El duelo de una sociedad que sintió como propia cada muerte del 11M
- La sociedad necesita hacer público el dolor, la solidaridad y la indignación
- El duelo social tiene una fase inicial de 'shock', a la que sigue la activación
- Aumentaron los casos de ansiedad y ataques de pánico tras los atentados
- 200.000 personas sin relación con los atentados sufrieron depresión en Madrid
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"La sociedad española sufrió una profunda herida. Sintió como propia cada una de las víctimas de los atentados del 11M, se sintió agredida en su conjunto y se generalizó la sensación de que cualquiera de nosotros o de nuestros familiares pudo ir en esos trenes".
La antropóloga social del CSIC y directora del proyecto 'El Archivo del duelo' sobre el 11M, Cristina Sánchez, explica lo "profundo" que puede llegar a ser el denominado "duelo de segunda generación", el que se produce ante "muertes trágicas de personas totalmente desconocidas" y que son "antinaturales".
La identificación y empatía que se genera ante estas muertes "inesperadas, masivas e injustas" es tan alta en la sociedad que se produce un duelo social que conlleva unos mecanismos alternativos al duelo personal. "Al tratarse de un atentado, el sentimiento de indignación social se une al dolor por las 192 víctimas inocentes ", apunta Sánchez.
"Uno llora por la muerte de personas que no conoce y además de la identificación personal lógica que sentimos con la madre que ha perdido a su hijo o con el hijo que ha perdido a su madre aparecen sentimientos compartidos de ataque a la comunidad y al grupo al que se pertenece", explica a RTVE.es el catedrático en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Antonio Cano.
En Madrid, en torno a 200.000 personas sin ninguna relación directa con las víctimas sufrieron depresión tras los atentados y apuntaron a esta tragedia como causa directa de su estado de ánimo. Unas 57.000 tuvieron estrés postraumático y 270.000 vivieron ataques de pánico, según los datos de un estudio sobre las consecuencias psicológicas del 11M que dirigió el catedrático en Psicología de la UCM Juan José Miguel Tobal.
Necesidad de hacer públicos los sentimientos
De la misma manera que cuando fallece un familiar o amigo se sucede un ritual en espacios comunes como velatorios, tanatorios y cementerios, en muertes de este tipo gran parte de la sociedad necesita mostrar sus sentimientos en lugares públicos.
Las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, sobre todo la primera por tratarse de un punto neurálgico de Madrid, se convirtieron, tras los atentados, en altares espontáneos, lugares de peregrinación y espacios para el grito, el silencio, la solidaridad, el enfado, la denuncia o el recuerdo.
"Es lo que se denomina memorial desde las bases, que hace referencia a muestras de duelo en espacios públicos después de muertes que son sentidas grupalmente como traumáticas", explica a RTVE.es la antropóloga social del CSIC, que hace referencia a este "patrón ritual" que se "contagia" por su alta difusión en los medios de comunicación y que, en el caso de atentados, combina solidaridad y protesta.
La sociedad acude a esos lugares para homenajear a las víctimas y "marcar el espacio", de igual manera que se marcan los lugares donde ha habido accidentes de tráfico mortales, explica Sánchez. Destaca, además, que la investigación del CSIC puso de manifiesto que la sociedad prefiere acudir a esos "altares espontáneos" más que a los lugares y citas oficiales marcadas por las instituciones para dar lo que denominan "el abrazo social a las víctimas".
El duelo social, como el personal, tiene unas fases y patrones comunes de conducta. Mientras que en la primera fase se produce un 'shock' muy fuerte que lleva a la sociedad a la desorientación, el terror, la sorpresa y la incredulidad, en la segunda fase se da la "respuesta de activación", según explica el doctor en Psicología de la Universidad Carlos III Gillermo Foucé. Es ahí cuando la sociedad tiene la necesidad de "hacer algo ante la tragedia".
A juicio de Foucé, en esta segunda fase de activación también se enmarcan las manifestaciones que se produjeron en toda España para condenar los atentados y criticar la actitud del Gobierno del PP con respecto a la guerra de Irak.
En la tercera y última fase del duelo social disminuye esa activación y se hace necesario "colocar y gestionar todas las emociones y los recuerdos" ya desde un punto de vista más individual.
Altos niveles de ansiedad, depresión y ataques de pánico
Los atentados del 11M provocaron en la sociedad española, principalmente en los ciudadanos que viven en Madrid, altos niveles de ansiedad, depresión y ataques de pánico, afirma a RTVE.es el presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, Antonio Cano.
