Vázquez de Sola, maestro de viñetistas y luchador por la libertad de expresión
- Un documental reivindica la figura del viñetista, que tuvo que exiliarse
- Sus autores, Pablo Lara y Manuel Broullón, entrevistan a Julio Anguita, Forges...
- Darío Adanti, Eduardo Galán y Carlos Pacheco apoyan la presentación
"Hago mi obra como lucha contra la injusticia" (Andrés Vázquez de Sola)
A finales de los años 50 fue una de las primeras estrellas de Televisión Española (con sus caricaturas) y uno de los viñetistas de mayor éxito. Pero tuvo que huir a Francia (con un plan inaudito) porque sus dibujos irritaron al régimen franquista. Durmió bajo los puentes de París, trabajó de peón de albañil y, gracias a un dibujo, se convirtió en uno de los dibujantes satíricos más admirados de Francia durante 25 años. Tras la muerte de Franco regresó a España, como un héroe de la libertad de expresión, pero no tardó en ser relegado al olvido por los mismos que antes le habían procesado su admiración.
Es la apasionante historia de Andrés Vázquez de Sola (San Roque-Cádiz, 1927) uno de los grandes maestros del periodismo y el humor gráfico que ha sido recuperada del olvido, por dos estudiantes de la Universidad de Sevilla, Pablo Lara y Manuel Broullón, en el documental Trazos de una vida, que incluye testimonios de Julio Anguita (exdirigente de IU), el periodista Juan José Téllez o Antonio Fraguas ”Forges”, y se ha presentado en Madrid con la presencia del propio Andrés y el apoyo del gran dibujante Carlos Pacheco (que también es de San Roque) y dos de los responsables de la revista Mongolia, Darío Adanti y Eduardo Galán.
Pablo Lara, uno de los directores, descubrió a Andrés en una clase de periodismo y le sorprendió que ambos fuesen del mismo pueblo por lo que: “Me puse a investigar para hacer un reportaje para la Universidad y le localicé en un pequeño pueblo de Granada, Monachil. Fui hasta allí, me tomé un café con él, y le hice una entrevista muy extensa. Su mujer, Angelica, me dijo que era una pena que no le dedicaran un reportaje, y yo le prometí que intentaría hacerlo. Convencí a mi compañero en un montón de proyectos, Manuel Broullón, y ha sido un descubrimiento, porque su vida es muy desconocida y, desde luego, apasionante”.
“El padre de Forges me salvó la vida”
Como podemos comprobar en este imprescindible documental, Andrés nació en San Roque (Cádiz) en una familia de derechas, con la que pronto mostró su desacuerdo, militando clandestinamente en el Partido Comunista a partir de 1951. Comenzó su carrera periodística en el Diario Patria y más tarde se trasladó a Madrid, trabajando en el Diario Madrid y siendo una de las primeras estrellas de TVE: “Yo estuve en Televisión Española –nos cuenta- en el programa Fiebre del sábado noche en el que hacía caricaturas a los invitados, artistas y cantantes que aparecían. Desde Juliette Gréco, Luis Mariano… de casi todos los famosos de la época”. Un trabajo que le reportó fama y dinero.
Pero sus viñetas en el periódico pronto le situaron bajo la lupa de la policía: “El padre de Forges me salvó la vida. Aunque por aquel entonces yo no sabía quién era. Pensaba que era un policía porque siempre estaba vigilando entre bambalinas y a mí a me extrañaba llevarme tan bien con él. Un día se me acercó y me dijo: 'Quítate de enmedio porque sé que te van a detener, solo están esperando el momento'. Curiosamente, hasta años después, hablando con Forges, no descubrí que se trataba de su padre”.
Uno de sus dibujos más polémicos, y el que le daría la fama, fue La gran corrida franquista: “Fue un dibujo que hice con toda la inocencia del mundo, no creí que tuviese ningún mensaje político -asegura Andrés-. Y lo digo con sinceridad porque no quiero pasar por héroe, porque soy un cobardica como todo el mundo. Para mí ese dibujo reflejaba lo cotidiano. Fue al llegar a Francia cuando lo consideraron un dibujo antifranquista, lo que para mí fue una sorpresa”.
“Es la obra insigne de Andrés –asegura Pablo Lara-. A través de una corrida de toros lograba expresar todo lo que era España en la época del franquismo”.
Un plan para huir a pie, y sin dinero, a Francia
“Después de ese aviso del padre de Forges –explica Andrés- el director del Diario Madrid y yo concebimos un plan para escapar. Se trataba de viajar a pie y sin dinero, desde Madrid hasta Francia, haciendo reportajes por el camino, para que no sospercharan que quería huir. Un notario me registró para comprobar que no llevaba nada. Salí del Kilómetro Cero de la Puerta del Sol. La idea era ir andando y sin pedir nada a nadie, pero si un coche, un carro o un señor con un burro se paraba o me hacía señas yo podía subir con él. De esta forma evité que la policiá supiera dónde estaba”.
