Janet Yellen, una defensora de las políticas de estímulo para luchar contra el paro
- Es la primera mujer al frente del banco central de Estados Unidos
- Ha sido uno de los apoyos del anterior presidente, Ben Bernanke
- Destacan su sólida formación y su capacidad para construir consensos
Janet Yellen, una prestigiosa economista con experiencia en los entresijos de la Reserva Federal estadounidense, es desde este sábado la nueva presidenta de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, después de ser propuesta por el presidente Obama y ratificada por el pleno del Senado.
Ella será la encargada de decidir cómo y cuándo avanzar en la retirada de estímulos iniciada el pasado diciembre y continuada en la reunión de su comité de política monetaria de enero, la última presidida por Ben Bernanke.
Con la elección de esta economista nacida en el barrio neoyoquino de Brooklyn hace 67 años, por primera vez en casi 30 años habrá un demócrata al frente de la Reserva Federal y, por primera vez en 100 años de historia, un vicepresidente de ese organismo ascenderá a su Presidencia. También es un hito en la historia de la institución que una mujer acceda al máximo puesto de responsabilidad.
Paloma frente a halcones
Para la mayoría de los analistas, la llegada a la Presidencia de esta mujer de sólida formación económica, gran intelecto y carácter amable supone el continuismo en la política aplicada por el banco central estadounidense desde el estallido de la crisis financiera en 2008.
Desde su anterior puesto como vicepresidenta de la Reserva Federal, Yellen fue uno de los principales apoyos de Bernanke en la defensa de los programas de inyección masiva de liquidez y en su apuesta por mantener los tipos de interés en su mínimo histórico hasta que la tasa de paro no baje del 6,5%.
"En la actualidad, creo que el escenario de riesgos reclama todavía una política monetaria altamente flexible para apoyar una recuperación más fuerte y un crecimiento más rápido del empleo", resumía su punto de vista la propia Yellen en una conferencia el pasado mes de marzo.
Precisamente, esa postura -que la define como paloma, en el argot de los economistas, en contraposición a los halcones, que tienen el control de la inflación como único referente- ha sido la más criticada por quienes creen que esas medidas de estímulo son un peligro para la economía estadounidense.
Pero el calificativo de paloma utilizado en la jerga de los analistas no implica debilidad en el caso de Yellen. Según las personas que la conocen y han trabajado con ella, cuenta con una personalidad equilibrada y educada, argumenta con solidez y firmeza sus posiciones y tiene una innata capacidad para construir consensos a partir de esos argumentos.
Presidenta de la Reserva Federal de San Francisco
La mancha en el expediente profesional de Yellen es su etapa como presidenta de la Reserva Federal de San Francisco (de 2004 a 2010), justo en el momento que California se convirtió en epicentro de la burbuja inmobiliaria que provocó la crisis de las hipotecas basura.
Ella fue de las primeras economistas en alertar sobre los riesgos de esa burbuja, pero desde su puesto en la rama californiana del banco emisor, no actuó para frenarla.
La experiencia en los organismos vinculados a la Reserva Federal comenzó en 1994, cuando Bill Clinton la nombró miembro del consejo de gobernadores de la Reserva Federal, cuando el presidente del banco emisor era Alan Greenspan, con quien se enfrentó en alguna ocasión.
Abandonó ese organismo tres años después para convertirse en jefa del Consejo de Asesores Económicos del presidente Clinton, cargo que ocupó hasta 1999.
Una demócrata de Brooklyn
Hija de un médico de familia y una maestra de primaria que le infundió el hábito de leer la prensa económica, Janet Yellen quería estudiar Ciencias Exactas, pero optó por la Economía porque era rigurosa como las matemáticas, pero menos abstracta.
Después de su graduado en la Universidad de Brown, realizó el doctorado en Yale junto al Premio Nobel James Tobin (teórico de la conocida tasa sobre las operaciones financieras bautizada con su nombre).
Según ha contado Joseph Stiglitz -con quien coincidió en aquella universidad-, la visión de Tobin sobre la interconexión entre los mercados y la economía real marcó profundamente a Yellen. "Janet comprendió muy bien el poder de los mercados y también sus limitaciones", ha dicho de ella el Nobel de 2001.
Stiglitz compartió aquel Premio Nobel con el marido de Yellen, el economista George Akerlof, a quien conoció en 1977 en la cafetería de la Reserva Federal, donde ella era economista de plantilla y él realizaba una beca de investigación.
Ya casados, se fueron a Reino Unido un año después, para enseñar en la London School of Economics, de donde regresaron en 1980. Akerlof recuperó su puesto en la Universidad de Berkeley y Yellen ingresó en ese mismo centro, del que ahora es profesora emérita.
Profesionalmente, los compañeros consultados por Financial Times aseguran que la pareja se complementa perfectamente: George es intuitivo y tiene ideas en bruto que, después, la rigurosa Janet canaliza con lógicos y cuidados argumentos. El propio Akerlof asegura en la autobiografía que elaboró para la Academia sueca: "Nuestras personalidades cuadran perfectamente (...), siempre hemos estado completamente de acuerdo sobre macroeconomía. Nuestra única diferencia es que ella apoya algo más que yo el libre comercio".