"El sentimiento de grupo mueve sensaciones, sentimientos y estados de ánimo individuales. El ser humano es un ser social y ese día sentimos que la sociedad entera fue atacada. No solo las víctimas directas, por tanto, sufrieron las consecuencias", añade Cano.
El estudio sobre las consecuencias psicológicas del 11M puso de manifiesto que los trastornos psicológicos no solo fueron a corto plazo. Un año después de los atentados, 46.000 personas de las 200.000 que habían iniciado una depresión a raíz de los atentados, la mantenían; 67.000 aún sufrían ataques de pánico y 1.500 sentían estrés postraumático.
"Estos sucesos se personalizan muchísimo y además del aumento de trastornos psicológicos en la sociedad, también hubo un aumento en el consumo de fármacos, de alcohol y de tabaco tras los atentados en Madrid", explica Tobal.
"A pesar de que Madrid es una ciudad acostumbrada a sufrir atentados de ETA, el temor y la indefensión que sintió la sociedad ante la magnitud de éste nos hizo temer no solo por lo que había pasado sino por lo que podía pasar y eso aumentó los ataques de pánico y el estrés", afirma Tobal.
Y añade: "La primera reacción de muchos para evitar el recuerdo de ese peligro era alejarse de los trenes y de las estaciones, lo que es inviable si se quiere volver a la normalidad".
"La forma de mostrar el duelo definió a la sociedad"
El proyecto 'El Archivo del duelo' del CSIC analizó 70.000 muestras de condolencia ciudadanas depositadas en las estaciones: poemas, cartas, dibujos, ofrendas religiosas, oraciones y graffitis, entre otros muchos objetos.
Una parte de la investigación se centró en las diferencias encontradas entre los objetos depositados tras los atentados del 11M y los que la sociedad americana dejó tras los atentados del 11S.
Así, si tras el 11S la mayoría de los mensajes hacían referencia a la "unidad de la nación frente al enemigo común", en el 11M eran pocos los mensajes que hacían referencia a España y muchos los que hablaban de Madrid. "Todos somos Madrid", fue uno de los mensajes más repetidos.
"Si en EE.UU la nación era el paraguas, aquí lo era Madrid", señala la antropóloga social directora del proyecto, Cristina Sánchez, que destaca la mezcla de "mensajes de solidaridad, políticos, religiosos y de apoyo a las víctimas" que se recogieron de las estaciones.
Otra de las conclusiones de la investigación es que la mayoría de los mensajes tras los atentados en Madrid fueron positivos, muy pocos hablaban de "enemigos" o de "venganza". Y aunque la mayoría eran de solidaridad y apoyo, también se recogieron mensajes contra los terroristas y los políticos, según explica Sánchez.
También destacó la gran presencia de motivos religiosos, lo que chocó a los investigadores que pensaron inicialmente que la utilización de espacios públicos y civiles podían llevar a una desacralización del duelo.
Según cuenta esta antropóloga social, les impresionó la cantidad de mensajes religiosos que dejaron musulmanes para separar terrorismo del Islam.
En este sentido, el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España, Riay Tatary, destaca la "respuesta ejemplar" de la sociedad española tras los atentados. Aunque apunta a que hubo algún incidente aislado, nunca se dio una actitud hostil hacia la comunidad musulmana.
"Vivimos con la sociedad cristiana y nuestros hijos han nacido aquí. Sentimos las víctimas de ese atentado como propias", señala Tatary.
¿Es bueno recordar como sociedad?
"Recordar colectivamente el trauma no es en sí una terapia, no garantiza la curación pero olvidar sería aún peor porque supone un intento imposible". Son palabras del profesor de investigación del CSIC y antropólogo social, Luis Díaz Viana, que aboga por "aprender a hacer del dolor algo positivo y que pueda unirnos".
"Hay que recordar que la sociedad en su conjunto supo reaccionar, estuvo a la altura y la avalancha de solidaridad fue increible. Eso debe guardarse en la memoria colectiva", insiste, para avisar después de la necesidad de "alejarse del abuso masivo de nostalgia".
Los psicólogos señalan que "recordar es inevitable" y hay que hacerlo para "mirar hacia adelante" pero añaden que es muy diferente lo que la sociedad siente recordando este capítulo de la historia de España que lo que genera en las víctimas directas o familiares de personas fallecidas.
En este apartado, todos los especialistas consultados destacan el especial cuidado que los medios de comunicación deben tener en los aniversarios y piden no "espectacularizar" con imágenes que no ayudan a un "recuerdo constructivo".
"Recordar no es ni bueno ni malo en sí. Algo así no se puede borrar, así que hay que tratar que el recuerdo responda a la necesidad de justicia y reparación y no al deseo de venganza", señala el psicólogo social Guillermo Foucé.