“Por el camino, yo hacía los reportajes pero debían ser muy malos porque solo se publicaron dos o tres. Lo que es normal, porque estaba agotado de recorrer todos los días unos ochenta kilómetros a pie, en burro o en los coches de la época. Pero como la única intención era escapar, el triunfo fue absoluto”.
“Al llegar a Jaca, que para mí era el pueblo de la República y la libertad –asegura Andrés-, me entrevistaron en la Radio, durante horas, y al terminar la emisión un grupo me acompañó hasta la frontera en moto, a pie… y no tuve problemas para cruzar a Francia. Eso sí, clandestinamente”.
Pero sus problemas no habían hecho nada más que empezar: “Al llegar a Francia, me dirigí al consulado español para cobrar los reportajes que había hecho y un dinero que me iba a envíar mi familia. Allí me tacharon de traidor y me amenazaron con detenerme, por lo que me encontré en la calle y sin un duro”.
“Llegué a Francia a sufrir, a pasar hambre y a dormir debajo de un puente, en pleno noviembre. La primera noche que dormí debajo de ese puente, otro vagabundo me dijo que me quitase las botas y me las pusiera debajo de la cabeza, porque si se me helaban los pies dentro me los tendrían que amputar. Otro vagabundo me enseñó a abrir coches para poder dormir un poco más resguardado”.
Del hambre al triunfo
“Recuerdo que en uno de mis primeros trabajos, cuando mis compañeros se iban a comer, siempre les decía que había quedado, porque no tenía dinero para pagar la comida. Y me pasé una semana sin comer, hasta que conseguí el primer sueldo”, comenta Andrés.
“Luego, empecé a trabajar de peón de albañil y me caí de un andamio. Pero tuve la suerte de que el médico que me atendió en el hospital vio mis dibujos y le gustaron, sobre todo el de La corrida franquista. Y los llevó al periódico satírico más importante de Francia, Le Canard Enchainé, donde lo publicaron y me contrataron inmediatamente (el dibujo de La corrida franquista tuvo tal éxito que se lanzó una tirada especial de un millón de ejemplares)”.
El éxito le sorprendió y trabajó en las publicaciones más importantes de Francia, como Le Monde Diplomatique, L’ Humanité... Publicó libros, realizó exposiciones, colaboró en programas de radio y televisión. E incluso consiguió la codiciada Palma de Oro del humor, en Italia. “Fui uno de los dibujantes punteros durante veinticinco años, y fui muy feliz” –asegura Andrés-.
Y se hizo amigo de grandes artistas e intelectuales como Gabriel García Márquez, Blas de Otero o Picasso, quien apadrinó a su hija Paloma. “He conocido a mucha gente famosa, pero no me gusta esconderme detrás de mis amigos porque no es mérito mío conocerlos. Estábamos en el mismo lugar, al mismo tiempo”, asegura Andrés.
El decepcionante regreso a España
“Volví a España porque soy español –puntualiza Andrés-. Soy periodista francés pero nunca quise nacionalizarme, ni Picasso tampoco. Y por eso volví el 21 de noviembre de 1975, al día siguiente de morir Franco. Regresé porque yo era refugiado político en Francia. No fui a allí a hacerme famoso ni rico, sino que era un refugiado político que huía del fascismo Y cuando creí que se había acabado el fascismo volví inmediatamente”.
Pero no se encontró con la situación que esperaba: “Mientras trabajaba en Francia, me llamaban de muchos periódicos españoles. Y cuando volví tuve muchas reuniones con casi todos los periódicos, incluso dirigí uno durante quince días. Pero mi dignidad estaba por encima de todo y no me vendí a nadie, por lo que los trabajos me duraban quince días, una semana... hasta que dejaron de llamarme”.
Incluso tuvo problemas con la justicia a raíz de una serie de dibujos contra la permanencia de España en la OTAN, en los que criticaba duramente a Felipe González y Alfonso Guerra, en 1986. En su momento declaró: “Han acusado de soeces a estos dibujos, pero si esto es así, deberían procesar también a Quevedo o a Camilo José Cela". "No podía creer que hubiera escapado de Franco y me fueran a meter en la cárcel los socialistas”, asegura Andrés. Pero al final la cosa se calmó.
Pero poco a poco le fueron olvidando y Andrés se fue alejando de las viñetas para centrarse en su faceta como pintor y escritor (actualmente trabaja en un nuevo libro).
“Admiro a El Roto”
“Nunca me he considerado un viñetista sino un satirista -asegura Andrés-, y admiro muchísimo a todos los viñetistas españoles, porque es muy difícil hacer humor gráfico. Admiro mucho a la revista Mongolia porque creo que no hacen chistes graciosos sino políticos. Aunque algunos sean obscenos, siempre son políticos. Aparte de ellos, mi dibujante preferido, y que me perdonen los demás, es El Roto. Creo que es el que mejor hace sátira política, no chistes. Hay otros maravillosos, como Forges, Peridis… pero si me tengo que quedar con uno es con El Roto. Y no lo conozco, pero que sepa que tiene un admirador”.
