, apenas uno de cada diez jóvenes (9,8%) aspira ya a un trabajo acorde con su formación, bien remunerado y en su lugar de residencia, frente a un 48,6% que aspira a "cualquier trabajo, aunque tenga un sueldo bajo, en cualquier lugar".
"Antes el trabajo se valoraba por lo que daba; ahora se valora en sí mismo, por el hecho de tenerlo y eso cambia toda la perspectiva". De hecho, la mayoría ven más que probable tener que trabajar "en lo que sea" (85%), tener que irse al extranjero (61,7%) o tener que estudiar más (79,2%) para lograr ese objetivo de inserción laboral.
Conformismo personal frente a reivindicación política
En cuanto a la lectura ideológica que hacen de la crisis, siete de cada diez jóvenes (70,9%) culpa al Gobierno y a los partidos políticos de su situación, mientras un 50,7% señala a los responsables económicos, empresarios y banqueros y un 39,3% apunta a la situación económica en general. Solo un 5% señala a los propios jóvenes como responsables de su situación.
Les reclaman más ayudas para encontrar empleo (55,9%), más incentivos a la contratación de jóvenes (39,2%), leyes para mejorar sus condiciones laborales (35,8%) y más ayudas a los emprendedores (35,3%), aunque también más ayudas para los estudios (34,4%) y mejorar la calidad de los mismos (27,5%).
“Los jóvenes de hoy no creen que sus hijos vivirán mejor que ellos en aspectos como sanidad o educación“
Frente a este panorama, un 46,4% mira hacia los movimientos o agentes políticos que promuevan cambios en el sistema, y defiende "apoyar a movimientos que propongan cambios profundos en el actual sistema económico, social, político e institucional", y un 28,3% cree que se debe "apoyar a partidos o movimientos ciudadanos que propongan ciertas reformas" de este tipo "pero respetando básicamente el sistema actual".
Sin embargo, en la actualidad "se ha producido una quiebra de confianza en el sistema que les hace sentir que las cosas nunca volverán a ser las mismas, que se han perdido muchas cosas y que lo que se pueda recuperar no será por los cauces establecidos, que se han demostrado ineficaces", ha explicado Megías.
Para un 38,8% de los jóvenes, como consecuencia de la crisis "los derechos de los ciudadanos no volverán a ser como antes" y solo un 13,8% confía en que la crisis no terminará con el Estado de Bienestar.
También se ha acabado la idea de que los hijos vivirán mejor que sus padres. Los jóvenes representados en este estudio creen que sus hijos estarán "mucho peor que ellos y casi tan mal" como la generación anterior en aspectos como la sanidad o la educación.