La luz del paisaje de Regoyos brilla en el Thyssen
- El museo ofrece una retrospectiva de su evolución en el centenario de su muerte
- Compuesta por cien obras, la exposición puede visitarse hasta el 1 de junio
- "Es una fiesta para los ojos", asegura el director artístico del Thyssen
Darío de Regoyos pintaba con rapidez, sin bocetos previos ni arrepentimientos, pues su "maestría" residía precisamente en captar la luz de un instante en sus lienzos. Con motivo del centenario de su fallecimiento, llega al Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid una retrospectiva de su obra bajo el nombre 'Darío de Regoyos (1857-1913)'.
En la exposición "se ha pretendido traer su periodo evolutivo desde el principio y centrarse fundamentalmente en lo que es el impresionismo", ha explicado a RTVE.es el comisario de la muestra, Juan San Nicolás, que añade que es en este movimiento en el que el artista ha sido clave para la Historia del Arte.
Darío de Regoyos "lo que tenía era una obsesión por pintar los distintos efectos de luz en amaneceres, atardeceres, anocheceres, días de viento, días de nieve, días de lluvia...", ha precisado Juan San Nicolás.
Caminar por el Paseo de la Avanzada (1910), disfrutar de una florida Mañanita de Mayo (1908) o presenciar la Salida de sol en Granada (1911) es posible desde las salas del museo contemplando sus cuadros, algunos de los cuales desprenden una luz tan intensa que parecen estar encendidos. La exposición es "una fiesta para los ojos", ha asegurado el director artístico del Thyssen, Guillermo Solana.
Un mártir por su rebeldía
Compuesta por cien obras, que podrán visitarse del 18 de febrero al 1 de junio, la exposición muestra las diversas formas de expresión, los intereses temáticos y la evolución estética de la obra del artista, que fue uno el único impresionista en España "con escuela" y que a pesar de la incomprensión de una parte de la crítica, se mantuvo fiel a sus teorías a lo largo de toda su carrera.
Como paisajista, impresionista y puntillista, Regoyos fue en sus principios denostado: "Es un martir en el sentido de que no fue aplaudido por no hacer lo que las corrientes en aquellos años defendían" ha explicado el comisario a RTVE.es.
El núcleo de la exposición está dedicado al Regoyos impresionista, reuniendo un importante conjunto de óleos que dan cuenta de las novedades que aportó a la pintura de paisaje de la época, con una primera sala dedicada a los años iniciales de formación y dos espacios que muestran las obras de la 'España negra' y las de su breve etapa de experimentación divisionista.
Por esta última se interesó en 1887, tras conocer en París y Bruselas sus primeras formulaciones de la mano de Seurat, Signac y Pissarro. Las redes (1893) es una obra maestra de este periodo, que fue breve -básicamente, entre 1892 y 1894- debido a que esta nueva técnica le impedía pintar al aire libre. Después emplearía el característico toque puntillista de manera ocasional para conseguir nuevas texturas y matices de luz en sus paisajes.
Se han incluido también en el recorrido algunas vitrinas con documentación original que ha servido para poner al día aspectos poco conocidos de su personalidad, sus relaciones profesionales y su perfil biográfico.
Audaz representación paisajística
La originalidad cromática y la audaz representación de los fenómenos lumínicos y atmosféricos hacen de los paisajes de Regoyos uno de los episodios más innovadores del panorama artístico español del momento.
Quiso expresar en sus obras la impresión inmediata que produce la apariencia de las cosas, la fugacidad de los efectos de la luz y la presencia rotunda de las sombras. Trabajaba directamente con luz natural, por lo que abundan en su obra los formatos pequeños y medianos, más fáciles de transportar.
El paisaje le permitió investigar sobre la luz y sus efectos fugaces y sobre el color. En 1879 viajó por primera vez a Bruselas, donde reflejó en sus obras los paisajes brumosos de la capital belga. Ya en esta etapa inicial manifestó su interés por los efectos lumínicos, que mantiene a lo largo de toda su carrera, y pinta sus primeros nocturnos.
España negra
Como contrapunto, en 1888 conoció los paisajes y rituales de la España provinciana, más tradicional y en ocasiones sombría, en el viaje que realizó junto al poeta Émile Verhaeren quien, a su regreso a Bélgica, publicaría en una revista sus impresiones. Diez años después fueron traducidas y Regoyos las ilustró con xilografías, dando como resultado el conocido libro España negra. El pintor dedicó numerosos óleos y obras sobre papel a este mismo tema.
La temprana relación de Regoyos con pintores, músicos y literatos belgas y franceses, y su activa participación en los círculos artísticos de vanguardia, configuran el perfil más internacional de la pintura española de finales del siglo XIX.
Por mediación de su amigo Pissarro, en 1897 comenzó a exponer individualmente en París. Con el cambio de siglo, se vinculó al grupo de artistas vascos –Manuel Losada, Francisco Iturrino, Pablo Uranga, Ignacio Zuloaga– que, desde Bilbao, trataba de renovar el contexto artístico local.
En 1907 se desplazó con su familia a Bizkaia y se instala en Durango y, más tarde, en Bilbao y Las Arenas. En 1912 se estableció en Barcelona y, aunque ya gravemente enfermo de cáncer, celebró allí dos importantes exposiciones y continuó pintando al aire libre. Un año después murió con solo 55 años.
Varios museos y colecciones particulares
La exposición está producida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao con la colaboración del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid y el Museo Carmen Thyssen de Málaga, a donde viajará posteriormente una versión algo más reducida.
Los tres museos han contribuido con piezas destacadas de sus respectivas colecciones, a las que se han sumado otras instituciones relevantes, como los Musées Royaux des Beaux-Arts de Belgique, el Musée d’Orsa y, el Museu Nacional d’Art de Catalunya y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otros, así como numerosas colecciones particulares.
El catálogo de la muestra actualiza la biografía del pintor y ofrece un profundo análisis sobre suaportación artística, con textos del comisario, Juan San Nicolás, uno de los máximos especialistas en su obra; de Javier Barón, jefe del Departamento de Pintura del Siglo XIX del Museo Nacional del Prado; y Mercè Doñate, hasta el año pasado conservadora de Arte Moderno en el Museu Nacional d’Art de Catalunya.