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'Philomena', la grandeza de Judi Dench, Steve Coogan y Stephen Frears

  • Director y actores nos emocionan con esta historia basada en hechos reales
  • Está nominada a cuatro Oscars, incluyendo Mejor Película, Actriz y Guion
  • Se estrena el 28 de febrero

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Tráiler de la película 'Philomena', de Stephen Frears

Philomena será la película del boca a boca de este año, una historia increíble pero real, con dos actores impresionantes (Judi Dench y Steve Coogan) y uno de los mejores directores actuales, Stephen Frears. Un combinado de emociones que nos atrapa desde el primer minuto. Un viaje en el que una madre busca al hijo que le arrebataron hace cincuenta años, acompañada de un cínico periodista, que cree que lo ha visto todo pero que tiene mucho que aprender. Una película que no tiene demasiadas posibilidades para los Oscar (a pesar de sus cuatro nominaciones, Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Música Y Mejor Guión Adaptado), pero que ya se ha ganado un hueco en nuestro corazoncito cinéfilo. Una auténtica lección de cine.

Philomena narra la historia real de una humilde mujer (Judi Dench) que ha pasado los últimos 50 años buscando a su hijo que le arrebataron en un convento de monjas en el que fue recluida, por su propia familia, por quedarse embarazada. Las monjas vendieron el niño a un matrimonio americano y los archivos se han perdido, pero la anciana será capaz de todo para conocer a su hijo. Un cínico y descreído periodista político caído en desgracia (Steve Coogan) se unirá a Philomena en una búsqueda de la verdad que les llevará hasta Estados Unidos.

La historia se basa en el libro del periodista Martin Sixsmith, personaje al que interpreta Coogan, que también firma la adaptación al cine (está nominado al Oscar al mejor Guion adaptado y ya consiguió el Premio Bafta). Una historia que, por cierto, nos recuerda a la de la famosa Sor María, que tanto revuelo ha causado en España.

Pero no son los únicos temas que trata Philomena. La película también es una crítica a las prácticas poco éticas de la Iglesia Católica y al fanatismo religioso, sea de la religión que sea; una reflexión sobre las relaciones entre Irlanda y Estados Unidos; un rapapolvo a la política estadounidense sobre los gays y el SIDA en los años 80, una reflexión sobre el poder y las clases sociales; y, por encima de todo, es la historia de dos personajes inolvidables.

Dos actores excepcionales

Esta es la séptima nominación al Oscar para Judi Dech (que lo consiguió como Mejor Actriz de reparto en 1998 por Shakespeare in love) y, para el que suscribe, la mejor interpretación de 2013, aunque no parece tener muchas opciones de ganar la estatuilla frente la gran favorita, la también espléndida Cate Blanchett (Blue Jasmine). Una auténtica lección de contención, de economía de gestos, de vida.

Porque Dench no necesita aspavientos ni excesos para conquistarnos con el papel de esta enfermera que lleva toda la vida sufriendo por el hijo que le robaron en su juventud y que se debate entre su fé (sigue siendo profundamente religiosa) y sus ganas de vivir. Un pequeño gesto, una mirada... es todo lo que necesita para expresar las emociones más intensas.

Enfrente tiene a Steve Coogan (también guionista de la historia) que es el complemente perfecto. La interacción entre ambos engrandece sus interpretaciones y a sus personajes. Ambos forman una de las mejores parejas cinematográficas que recordamos en mucho tiempo.

Coogan empieza siendo un prepotente (periodista político, de Oxford y de una clase muy superior) y acaba seducido por la forma de ver la vida de la anciana enfermera que, pese a su origen humilde y su educación justita, le da cien mil vueltas como ser humano. El actor borda su papel por el que también merecería una nominación al Oscar. Aunque se conformará con haber sido nominado por la adaptación del guion, lo que demuestra su implicación en esta historia.

También está muy bien la joven Sophie Kennedy Clark, que interpreta a la joven Philomena.

Un guion y una dirección soberbios

Destacar una vez más el guion, perfectamente equilibrado y gracias al que Coogan ganó el Bafta. De hecho puede ser la única posibilidad de la película de ganar un Oscar. Un libreto que maneja como pocos el tiempo narrativo y la relación entre la comedia y el drama.

Otro guionista o director habrían convertido esta historia en un dramón. Como hizo Peter Mullan con Las hermanas de la Magdalena, que tiene muchos puntos en común con Philomena. Pero Frears y Coogan no insisten en el drama. Nos desvelan los acontecimientos terribles para luego, cambiar rápidamente de tema, casi siempre con algún toque de humor. En un equilibrio tan arriesgado como interesante con el que han conseguido una película emocionante, dramática y divertida a partes iguales. Destacar la naturalidad, fluidez y humor de sus afilados diálogos.

Está claro que la película es un proyecto personal de Coogan (protagonista y guionista), pero ha tenido el acierto de contar con uno de los grandes directores de la actualidad, Stephen Frears (Las amistades peligrosas, Los timadores) que realiza uno de sus mejores trabajos. Hay gente que dirá que con este guion y estos actores sólo tienes que limitarte a mira y disfrutar. Pero no estamos de acuerdo. La mano de Frears se nota, y mucho, demostrando que cuando tiene una buena historia entre manos es absolutamente genial, huyendo del sentimentalismo y la frialdad para conseguir una historia profundamente humana.

Porque eso es lo que encontramos en Philomena, una historia muy humana, con numerosos puntos de interés, un guion y una dirección soberbios y una de las mejores parejas protagonistas de los últimos años. Una película que nos recuerda por qué amamos el cine y las buenas historias.