Y el Oscar al mejor personaje real es para...
- Los últimos días del esclavizado Solomon Northup son un misterio
- Uno de los personajes retratados en El lobo de Wall street denuncia a la productora
- La tripulación del Capitán Phillips niega que fuera tan valiente
Si cala la moda española de regalar un Goya a la persona real que ha inspirado la película, al estilo de David Trueba y J.A. Bayona, no hay duda: alguien ajeno al mundo del cine ganará el 2 de marzo un Oscar.
Porque, como si comieran el terreno de los tradicionales telefilms, la tendencia de los últimos años de biopics, películas históricas, o basados en hechos reales es muy acusada. Hechos embellecidos, distorsionados, o recubiertos de leyenda, pero con un origen concreto. En la presente década, dos de las tres películas ganadoras del Oscar a mejor película, Argo y El discurso del rey beben de la realidad.
Si entre las nominadas del año pasado Lincoln y Zero dark thirty repasaban momentos históricos claves de los EE.UU., este año el porcentaje de realidad se dispara: 12 años de esclavitud, Philomena, Dallas Buyers Club, Capitán Philips, La gran estafa americana, y El lobo de wall street, superando el récord de 2010 (La red social, The fighter, 127 horas y El discurso del rey).
Las cuatro películas incorporan los clásicos rótulos sobre el destino de los personajes tras lo reflejado en pantalla. Pero, más allá de esa coda final, los verdaderos protagonistas tienen mucho recorrido.
(ATENCIÓN: El artículo desvela el recorrido de los personajes en las películas)
El misterioso final de Solomon Northup
Solomon Northup plasmó sus años de esclavo en un libro que primero fue un bestseller decimonónico y después se perdió en la niebla del tiempo hasta mediados de los años 50. No solo el libro. Solomon inició una batalla legal contra sus raptores que fue infructuosa. Y llega el misterio. La última noticia pública de Northup, una mención en un periódico, data de 1857, cuatro años después de su secuestro. Su rastro se evaporó, del mismo modo que había desaparecido años atrás. Un pariente de uno de los rescatadores de Northup, escribió: “Creemos que ha sido secuestrado o asesinado. O ambas cosas”.
Northup nunca satisfizo su ansía de justicia. Aunque sus captores cumplieron siete meses en prisión, disputas jurisdiccionales derrumbaron su caso. Colaboró el Underground Railroad (una red clandestina destinada a ayudar a los esclavos del sur a llegar a Canadá) y se convirtió en un prolífico orador abolicionista, pero se vio acosado por sus problemas económicos, en parte por sus gastos para financiar su causa. Escribió y protagonizó una obra sobre su novela que fracasó.
Su final es completamente desconocido. La peor hipótesis, y al parecer la menos probable, es que sus captores le asesinaron en venganza por la denuncia. La más probable es que murió lejos de su familia y amigos tras abandonarse a la bebida. Y la mejor es que se reinventó a sí mismo bajo una nueva identidad y el sol de California.
La visita de Philomena al papa Francisco
Los hechos de la extraordinaria historia de Philomena Lee retratados en la película de Stephen Frears transcurren en 2008. Lee tiene ahora 80 años y sigue volcada en The Philomena Project, labor destinada a buscar fondos para esclarecer las adopciones ilegales en Irlanda.
La mujer que fue capaz de perdonar a las monjas que vendieron a su hijo, fue recibida este mes por el papa Francisco. “Al encontrar al Papa, me sentí finalmente liberada”, declaro Lee, cuya fe católica no ha decaído.
Martin Sixmith (Steve Coogan en pantalla), el periodista que acompaña a Lee consiguió con la publicación de la historia en la que se basa la película desligar su nombre del escándalo político por el que cayó en desgracia: en 2002, cuando trabajaba como director de comunicaciones de un departamento público, se filtró un correo suyo negándose a “enterrar” un tema incómodo aprovechando la distracción del revuelo mediático del entierro de la princesa Margarita.
