La violencia amaina en Kiev mientras el Gobierno y la oposición no logran dialogar
- Ha habido algunos choques entre los radicales y la policía en Kiev
- Este miércoles entran en vigor las leyes que limitan las protestas
- Yanukóvich no recibe a un líder opositor y descartan el estado de excepción
La violencia ha amainado en Kiev después de tres días de enfrentamientos, aunque los manifestantes siguen desafiando a las fuerza de seguridad en el centro de la capital ucraniana, mientras ha fracasado un intento de diálogo entre el Gobierno y oposición.
Esta próxima madrugada entrarán en vigor las nuevas normas que limitan las manifestaciones, motivo que ha provocado esta nueva ola de protestas violentas hasta el punto de que Rusia, principal socio de Ucrania y aliado del Gobierno, ha advertido de que la situación se está yendo “fuera de control”.
La nueva línea de frente del campo de batalla callejero en el que se ha convertido Kíev se ha trasladado desde la Plaza de la Independencia, bastión opositor desde hace dos meses, a las inmediaciones del estadio del Dinamo.
Los manifestantes se han parapetado tras los autobuses incendiados en la primera jornada de disturbios, el domingo pasado. A primera hora aún se produjeron algunas escaramuzas entre grupos de opositores, que lanzaban adoquines y cócteles mólotov, y efectivos antidisturbios.
El primer ministro ucraniano, Mykola Azarov, ha advertido que las autoridades ucranianas recurrirán a la fuerza si los "provocadores" no dejan de incitar a los enfrentamientos. "Si los provocadores no se detienen, las autoridades no tendrán más remedio que recurrir a la fuerza en virtud de la ley para garantizar la seguridad de las personas", ha dicho en un discurso, informa AFP.
Símbolos fascistas
Según el enviado especial de TVE a Kiev, Carlos Franganillo, los manifestantes también han hecho desfilar esta mañana como “prisioneros” a un grupo de jóvenes a los que acusaban de ser “matones a sueldo del gobierno" con los que se enfrentaron la pasada madrugada.
Pero según avanzaban las horas la calma tensa se ha adueñado de la ciudad. Los sacerdotes, que ya habían irritado a las autoridades al celebrar misas en plena calle para los manifestantes sin autorización, ha acudido para mediar entre ambos bandos.
Con todo, el ánimo contestatario no ceja entre los opositores, por lo que la Policía sigue bloqueando los accesos a las sedes del Gobierno y del Parlamento para evitar que los manifestantes intenten ocupar los edificios gubernamentales, como en noviembre pasado.
De momento, el Gobierno ha negado que estudie la posibilidad de implantar el estado de excepción para poner fin a los desórdenes, aunque diputados oficialistas y comunistas han llamado a adoptar esa medida con urgencia para restablecer el orden y la legalidad.
En declaraciones recogidas por Efe, el oficialista Partido de las Regiones también ha descartado esa posibilidad: "Las autoridades tomarán en breve medidas para controlar la situación en el marco de la ley. No hay por qué implantar el estado de excepción sólo porque un grupo de jóvenes fascistas provoquen el enfrentamiento civil en uno de los barrios de Kiev.
Aunque el movimiento contestatario es complejo, en efecto en los últimos días son visibles símbolos de una organización fascista entre los manifestantes más radicales.
Nuevas reivindicaciones políticas
Mientras, han fracasado un intento de diálogo entre el Ejecutivo y el líder del segundo partido de la oposición, Vitali Klitschkó (Udar), que solo quiere hablar con el jefe de Estado y que se ha trasladado para ello a la sede de la presidencia. Sin embargo, el presidente Víktor Yanukóvich no le ha recibido alegando que estaba reunido con el primer ministro.
Por su parte, el líder del principal partido opositor, Batkivschina (Patria), Arseni Yatseniuk, ha planteado nuevas condiciones para resolver la crisis. "A estas alturas, lo básico es replegar los fuerzas de seguridad del centro de la ciudad, frenar la violencia, revocar el paquete de leyes dictatoriales y lograr la dimisión del Gobierno", según la misma agencia.
El nuevo detonante del descontento opositor fue la reciente aprobación de un paquete de leyes que limitan la libertad de manifestación al sancionar con penas de hasta cinco años de cárcel a quienes bloqueen la entrada a edificios oficiales. La norma ha sido publicada este martes en el diario oficial del Parlamento, lo que implica que entrará en vigor el miércoles.
Ucrania vive desde hace dos meses una grave crisis política con protestas permamentes. Entonces, el motivo principal de los manifestantes era protestar contra la decisión del Gobierno de haber dado marcha atrás y no firmó el acuerdo de integración (libre comercio) negociado desde hacía tiempo con la Unión Europea, entre fuertes presiones de Rusia, principal socio económico de Ucrania y aliado del Gobierno.
Precisamente, las leyes que limitan la protesta y otras disposiciones aprobadas por el Parlamento están inspirada en algunas normas adoptadas previamente por Rusia. Desde Moscú, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha expresado su preocupación ante una situación que se está yendo "fuera de control".