A sus 86 años, Vázquez de Sola sigue manteniendo su espíritu combativo: “Desgraciadamente en los últimos tiempos hemos vuelto a la España del hambre, de la corrupción, del paro... y si pudiera me volvería a ir, porque vivo casi exiliado en un pueblecito de Granada donde casi no me ve nadie”.
“Hoy día me siento más francés que español porque la palabra democracia no tiene nada que ver con la mierda que tenemos aquí -asegura Andrés-. En todo caso será una partitocracia, y no una democracia. Aquí mandan los partidos, no manda el pueblo. La prueba es que quieren prohibir las manifestaciones. Aquí manda el PP o el PSOE pero jamás el pueblo. El pueblo no tiene derecho nada más que a votar cada cuatro años”.
Un maestro para muchos viñetistas y dibujantes
“Muchos han aprendido de Andrés como el propio Peridis, con el que comparte intereses –asegura Pablo Lara-. Y en el ámbito de la caricatura ha tenido un estilo muy diferente a lo que estamos acostumbrados, porque consigue reflejar perfectamente la personalidad y la obra de cualquier artista. Por ejemplo, si tiene que hacer una caricatura de un músico procura oír todos los discos que puede y luego hace el dibujo, cuando ya tiene todos los rasgos de su obra y su personalidad”.
Darío Adanti, de Mongolia, destaca la importancia de Andrés como viñetista: “Nosotros tenemos una gran influencia de los satíricos españoles de la transición como El Papus o Hermano Lobo y, a la vez, del humor francés como Le Canard Enchainé, y Andrés Vázquez reúne lo mejor de los dos mundos. Y cuando ves su obra alucinas porque cuando nos dicen que somos muy rompedores, sabemos que Andrés hacía lo mismo que nosotros ¡hace 40 años!”.
“Andrés jamás se ha vendido, y muy poca gente en España puede decir eso -añade Eduardo Galán-. Escapó del franquismo, vivió debajo de un puente en París y jamás se rindió”.
“Andrés representa también a esa España del exilio que sigue sin tener un hueco en la sociedad actual –asegura Darío- es alucinante que un referente para el humor gráfico mundial no tenga un premio nacional o un museo propio en Andalucía. Seguimos siendo más dados a reconocer el talento de los de fuera que de los de aquí”.
“Hay que recuperar ese humor crítico, negro, combativo, que siempre ha habido en España, sin importar el régimen que hubiese, del que Andrés es un referente y que, creo que en los veinte últimos años se ha perdido -asegura Adanti-. Y es terrible que se pierda eso. Hay que reivindicar ese humor combativo español”.
“Muy poca gente se da cuenta de la importancia del momento histórico que está viviendo, normalmente lo descubrimos a posteriori –comenta Eduardo-. Y Andrés es uno de ellos, por lo que fue protagonista y conocedor de la época que vivió y que fue increíble”.
Carlos Pacheco: “Andrés es mi referente”
Carlos Pacheco, posiblemente el dibujante español más internacional de la actualidad, también profesa su admiración por Andrés: “Somos del mismo pueblo, de San Roque y tuve el honor de trabajar con Andrés en los 90, en la creación de un centro internacional del humor para que se documentara la obra de muchos dibujantes, entre los que estaba el propio Andrés. Gracias a eso lo conocí y admiré. Y se convirtió en una figura artística y paterna para mí, del que aprendí el vínculo que el artista debe tener con su propio arte. Es mi principal referente humano y artístico, por opuestas que parezcan nuestras obras, ya que yo ahora mismo estoy dibujando El Capitán América, por paradojas de la vida”.
“Andrés es una figura en la que el tiempo no hace mella porque su forma de entender la realidad no depende de influencias externas –continúa Pacheco-. Siempre ve la realidad a su manera, sin depender del discurso dominante. Eso le hizo único, tanto en la manera intelectual como gráfica de plasmar su pensamiento. Por eso ni Andrés ni su arte envejecerán nunca”.
“Andrés es un ejemplo de valentía, pero no por ser exiliado, sino por el hecho de tener motivos para serlo. Por que no muchos tuvieron esos motivos, no muchos molestaron tanto al régimen como para ser considerados un peligro. Creo que, en los últimos años, no ha aparecido nadie tan combativo como Andrés”, concluye Pacheco.
"Andrés es un genio porque es completamente libre", asegura Julio Anguita en el documental.
El documental Trazos de una vida no es solo un homenaje a uno de los grandes luchadores por la libertad de expresión, sino un retrato de una vida apasionante de la que deberíamos aprender, para no seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez.