Del buen humor de David Trueba a la felicidad de Terele Pávez
- Trueba regala su Goya a mejor guión al profesor que inspiró su película
- Javier Cámara: "Estoy muy orgulloso de los maestros que he tenido"
- Marian Álvarez: "He soñado más con el Goya para Franco que con el mío"
- Fernando Franco: "No importa el tamaño de la película, sino la película en sí"
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Detrás del escenario, María León escucha de fondo el anuncio del Goya a mejor actor para Javier Cámara y pega un grito. “He puesto tres velas para Belén, Inma y Javier. Y ya tiene un Goya”.
Una gala de la Academia de cine refleja toda la gama de la alegría, desde el simple contento a la exaltación más histérica. Aunque, como recuerda David Trueba, “por cada uno que está alegre, hay cuatro que están jodidos”. En el backstage, Alejandra Herranz, Carmen Campos y el equipo de De película de RNE recogían para RTVE.es las impresiones más frescas, sin tiempo a digerir los aplausos del escenario. El Goya a mejor película para Vivir es fácil con los ojos cerrados redondeaba el gran titular: la noche de David Trueba. “Ya le tocaba”, señala J. A. Bayona, mirando un monitor entre bambalinas. “Y ‘Las brujas’ ha tenido sus técnicos, que está muy bien”, recuerda a su lado Pablo Berger.
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La escala empieza con el buen humor de David Trueba. Satisfecho con sus tres cabezones (mejor guion original, dirección y película) y más aún con el de su actriz Natalia de Molina. Sus primeras palabras son para Juan Carrión, el profesor de inglés que siguiendo a John Lennon le inspiró Vivir es fácil con los ojos cerrados, que acudió a la gala. “Parece que hay que hacer películas de gente extraordinaria, superhéroes, pero es la gente humilde la que salva la humanidad haciendo su trabajo bien”. No solo son palabras: le regala el Goya a mejor guion como agradecimiento.
Javier Cámara: "Estoy muy orgulloso de los maestros que he tenido"
Exultación de Marian Álvarez. No por esperado su Goya a mejor actriz fue menos emocionante. “No lo he podido ni ver”, fueron sus primeras palabras, mirando a la estatuilla tras su discurso. “Estoy taticárdica perdida. Es para celebrar el año de interpretaciones femeninas que ha habido. He soñado más con el Goya para Fernando Franco que con el mío”.
Euforia. La que disfruta Javier Cámara con su primer Goya. Los hermanos León, Carlos Areces, y todo el que pasa por el backstage se arrodilla para recibirle y aplaudirle. “Estoy muy orgulloso de los maestros que he tenido, de las cosas que me han inoculado dentro, el compromiso, la excelencia, el placer de interpretar”.
Dicha de Fernando Franco. El director triunfador con su debut La herida (mejor dirección novel) se desmarcó de cualquier referencia a la virtud que nace de la necesidad. “No creo que la crisis estimule la creatividad. Es muy mala y va en detrimento de todos. Simplemente se está polarizando el modelo: hay películas grandes y modestas. Al final, no importa el tamaño de la película, sino la película en sí”.
Alegría. La de Natalia de Molina, mejor actriz revelación a sus 21 años. Temblando y deshecha en lágrimas. “Son de alegría. Estoy muy ilusionada. Hay que perseguir los sueños por muy difíciles que parezcan. ¡Que me lo digan a mí!”. Terele Pávez la escucha desde el estudio de RNE: "¡Qué bien habla! ¡Si yo no he dicho nada!".
Terele Pávez: "Mañana no trabajo en el teatro"
Júbilo. El de Javier Pereira, mejor actor revelación, primer galardonado de la noche y justo reconocimiento a ese milagro low-cost que es Stockholm. Una película financiada como los cortos, con el dinero propio y de amigos. “Sabe muchísimo mejor con una película pequeña”, dice. Al actor le han recordado que dio dos veces el Gordo de Navidad. "Ahora el premio me ha vuelto a mí". Tras el júbilo, la reflexión: “Profesionalmente no sé cómo a va ir la cosa desde ahora, porque el país no está muy bien. Con un Goya hace siete u ocho años te podrían salir cosas, pero ahora... Me conformo con la alegría de todos los míos”.
Goce. El de Roberto Álamo, primera nominación y primer Goya: a mejor actor de reparto por La gran familia española. Uno de los mejores actores españoles de su camada que se acordó en su discurso de otro referente generacional: Philip Seymour Hoffman. “Hay muchísimos actores, pero no hay tantos actores geniales. Es un referente para nosotros, se ha ido, y es una jodienda”.
Y felicidad. La de Terele Pávez. Un Goya a mejor actriz de reparto que supo a Goya de Honor. La platea en pie. Más de un minuto de ovación. “Sinceramente, me está costando hablar. No sirvo para hablar de mí”, ha alcanzado a decir antes de agradecer una vez más a Alex de la Iglesia. “Con él me iría a trabajar gratis, ¡que no lo sepan los productores!”. Y avisaba: “Ya dije en el teatro que no iba mañana a trabajar si ganaba el Goya”.
Porque antes de mañana, llega el jolgorio que empieza a dispersarse por las distintas fiestas que se celebran tras la gala. Aunque muchos (o algunos, pero no Terele Pávez) tengan que trabajar.