El oficio, la escuela: Los actos de fe de los jóvenes talentos del cine español
- Jorge Dorado muestra su extraordinaria formación técnica en Mindscape
- Rodrigo Sorogoyen enseña su fe en los actores en Stockholm
- La plaga, de Neus Ballús, difumina la frontera entre realidad y ficción
- La herida, de Fernando Franco, es la propuesta más sólida del año
En un año donde el orden establecido, si alguna vez lo hubo, en la creación, distribución y exhibición de películas en nuestro país ha quedado definitivamente patas arriba, tomemos las cuatro películas candidatas a la mejor dirección novel como pistas de por dónde pueden ir los tiros del futuro próximo de esta ¿industria?
Unas nominaciones que son el “usted está aquí” de un mapa que anuncia dos vías que se bifurcan y se alejan. Una con dirección al gran público por las amplias avenidas del cine espectáculo y los atajos del género; la otra rumbo a los selectos barrios altos de los Festivales internacionales.
Mindscape, de Jorge Dorado
Por el primer sendero, la vibrante Minscape de Jorge Dorado, un thriller que nos pierde por los laberintos de una memoria dañada.
La confirmación de la extraordinaria formación técnica de una generación que maneja el cine con la asombrosa facilidad con la que un niño manipula un Smartphone.
Actos de fe: Stockholm y La plaga
Hacer cine es, hoy más que nunca, un acto de fe:
Fe en las historias mínimas y fe en los actores. Como Rodrigo Sorogoyen en su valiente y perturbadora Stockholm, un relato aparentemente sencillo que se va enturbiando y que nos regala dos interpretaciones memorables, dos miradas hipnóticas, dos guapos con misterio, dos nombres con un impresionante recorrido por delante: Aura Garrido y Javier Pereira.
Fe en la realidad, y lo que nos puede ofrecer si le prestamos cuidadosa atención, como hace Neus Ballús en La plaga, en el camino de una cierta escuela del cine catalán empeñado en difuminar (o dinamitar de una vez por todas) las fronteras entre realidad y ficción.
La herida, el primer plano
Y fe en el primer plano, en el poder de la cámara para asomarnos a un abismo sin abandonar el rostro de una mujer. El rostro de Marian Álvarez, La herida de Fernando Franco; en mi opinión la propuesta más sólida y contundente del año.
El año en que las pantallas han sido felizmente tomadas por grandes y complejos personajes femeninos.
El año en el que nuevas formas de producir y distribuir no se han tomado la molestia de llamar a la puerta y directamente han derribado muros que parecían inamovibles.
Cineastas formados en las escuelas de cine, curtida en los oficios del cine (montadores, ayudantes de dirección,…) y que confía en los maestros. Por las películas nominadas podemos sentir el aire de los hermanos Dardenne, Hitchcock, Jordá, Guerín, Nolan…
Una nueva y brillante generación de técnicos, actores y autores.
El presente está en buenas manos.