"La princesa será enterrada el viernes. No voy a permitir que nada más sea enterrado", decía el email que, en definitiva, demostraba el intentó de otro director de comunicación de ocultar un tema candente. El escándalo arrastró a Sixmith que había sido corresponsal de la BBC en Londres y Moscú, y que comenzó a escribir libros sobre historia rusa como si no hubiera un mañana (hasta cuatro libros y un programa de radio). Este año presenta una serie de reportajes de la BBC sobre la historia de psicología y sociología.
El cowboy de Dallas, ¿homófobo o bisexual?
Matthew Mcconaughey es favorito al Oscar por su interpretación (y por quedarse en los huesos) de Ron Woodroof, el cowboy enfermo de sida que monta un servicio de asistencia de medicamentos para portadores del VIH a finales de los 80. El personaje de Dallas Buyers Club recorre un amplio arco desde la homofobia hasta la compresión del resto de enfermos.
Una evolución dramática perfecta que han puesto en entredicho algunos de sus conocidos. Su médico de cabecera ha declarado que, según su exmujer, Woodroof no era homófobo en absoluto y, en realidad, era bisexual. Woodroof, que falleció en 1992 no puede aclarar si la película se ajusta a su vida. Recientemente, un amigo de Woodroof declaraba no reconocer a su colega en pantalla y que le constaba que “había tenido relaciones homosexuales”.
La familia, hermano e hija, sin embargo están conmovidos por la precisión de la película y la interpretación de Mcconaughey.
La gran estafa rejuvenecida
La película de David O Russell, inspirada por un escándalo político mayúsculo de finales de los 70, no engaña en el aviso de su rótulo inicial: “Algo de esto ocurrió en realidad”. O lo que es lo mismo, una realidad barnizada por Hollywood, es decir: juventud.
La brecha de edad entre actores y personajes reales (salvo los de Amy Adams y Bradley Cooper) es considerable. Mel Weinberg, el estafador en el que se basa el personaje de Christian Bale con el nombre cambiado de Irving Rodefeld, tenía alrededor de 55 años cuando sucedieron los hechos. Y su mujer, a la que da vida la veinteañera Jennifer Lawrrence, tenía en realidad casi cincuenta años.
El personaje de Amy Adams, la sensual compañera timadora que se hace pasar por inglesa era, en realidad, inglesa. Tras el fallecimiento de la mujer de Weinberg (se ahorcó en 1982) se casó con él y el matrimonio duró 19 años. Weinberg evitó la prisión ayudando al FBI en cuatro casos pero tras finalizar el acuerdo, continuó colaborando. Preguntado por la razón en el programa informativo 60 minutos contestó: “Lo hago estrictamente por dinero”.
Oh capitán, mi capitán
En la película, Tom Hanks, un héroe; según parte de su tripulación real, un temerario y culpable del secuestro del buque Maersk Alabama . Que los marineros echen pestes de sus mandos es ley, pero los de Phillips presentaron una demanda alegando que hubo un «premeditado y consciente desprecio por su seguridad». En el juicio, Phillips actuó como testigo de la defensa.
«No es el gran líder que refleja el filme. Es un hombre muy tosco y nadie quería navegar con él», declaró uno de los tripulantes al New York Post. En la película Tom Hanks se ofrece como rehén en un gesto heroico, versión que la tripulación niega. No públicamente: recibieron 5.000 dólares a cambio de confidencialidad para utilizar su historia personal.
La manada contra el lobo
Donde no hubo acuerdo de confidencialidad es en El lobo de Wall Street. Uno de los acompañantes de la manada de Jordan Belfort (el broker asilvestrado que interpreta Leo DiCaprio) denunciaba esta semana a Paramount Pictures, reclamando 25 millones de dólares por el “retrato, criminal, drogadicto, degenerado y depravado” que se hacía de su persona en la película.
Lo que está claro es que la película es un nuevo maná (otro) para Belfort al que desnudar sus ¿miserias? de lujo, drogas y sexo le está resultando lucrativo. Las ventas de su libro biográfico se han disparado tras el éxito de la película de Martin Scorsese ¿Moraleja? Con el lobo de Wall street, no la hay.