Los crimeos pasan de Ucrania a Rusia en dos días: "¿Tan rápido es Putin ahora nuestro presidente?"
- La mayoría de la población celebra la "reunificación" 60 años después
- La península, bañada por el Mar Negro, quiere convertirse en destino turístico
Crimea, península conquistada por el imperio zarista a finales del siglo XVIII, vuelve de facto a manos rusas después de que Vladímir Putin haya firmado la anexión de esta república, pese a que ni Ucrania ni la comunidad internacional reconocen la integración.
"¡Bravo! ¡Así se habla!", comentaban los comensales en un restaurante de Simferópol, capital crimea, durante la intervención en la que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció la integración de toda la península, incluido el puerto de Sebastopol.
Los rusos de Crimea, que siguieron atentamente la alocución televisada, aún no se creen que dos días después de la victoria de la adhesión a Rusia en el referéndum separatista y la posterior declaración de independencia sean ya parte de la Federación Rusa, como han anunciado las autoridades crimeas.
“¿Tan rápido? ¿Entonces, ahora, Putin también es nuestro presidente?“
"¿Tan rápido? ¿Entonces, ahora, Putin también es nuestro presidente?", preguntaba un camarero, entre las risas y los aplausos de los presentes.
Los crimeos se levantaron el domingo como ucranianos, se acostaron el lunes como habitantes de un país independiente y se irán hoy, martes, a la cama como ciudadanos rusos.
Esto ocurre después de que el Parlamento de Crimea aprobara el lunes por la mañana una Declaración de Independencia que entró en vigor de inmediato y consumara la ruptura de lazos con Ucrania.
La rimbombante declaración, en la que incluso se llamaba a la ONU a reconocer la soberanía del nuevo Estado, fue un paripé necesario desde el punto de vista jurídico, de forma que no se le pudiese acusar a Rusia de anexionarse territorio ucraniano.
60 años después
En realidad, los rusos de Crimea nunca olvidaron sus orígenes, ya que seguían escuchando a Chaikovski y a Vyzotski, el popular cantautor soviético, de recitar los poemas de Pushkin y de leer a Dostoyevski.
Y es que los rusos de Crimea mantuvieron siempre que el dirigente soviético, Nikita Jruschov, había cometido una gran injusticia histórica al entregar el territorio a Ucrania en 1954.
El agravio no fue subsanado hasta este martes con la firma del ingreso de la República de Crimea en el seno de la Federación Rusa durante un acto oficial en el Kremlin, al que asistieron los dirigentes de Crimea y la ciudad portuaria de Sebastopol.
Los rusos de Crimea siempre se consideraron extranjeros con pasaporte ucraniano y se negaron a usar esa lengua, a estudiar su historia o a admirar a sus héroes, que en algunos casos combatieron contra la Unión Soviética en el bando nazi, como el controvertido Stepan Bandera.
“Amenazaban con venir casa por casa para obligarnos a hablar ucraniano“
"Todo el mundo está feliz. Los nuevos dirigentes de Kiev no nos dieron otra opción que la adhesión a Rusia. Amenazaban con venir casa por casa para obligarnos a hablar ucraniano", señaló Dmitri, conserje de un hotel cuyos tatarabuelos llegaron a Crimea procedentes de los Urales.
Crimea era el balneario por excelencia de la Unión Soviética hasta que perdió su estatus con la independencia de Ucrania, que no supo granjearse la lealtad de los habitantes de esa autonomía rebelde.
En Rusia recuerdan con nostalgia Sebastopol, ciudad donde más del 95% de la población es rusoparlante, o Yalta, la joya de Crimea, donde tuvo lugar la histórica Conferencia de Paz de Yalta de 1945 entre Stalin, Roosvelt y Churchill.
Los crimeos esperan que su costa sea una alternativa al balneario de Sochi, lugar de descanso del presidente ruso, Vladímir Putin, y cuyos precios son desorbitados para el ruso de a pie.
Ucranianos: extranjeros en su tierra
Mientras, Bajchisarái es donde mejor se conserva el glorioso pasado del pueblo tártaro, los principales pobladores de este territorio entre el siglo XV y finales del XVIII (1783), cuando fueron sometidos por el Ejército zarista.
Precisamente, la duda radica en qué ocurrirá con las minorías ucraniana y tártara, que están muy descontentos con el resultado del referéndum separatista del domingo, pero parecen resignados a vivir en un nuevo país: Rusia.
Los funcionarios ucranianos enviados por Kiev tendrán que hacer las maletas, los militares tendrán la opción de jurar lealtad a su nueva patria, mientras los ucranianos de a pie tendrán que pensar si quieren quedarse en Crimea y ser extranjeros en su propia tierra.
Emigrar a las regiones del Este de Ucrania no es una opción, ya que sus habitantes son rusoparlantes y también se han rebelado contra las nuevas autoridades de Kiev.
Crimea entrará a formar parte de Rusia como república, al igual que Tatarstán o Chechenia, y confía en recibir el estatus de Zona Económica Especial.
Y espera que el ingreso en Rusia inunde sus playas de millones de turistas y los negocios de miles de millones de rublos, la nueva moneda nacional, aunque para ello habrá que construir un puente en el estrecho de Kerch (mar de Azov) que separa ambos territorios.
Pronto los crimeos podrán solicitar pasaportes y permisos de conducir rusos e incluso sus relojes marcarán la hora de la capital de su nuevo país, Moscú.